CUARENTA

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Bajo la fría noche estrellada, lograron con éxito salir de Pendragón encontrándose cara a cara con un hombre familiar.

—¿Merlín? —soltó Nimue con sorpresa.

Corrió hacia él fundiéndose en un cálido y reconfortante abrazo. La última vez que se encontraron, sus manos se separaron sumergiendo a Nimue en un profundo y puro lago.

—Oí que estabas en Pendragón. Me alegra haberte encontrado —dijo él entre sollozos mientras sostenía la cara de su hija en sus manos.

Unos metros atrás, Ardilla y el Monje Llorón contemplaban sin interrumpir aquella escena.

—¿Merlín el mago? —preguntó confuso el monje al chico.

—Así es, es su padre.

Los ojos de Merlín se posaron fugazmente en el Monje Llorón antes de volver a mirar a su hija.

—Será mejor que nos alejemos de este lugar —comentó el mago agarrando la mano de Nimue y guiándola hacia el interior del oscuro bosque mientras los demás los seguían.

Se mezclaron entre los árboles y, a pesar de la inexistente luz, la joven no podía ocultar su cara triste y decepcionada por no conseguir el pacto y haber caído en la trama del rey Uther.

—Quise pactar con el rey Uther, pero me engañó —susurró ella.

Al escucharla y sin detenerse en el trayecto, Merlín se colocó a su lado y pasó el brazo por los hombros de ella, permitiéndole acercarse a su oído.

—Los guerreros no son aquellos que nunca fracasan Nimue, sino aquellos que nunca abandonan. Y tú nunca abandonarás a los tuyos, eso lo sé —habló orgulloso con una sonrisa dibujada en la cara.

—Me alegra volver a verte, padre.

No era la primera vez que Merlín escuchaba de su boca llamarle así, pero esa simple palabra podía hacer que se le erizara la piel.

—Tenía que asegurarme, tenía que ver que estabas bien. Además, debía devolverte esto — dijo el mago desabrochando su cinturón y entregando la Espada de los Primeros Reyes a su hija—. Te preguntaría qué demonios hace ese monje con vosotros, pero parece que confías en él.

—Desde que era niño, la iglesia le metió oscuras cosas en la cabeza hasta el punto de despreciar a su propia raza y a sí mismo. Estaba perdido y creo que he sido muy dura con él.

Merlín la mira con intriga e interés mientras habla, sin poder evitar sentirse identificado con aquel hombre.

—Sé lo que se siente al ser despreciado por tu gente.

—Gracias —soltó de pronto la joven.

—¿Por qué?

—Por buscarme.

El sorprendido mago no pudo contener una sonrisa de pura felicidad.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora