TRECE

128 11 0
                                    

En una gran casa de Castle Combe, Caili bajaba con velocidad las escaleras de madera tras salir de su habitación.

—¡¿Dónde vas así vestida?! —resonó una voz autoritaria femenina—. No te hemos educado para ir como una mendiga Caili. Tienes hermosos vestidos y quiero que hoy te pongas el azul con volantes.

—Pero mama hoy no vamos a la iglesia.

—Tendremos una visita importante y una mujer tiene que vestir elegante y acorde a su clase social. Venga, date prisa, te espero abajo.

Caili puso los ojos en blanco y subió las escaleras con resignación preguntándose quién diablos venía a casa.
Tras varias horas Alexandre, el padre de Caili, entró en casa junto a un joven alto un poco mayor que ella con el pelo castaño, bigote y vestimenta elegante.

—Ya he vuelto querida y traigo a Darrell —anunció Alexandre dedicándole una sonrisa a su esposa.

—Gracias por invitarme a su casa señora, su marido me ha hablado mucho de usted por el camino.

—Encantada, llámeme Briana. Espero que mi marido no haya hablado solo de mí —dijo lanzando una mirada a Alexandre.

—Claro que no querida. Darrell ven, quiero presentarte a mi hija Caili.

—Es un placer señor —dijo la chica a aquel extraño.

—El placer es mío —respondió él inclinando levemente la cabeza sin apartar la vista de ella.

La joven odiaba todas esas falsas formalidades pero siempre aparentaba ser una dama por sus padres. Después de conocerse se sentaron en el salón uno al lado del otro mientras Alexandre ayudaba a Briana a preparar el té.

—Tu padre me ha contado que te gusta leer.

—Así es.

—¿Y qué lees? ¿Novelas románticas?

—No, por lo general suelo leer aventura o historia.

—Entiendo... es atrayente, no cabe duda —dijo el joven con desinterés.

El padre irrumpió en el salón dejando una bandeja de té en la mesita.

—Se os ve bien juntos —soltó Alexandre a propósito.

—¿Qué quieres decir padre?

—¡Alexandre espera! —susurró Briana intentando que no siguiera hablando.

—Darrel ha venido para conocerte —prosiguió ignorando la advertencia de su esposa—. Está interesado en desposarte hija, haremos una gran boda y os iréis a vivir a una gran ciudad donde formaréis una gran familia.

La voz de su padre cada vez sonaba más lejana mientras Caili no podía creer lo que estaba sucediendo. De pronto ella se levantó del sillón bruscamente y alzó la voz.

—¡No! ¡Me niego!

—¡¿Caili?! —dijo su madre conteniendo la respiración.

—¡No quiero casarme y menos con alguien a quien no conozco!

Ante aquel escandalo el joven se levantó malhumorado dirigiéndose a la puerta.

—Deberíais explicarle su posición, por su bien —concluyó Darrell antes de marcharse.

La puerta se cerró y Alexandre y Briana se giraron hacia su hija. La cara de su padre se tornó roja.

—¡Pero qué has hecho! ¡Cómo te atreves a avergonzarnos así!

—Alexandre cálmate —intervino Briana intentando contener el enfado de su esposo.

—¡¿Caili, acaso no sabes quién es?! —continuó él—. Ese compromiso ayudará a saldar nuestras deudas.

—Pero padre no quiero casarme. Quiero viajar, encontrar mi propio camino.

—¡Tú ya tienes un camino, un deber, un propósito en esta vida y lo cumplirás! ¡Ya estás en edad de casarte con un buen hombre y cuando lo hagas podrás negociar con tu esposo lo que diablos quieras hacer!

—Padre, no puedo hacer lo que me pides.

Ante esas palabras un sonido seco retumbo en la habitación haciendo que Caili se llevara la mano a su roja mejilla.

—Lo siento, no me has dejado otra opción.

La madre se quedó petrificada ante aquella escena y la chica se fue corriendo a su cuarto intentando aguantar sus ganas de llorar.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora