— ¿Mamá es cierto que tengo que hablar en una de las conferencias?
— ¿Que tienes que hacer el qué? —Me mira peor a qué si le hubiese dicho una locura impensable.
—Alphonse me dijo que yo tendría que hablar en una conferencia.
—Soy una de las coordinadoras principales del evento y créeme que ni loca te pondría a hablar en público, mucho menos lo permitiría.
—Pero Alphonse dijo que...
Mi madre ríe divertida y yo me quedo en blanco—: Lo dijo por decir, entonces.
—Maldito hijo de... —tapa mi boca con mano y me mira como queriendo darme una bofetada pero reprimiendo su impulso por estar entre tanta gente.
—Eres un maestro. No se te olvide —quita su mano de sobre mi boca—. Además deberías de estar agradecido de estar en estas capacitaciones.
—Cámbiame la habitación —no pretendo sonar suplicante pero lo hago, sueno hasta necesitado—. Odio a ese idiota —la incredulidad que se filtra en sus ojos se siente peor a que me dieran una patada en mi hombría—. Mamá, por favor —chillo como niño en medio de un berrinche.
—Mira... —abre su boca para decirme algo, sin embargo, la cierra en el proceso. Parece arrepentirse otro poco cuando suelta balbuceos incoherentes—. Amor —toma mi mejilla, yo me doblo un poco a su alrura—, compórtate como hombre, no como niño en preescolar.
Mi boca se deforma en un gesto irreconocible y estoy seguro que la única razón por la que no le estoy espetando mil maldiciones es porque es mi madre.
—Te amo.
Me recuerda antes de dejarme plantado en medio del salón, plagado de sillas y de gente yendo de un lado a otro, en el que faltan pocos minutos para que empiece la primera capacitación.
—Hola —se me acerca una linda chica apenas un par de centímetros más baja que yo.
—Hola —le digo de mala gana aún enojado con mi madre.
— ¿La señorita Margaret es tu novia?
El asco que se apodera de mis entrañas es tan grande que me obligo a darle la espalda para no estrellarle la cabeza hueca que tiene contra el piso.
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—Haber, nos estás diciendo que Harry apostó con sus amigos el acostarse contigo... —April intenta embonar las piezas después que he acabado mi triste historia.
—Y para rematar que tu mamá se metió con Davis desde que tenía diecisiete años... —completa Alba.
—Que importa que ese tarado haya tenido diecisiete... Anne seguía casada.
—Niñas —resuena un grito desde la planta baja—. Vengan por la cena.
Las tres vinimos a casa de April —en el proceso nos deshicimos de Ginger—luego de haber terminado la jornada de estudio en el instituto. Ahora, de hecho estamos en su cuarto, apunto de bajar por la cena que su madre nos ha preparado.
Descendemos por las escaleras hasta llegar a la cocina. Ahí la madre de April nos sirve nuestros platos repletos de comida. Nos damos la vuelta y regresamos casi corriendo a la habitación de nuestra amiga; logramos llegar hasta las escaleras cuando nos detienen.
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¿Lo intentamos?
Romance¿Por qué a todas se les alborotan las hormonas, cuando ven a un tipo alto, cabello café claro y ojos negros como ningunos otros, mandíbula fuerte y músculos bien marcados, con una mirada que derrite a cualquiera? Mmmm. Bueno no importa. _________ N...