Capítulo 21: Sólo hay un lado negativo.

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—Me echó la culpa de la muerte de mi papá —Savannah grita a todo lo que le da el aire en sus pulmones—. Ella ni siquiera lo  quería pero yo lo amaba —escupe furiosa, indignada por sobre todas las cosas. Con la garganta seca y la máquina que indica el pulso pitando con tanto imperio como una ola que rompe en la costa—. ¿Enserio me estas pidiendo que vea el maldito lado positivo? 

—Any, Savannah... Por favor, tranquilícense un poco —suplica al ser consciente de los riesgos. Ambas alteradas y una recién víctima de un paro cardíaco... No podía presagiar nada bueno una discusión tan acalorada como la que se estaba librando.

—Me mataba la culpa de haber engañado a tu padre —gimotea con debilidad—, de que por mí nos hayamos tenido que mudar. Fue muy cruel de mi parte echarte la culpa cuando no la tenías... Yo la tenía no tú. Siempre tuve la culpa yo, tú... —todo estaba borroso, fuera de foco... Negro—. Tú eras una niña inocente... —dice con esfuerzo y un último suspiro escapa de su garganta.

— ¡Any! —Suelta Harry en un grito ahogado cuando ella se desvanece en el aire—. Ayuda.

Dice apenas logrando sostenerla en el aire, sin embargo no  logra evitar que esta impacte de lleno en el suelo, de blanco inmaculado, ni siquiera su fuerza impide que él sea arrastrado con ella.

— ¡Mamá!

—Malditas enfermeras —maldice Harry antes de levantarse del suelo y salir corriendo afuera gritando por la atención de un médico—. Cuarto dos señora —le grita a la primera persona se encuentra en el pasillo—, se desmallo... se... —medias palabras ininteligibles salen a borbotones por su boca ante la mujer vestida de blanco

—  ¡Caballero, calmase por favor! —Harry la sujeta por lo hombros y tironea de ella, sin mediar más palabra, hacia el cuarto en el que se encuentra su mujer y la hija de la misma.

—Es un hospital —le espeta la doctora safandose de su imperioso agarre—, ya tienen que detener su griterío. Iba justo al cuarto de su paciente, no pueden estarse peleando, no en un hospital, menos con la paciente recuperándose de un paro cardíaco.

En el mismo instante en que la doctora termina de hablar, un pitido estridente estalla en la tablet que carga. La atención de ella se vuelca a la pantalla del aparato, sus ojos casi salen de sus órbitas y el pánico estalla en el sistema del trastornado muchacho.

—Señora... —Harry le grita histérico al oído de la mujer.

Por inercia la doctora acalla la alarma de la Tablet, al mismo tiempo que ignora al joven alterado al lado de ella, acto siguiente parece hablarle a la nada cuando se toca la oreja y dice—: Emergencia, cuarto número dos.

La alarma de la tablet...

Era por ellas...

Any...

Nada es más importante que llegar al cuarto dos para Harry; deja atrás a la mujer y corre sin estribos hasta llegar y encontrarse con la aterradora imagen...

— ¡Savannah! —Le grita furioso con un deje preocupado al ver a la chiquilla tendida en el suelo, llorando al lado de su madre. Las máquinas a su alrededor pitan y emiten sonidos extraños que resultan lacerantes a sus oídos.

—Un doctor —súplica Savannah con agonía en la dirección de su exnovio, entre sus brazos sostiene a su madre inconsciente.

La cama en la que Savannah estaba conserva unos muy evidentes vestigios de sangre, mismos que saltan a la vista cuando Harry se acerca a ambas. Anne, también está manchada de sangre, de sus brazos y de su rostro, su hija no deja de gritar desesperada por ayuda. Cuando Savannah se levantó, de la forma tan abrupta en que lo hizo, arrancó de tajo todos los sueros que estaban inyectados en sus brazos, la sonda en su nariz y el medicamento, todo administrado por vía intravenosa, gracias a los catéteres. En el proceso, se produjo un enorme daño en su piel, al grado de provocarse un peligroso desangrado.

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