VEINTISÉIS

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En la enorme mesa de madera oscura, el rey Uther Pendragón se encontraba dándose un festín de comida y bebida sin esperar recibir a manos de su lacayo una misiva que le arruinaría el apetito.
Nimue requería audiencia con él para pactar un acuerdo contra la Trinidad. Uther que disfrutaba de su comida cambio completamente su semblante tras oír ese mensaje y con un tono exasperado comenzó a hablar.

—No solo tenemos pequeños campamentos de niñatos de la iglesia rodeando y vigilando Pendragón, sino que además ese Rey de los Hielos está acorralándonos en estos momentos y, para rematar, ahora recibo una carta de una reina Fey que quiere pactar —suspiró molesto el rey Uther—. ¡No puedo perder el tiempo con una chiquilla!

—Majestad en estos tiempos de guerra con un enemigo tan cerca de nosotros le sugiero que la reciba y la escuchemos —le imploró el lacayo.

—Es una pérdida de tiempo y lo sabes. No tiene ningún ejército, todos los Fey se fueron en barcos.

—Pero majestad dicen que tiene dones místicos y que la iglesia la teme.

Sacudiendo la cabeza y con gesto de desaprobación Uther replicó.

—Aun así una sola chica no puede derrotar a un ejército entero. No podemos pactar con ella, sería absurdo.

El lacayo se acercó lentamente al joven monarca con una vil sonrisa.

—¿Quién ha dicho que debamos pactar con ella? —dijo con reticencia y mirada astuta—. La trinidad la busca, la desea. Le pondremos una trampa y se la entregaremos. Así nos aliaremos con la Iglesia.

—A cambio de que se pongan del lado del rey verdadero, de mi lado —concluyó el monarca con una sonrisa maliciosa.

Aquel día dos cartas con el sello de las tres coronas de la Casa Pendragón fueron escritas y enviadas, una con la aceptación de dicha audiencia y la otra con un mensaje hacia la Trinidad.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora