"Estoy bien, ya dejen de joder".
Fue el mensaje que tecleé y reenvié a todas las personas que han estado escribiéndome, preguntando qué en donde estoy, qué estoy haciendo, con quién me he ido... Entre muchas otras cosas. No he querido hablar con nadie, ni siquiera con las dos chicas que llamo amigas. Me decepciona en gran manera que mi mamá ni siquiera me haya escrito en lo más mínimo.
Simplemente se ha limitado a solo escribirme "No llegaré a dormir", un día tras el otro. No sé qué tanto hará, pero ya me comenzó a inquietar.
Logré convencer a Alphonse de no ir, hoy viernes, al instituto. Después de todo ya es viernes y un día más que falte asegure que no importaría.
Él no se sentía muy contento y aseguró que si importaba, pero de igual modo no fui. Él se fue a trabajar, dejándome sola, de nuevo, en su apartamento.
Planeo ir a casa, ese lugar al que no puedo llamar hogar, le diré a mi mamá que no he estado yendo al instituto, tal vez me regaña y me presta algo de atención.
Alphonse me deja dinero por si se me ofrece comprar algo, o por alguna necesidad; mi escaso sentido común dicta que al menos tome el autobús público para ir a la casa, cuando me alcanza para un taxi, pero prefiero caminar.
Sé que el camino es muy largo pero aun así lo recorro con paciencia.
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En todo el día Savannah no ha dado señales de vida, lleva casi una semana sin pisar el instituto. Me aterra que Alphonse, siendo el más cercano a ella, esté tan tranquilo y seguro que está bien.
Toda esa tranquilidad me es seña de que él sabe dónde y con quién está, no obstante, se niega a siquiera dar pista de su paradero. El porqué de esa actitud me es desconocido y repulsivo.
Con respecto a esta chica que tan enraizada esta en mi cabeza, creo que me tiene ya sin cuidado. Me digo a mi mismo que no debo de mostrar tanto interés por ella, me aseguro vehemente que no tengo razón por la cual preocuparme. Aún con todo eso, no puedo evitar que si me importe, es inevitable para mí que me importe demasiado.
—Este sábado es la fiesta de Alba —escucho a Lana hablando con sus amigas, las tres sentadas en una mesa adelante de la mía, en la cafetería del instituto—, casi nadie está invitado.
—Da igual quién quiere ir a la fiesta de cumpleaños —remeda en un tono extraño— de esa estúpida.
—Rita —suelta Lana en modo reprobatorio—, va a ir Luke, John y quizá este hasta Harry, por la odiosa de Savannah.
— ¿Qué tiene que vaya John? —Es Ginger quien habla por primera vez, ella está de espaldas a mí, desde donde estoy solo logro ver su abundante melena morocha color caramelo que tanto me encanta.
— ¡Perdón! —Chilla Lana emocionada—, no te hemos contado... Dile Rita.
No puedo evitar estirarme un poco para oír lo que van a decir cuando me percato que han bajado la voz.
—Hola —las interrumpe una sonora y alegre voz masculina.
— ¡John! —Chillan las tres más que emocionadas. Ginger se hace al rincón del asiento para que el tipo se siente a su lado pero éste en lugar de corresponderle se queda parado al lado de Lana.
—Rita —dice el joven y la situación cautiva más mi atención.
—Pásate para allá —ordena la otra y Lana se para, para luego sentarse al lado de Ginger, ahora las dos están de espaldas a mí, no puedo ver la cara de la colochita de caramelo pero si veo su perfil, aturdido... Confundido, por sobre todo, cuando vuelve a ver a Lana suplicante por una explicación.
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¿Lo intentamos?
Romance¿Por qué a todas se les alborotan las hormonas, cuando ven a un tipo alto, cabello café claro y ojos negros como ningunos otros, mandíbula fuerte y músculos bien marcados, con una mirada que derrite a cualquiera? Mmmm. Bueno no importa. _________ N...