Subida a un caballo blanco, Iris observaba en el bosque cómo la Trinidad abandonaba Pendragón después de la confusión.
Dos jinetes que venían de la ciudad cabalgaban a paso veloz hacia ella.—¿Por qué se retiran? ¿La tenéis? —interrogó Iris.
—La bruja ha desaparecido. Hemos buscado por toda la ciudad pero no hay ni rastro de ella.
Con expresión seria, la hermana Iris camino a lomos del animal colocándose al lado de aquellos hombres. Levantando su brazo derecho, tiró de la oreja a uno de los jinetes.
—¿Qué se os ha escapado? ¡¿Cómo se os ha podido escapar?! ¡La teníais en la palma de vuestras manos! ¡Sois unos inútiles! —gritó furiosa soltando la oreja que había cambiado de color.
—Por lo menos el rey avisó que la bruja estaba en Pendragón pero vosotros... ¡¿Qué habéis hecho vosotros?! —expresó en cólera—. Tendré que encargarme yo misma.
Los hombres no se atrevían a mirarla a los ojos avergonzados por su fracaso. Iris agarró las cuerdas del caballo con fuerza y galopó hacia el interior del bosque.
Mientras tanto, sentado en su trono en el Gran Salón, Uther culpaba a la Trinidad por no lograr capturarla y que, por lo tanto, su trampa no funcionara. Sus lacayos escuchaban en silencio su eterno monólogo.
—Dicen ser muy fuertes, pero a la hora de la verdad la Iglesia no es capaz de capturar a una mujer —comentó el rey con soberbia—. Les di la oportunidad y la desaprovecharon. Al menos no volverán a molestarme.
—Por un tiempo... —soltó sin querer uno de los lacayos.
—¿Qué has dicho? —interpeló molesto Uther.
—Lo siento majestad, solo decía que no volverán a molestar en un tiempo —aclaró nerviosamente inclinando su cabeza ante la mirada afilada del rey.
—¡¿Qué más quieren?! Me he puesto de su lado, del lado de la Iglesia.
—Pero no han conseguido lo que querían así que volverán a Pendragón... Mientras tanto majestad, ese Rey de los Hielos sigue arrasando sus aldeas y el ejército está preparado para combatirlo.
—¡Para, no me agobies! —refunfuñó mientras se mordía las uñas en su trono—. Los problemas de uno en uno. Si tenemos una tregua con la Iglesia, aunque sea momentánea, debemos aprovecharla. Comandaré yo mismo mi ejército y expulsaré a los invasores vikingos de mis tierras.
—Quizá es un poco precipitado que usted vaya, creo que--
—¡Hazlo! —vociferó interrumpiendo al lacayo haciendo vibrar el suelo.
—Prepararé todo, su majestad —dijo inclinando la cabeza y retirándose a la puerta.
Tanto la hermana Iris como Uther Pendragón deseaban que aquel día gris y desastroso llegara a su fin. Ese día ambos asumieron el liderazgo, haciendo que esa decisión determinara su resultado final.
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Cursed 2 (Maldita 2)
AdventureDespués de haber caído desde un puente, la aventura de Nimue sigue su curso esta vez sin la Espada de los Primeros Reyes. Merlín y Morgana desolados por lo ocurrido, el Monje Llorón y Ardilla juntos después de escapar de la Trinidad y Arturo mar ade...