DIEZ

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El Rey de los Leprosos se encontraba en su lúgubre caverna rodeado de tesoros robados, tapices y cofres llenos de gemas junto a su fiel consejera Kalek, una anciana que portaba un cráneo de vaca sobre su cara deteriorada.

—Encuentra a Merlín y transmítele el mensaje —ordenó a Kalek con voz ronca—. Dile que tengo en mi poder a la Bruja Sangre de Lobos y que prometo no matarla si el promete darme la espada de los Primeros Reyes. Sabiendo cómo es sé que cumplirá su promesa.

Kalek ríe desproporcionadamente y asiente retirándose sigilosamente para preparar la misiva.
Mientras tanto, al otro lado de la pared, Nimue esta enjaulada en una sala oscura y vacía a excepción de un siervo del Rey de los Leprosos que la vigilaba. Las llaves colgaban de su mano descamada mientras se mofaba de la situación de ella.
Nimue cerró los ojos, agarro el rugoso metal de los barrotes y dirigió sus pensamientos a los Ocultos. Sintió un leve hormigueo en el vientre y un fino hilo de parra de plata le subió por la mejilla.

¡Los Ocultos responden! —pensó aliviada—. Ayudadme, se los suplico.

Unas ramas salieron de las grietas de la caverna sorprendiendo al leproso que acabo envuelto de ellas por su pecho y garganta dificultándole respirar mientras que una de ellas le acercaba lentamente a las llaves de la jaula.

—Gracias —dijo ella en voz baja.

La joven abrió la oxidada jaula y echo a correr sigilosamente saliendo airosa de la caverna y del valle Marón. No quería toparse con ningún leproso más, solo quería salir de allí.
Su mente estaba clara, partiría hacia las torres del Castillo de Graymalkin, el lugar donde estuvo con Merlín la primera vez que lo vio en persona con la esperanza de encontrarlos a él y a Morgana allí junto con la espada.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora