DOS

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Esa noche un sombrío Merlín regresaba a la pequeña cueva donde se escondían Morgana y él tras perder a Nimue.

—He revisado los alrededores. Parece que no nos han seguido —apoyó él su espalda en una de las paredes mientras su mirada decaída se posaba en la espada que sostenía con firmeza en sus manos.

El ambiente era tenso y la cueva no era especialmente acogedora de no ser por una pequeña hoguera que hizo Morgana mientras Merlín revisaba el exterior.

—No puedo creer que la hermana Iris hiciera eso. Sus ojos... estaban llenos de odio —murmuró ella con un leve sollozo intentando entender porque lo había hecho.

Aun apoyado en la pared, el mago cerró unos segundos los ojos con la esperanza de que al volver a abrirlos todo habría sido un terrible sueño.

—Merlín... ¿quieres que hablemos? No la has mencionado en todo el día y--

—No podemos quedarnos aquí toda la noche, los Paladines Rojos y la Trinidad no deben de estar muy lejos, es cuestión de tiempo que nos encuentren. Descansemos un par de horas y partamos cuanto antes —exclamó él incomodo evadiendo la pregunta antes de que Morgana pudiera terminar de hablar.

—Entiendo tu dolor. También perdí a una persona importante para mí y Nimue era mi amiga —Morgana le miro con dulzura buscando que sus palabras no le hicieran sentirse tan solo.

La luz del fuego que se consumía lentamente mostraba sus caras cansadas y sus párpados hinchados.

—Tenía sus ojos —susurró el mago aun con la última palabra de ella resonando en sus oídos —. Los amables ojos de Leonor —añadió tembloroso y con la voz entrecortada sin poder evitar llorar—. Las mataron a las dos. Me arrebataron a Nimue y pagaran por lo que han hecho.

—Espera Merlín, ¿Qué planeas hacer? No hagas ninguna locura, no quiero tener que ir a por ti cuando mueras por simple venganza —lo miro con alarma.

—He recuperado mi magia y tengo la Espada de Poder. No puedo dejar que hagan lo que quieran y que maten a la gente que queremos. ¡Voy a detenerlos! —contestó sin rodeos levantándose con rapidez e ira.

El mago se apresuró hacia la salida de la cueva cuando de repente un confuso pensamiento le hizo parar en seco girándose lentamente hacia ella.

—Morgana... —dijo dubitativo—. ¿Qué haces aquí?

—¿Qué quieres decir?

—Estas aquí en esta cueva fría conmigo. ¿Por qué?

La voz baja y alterada de Merlín erizó la piel de ella intentando entender que quería decir.

—Tendrías que habértela llevado —prosiguió él.

En ese instante Morgana entendió sus palabras.

—Ahora tú eres la viuda Morgana. Y si tu estas aquí...

—...¡Nimue está viva! —concluyó ella.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora