Capítulo 41: Intento.

14 6 0
                                    

Cuando Savannah me propuso que yo intentara que no me despidieran. mientras que ella intentaría pasar las materias para no aplazar año, lo vi como si le estuviera pidiendo al fuego que mojara en lugar de quemar.

Así de estúpido e imposible escuché sus palabras. A dos semanas de haber pactado nuestra alianza de "Intentar" he notado cierta diferencia, más no los resultados necesarios. Ella sigue sin ser capaz de aprobar un solo examen y yo sigo siendo hostigado por Alphonse, quien afirma que no hago lo suficiente. Incluso me llego a decir:

—No es suficiente que "intentes". Tienes que "lograrlo".

Lo detesto. Si pudiera voy y lo lanzaba de la cuarta planta para que se haga papilla contra el suelo. ¿Qué tan bien me sentiría si le quedara el relleno desparramado en la losa? Tal vez hasta el humor de Sherlock mejore, desde que los dos terminaron la pobre ha estado insufrible.

No tenía idea de cuánto les afectaba a las mujeres una ruptura con alguien que de verdad amaban. Lo peor de todo es la impotencia que siento al no poder borrar o siquiera suprimir ese dolor de su corazón, no hay palabra de aliento que la sosiegue ni consuelo que la calme.

Savannah, me hizo descubrir a mis veintisiete años, que un hombre puede ser amigo de una mujer sin sexo de por medio. Pese a que entre los dos hay una obvia y evidente atracción, ninguno de los dos hace el "intento" de hacer algo con el otro. ¿Por qué? En concreto, no lo sé, aunque si se me ocurren un par de millón de razones por las que "no" se puede "intentar algo entre los dos". Pero tampoco me ánimo a mover un solo dedo para mancillarla.

Aunque suene así de ridículo, hasta adentro en mi cabeza. Lo extraño es que pese a la existencia de "algo" ambos parecemos estar conforme con ignorarlo. Mi miedo, es cuando la tensión acumulada sea demasiada y el elástico nos reviente directo en el rostro. Lo que sí me prometí fue no preocuparme por lo que aún no pasa.

El timbre suena anunciando el receso, mis nervios agradecen la calma que me da ser libre de esa bola de inútiles que no entienden ni siquiera la diferencia de un maldito catión con un anión. Empaco mis cosas con la más tortuosa lentitud, todos los alumnos se largan con la misma rapidez de una bala disparada; otros, esos que son la excepción como Savannah, valga la aclaración que es la única que me importa, se quedan. Ella, en específico, apuntando lo escrito por mí en la pizarra.

— ¡Oye! —Me llama al darse cuenta de mi andar en su dirección—. El enlace povalente se produce cuando dos bolitas se unen y alcanzan una cosa llamada "osteto entable".

La tontera que ha dicho me resulta más allá de lo divertida. Por el contrario, la seguridad con la que habla me deja en claro la seriedad de su pregunta.

—Se llama enlace covalente —lo pronuncio despacio para que lo capte en su plenitud. Gracias a eso, ella se da cuenta de su error por lo que baja su vista al cuaderno y empieza a tachar y reescribir. Una vez vuelve sus ojitos a mí, continúo—. Se produce cuando dos átomos se unen y alcanzan una cosa llamada "octeto estable".

— ¿No hay ningún "osteto entable"?

—No, Sherlock.

—Las bolitas que dibujaste de diferentes colores las llamas con nombres específicos, ¿por qué le pusiste letritas en medio si las llamas con otro nombre?

Tomo aire a sabiendas que esto va a tomar un largo rato, todo el receso quizá. Halo la silla de mi escritorio y la coloco frente a ella para al menos estar cómodo en estas clases privadas.

—Las letras que las bolitas tienen en medio son para que sepas qué elemento es.

— ¿Elemento de qué? —Inquiere dudosa con el ceño fruncido. Tengo el presentimiento de que para ella estoy hablando en chino.

¿Lo intentamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora