Capítulo 29: Todo.

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— ¿Por qué me estas rehuyendo? —Espeta un colérico Harry entrando como una fiera salvaje al interior de la oficina de Anne.

—Niño retírate —ordena de tajo un hombre enfundado en su traje negro con un audífono en el oído—. Si, aquí Hosh —habla a su muñeca—, tengo al niño.

—Niño y una mierda —era tan alto como él, sin embargo el guardia de seguridad mucho más fornido, más imponente; aún con eso, Harry se cuadro el doble de hombros y con el reto implícito en su mirada continúo —. Retírate —ordena como teniendo el poder de decidirlo.

—Yo no soy como mis compañeros... Te sales o te saco —advierte abriendo la puerta del todo e incluso para pelear si era necesario.

—Tus compañeros del Kínder no lograron ni ponerme un dedo... A ver inténtalo tú.

—Está bien Zigor —interviene Anne puesta en pie al otro lado de su escritorio—. Diles a tus hombres que no lo toquen.

—Señorita Anne... —intenta mediar el jefe de seguridad pero ella lo corta de tajo con la mano alzada en suplica de silencio. Este enmudecido asiente y se va, no sin antes velar por la seguridad de su jefa—. Estaré afuera, Anne.

Entonces se da la media vuelta, cruza el umbral y se asegura de no cerrar del todo la puerta—: ¿Anne? —Reclama Harry con el celo tiñendo su tono—. ¿Dejas que te digan por tu nombre?

—Eso no importa, ¿qué quieres?

— ¿Tienes un trato especial con el tal Zigor Hosh?

— ¡Harry! —Advierte seca, simple y cortante—. Estoy trabajando lo que sea que quieras, dilo rápido —se oía serena, bastante tranquila se miraba, de hecho.

— ¿Qué pasa contigo mujer?

—Si esas niñerías querías hablar —un nudo comenzó a apretar cruelmente su garganta—, por favor retírate y no me hagas perder el tiempo —para ella zanjado el tema, se sienta de nuevo sobre su silla y simula concentrarse en la computadora frente a ella.

— ¿Por qué me huyes? Y, ¿por qué en el jodido planeta se te ocurrió decirle a la seguridad que no me dejara entrar?

Estrella la puerta con violencia cerrándola por completo y causándole un sobresalto a Zigor. Antes que este pobre reaccionara Harry ya había puesto el seguro.

— ¿Anne? —Grita, colérico al borde de la histeria, girando el pomo para abrir, al otro lado de la puerta.

—Estoy bien... Tranquilo Zigor —asegura en un medio grito.

— ¡¿Que confianza?! —Burla con el tono más insípido que puede usar.

—Dame un momento —vuelve a gritar.

—Estaré acá mismo.

—No te voy a hacer nada, Anne —escupe con la indignación haciendo añicos su corazón.

—Estoy segura de ello... Pero es su obligación preocuparse.

—Tenemos que hablar.

— ¿El qué?

—Todo.

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Luego de que mi aparatoso accidente con Alphonse no me lo cruce ni por un milagro de Dios. Antonio desapareció por un largo rato. Después de matemáticas el receso se fue volando y luego teníamos ciencia e incluso llego tarde a dar su propia clase... Le pregunte sobre Alphonse y lo único que el desgraciado quiso decirme fue un grotesco y frió—: No sé y todo lo que tenga que ver con él, me importa una reverenda mierda.

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