Capítulo 19: Y ahora ¿Entiendes?

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Mi mamá prácticamente me encerró en mi habitación para que no me fuera como alma que lleva el diablo ayer. Estaba por irme cuando mi mamá me suplicó que me quedara.

No quise hacerlo, ni siquiera quería oírla, abrí la puerta y ni logré cruzar el umbral cuando mi mamá le dijo a Harry que no me dejara salir.

El muy idiota, me agarró por la cintura y me echo al hombro. Patalee montada en su espalda, forceje con él, lo empujé y no logre absolutamente nada.

Recorrió el camino a mi habitación conmigo a cuestas sin ningún problema. Oí la puerta abrirse y lo próximo que sentí fue mi espalda estamparse en la cama.

Me costó un poco recobrar el sentido y aún más el equilibrio. Media vez me fue posible ponerme de pie y dejé de rodar al suelo desde la cama, corrí hasta la puerta. Ni siquiera alcance a llegar a un par de metros, Harry me cerró la puerta antes de que lograra acercarme.

Intente forcejear la puerta, no me fue posible con Harry manteniéndola en su lugar al otro lado, menos cuando mi mamá apareció y le echó llave a mi puerta.

Se puso hablar tras la puerta, le grité que no tenía ni el más mínimo deseo de oírla y que no lo haría. Me encerré en el baño y me puse los audífonos a todo volumen.

Luego de un par de horas intente irme, la puerta seguía con llave, me acerqué a una ventana pero con mi habitación en la segunda planta el suelo se veía tan lejano como las estrellas. Soy muy mala para calcular pero no me cabe duda que hay unos cinco metros de caída hasta el suelo. Así que bajarme por el techo fue la primera idea que descarté.

Con el árbol más cercano a más de seis metros de distancia, de milagro un par de hojas chocan con mi ventana. Una delgada rama es la única salida que veo. Se podría haber quebrado bajo mi peso y hubiese caído de golpe al suelo. De nuevo el miedo me ganó y descarté esa idea también.

Al final de cuentas me quedé dormida en mi cama sin siquiera darme cuenta.

Me desperté hace unos segundos de golpe por una extraña presión opresiva en el pecho irradia a mis hombros, los brazos, el cuello y hasta mi mandíbula.

Me levanto con brusquedad de la cama reincorporándome en una posición sentada, me doy cuenta que estoy sudando helado, me siento mareada y me cuesta respirar sin que haya una explicación obvia.

Sostengo mi cabeza entre mis manos, apoyando los codos en las rodillas y el malestar se hace cada vez más fuerte.

Ansiedad, debilidad, náuseas o cansancio incomprensible; de tanto que me aqueja que no logro identificar, del todo, qué es en concreto.

"Mamá".

Lo sueño, lo digo, lo pienso, lo grito... No lo sé.

"Mamá, ayúdame".

Lo que sí sé, es que me siento a punto de desfallecer.

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—Me acompaño a salvar a mis hermanas y a mi madre que...

—Si Ginger eso lo recuerdo... Estábamos en la cafetería y luego fuimos al antro, llegamos y una mujer que me dio una bebida... Fue África quien me lo dio... Dijo que saldría ella sola si me lo tomaba, saqué a California. Después ya no me acuerdo que paso.

—No lo debiste de haber tomado si te lo ofreció ella.

—Eso dijo tu madre —le dije con una sonrisa triste.

—Fui por mi hermana, California —continúa Ginger, yo la oigo con atención—. Estaba bailando con un tipo... Tuve que arrastrarla a la salida tú terminaste de sacarla y yo me quedé con África funfurruñando que usted era suyo y que California se lo había robado —suelta un suspiro cansino rodando los ojos al cielo—. Luego de que logré meterla al carro, me regresé a buscar a mi mamá; mis hermanas y ella son clientes frecuentes así que no me costó averiguar dónde estaba, uno de los guardias dijo que ya se había ido hacía ratos con un tipo. Ya en su carro, me di cuenta que estaba drogado, mis hermanas peleándose por su atención, usted asegurando tener suficiente para las tres...

¿Lo intentamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora