Primer día de escuela, ¡Viva, cuánta emoción! —Notese el sarcasmo—. El primer día de escuela al que tengo que sobrevivir.
Harry, quien se esta portando peor que un odioso hermano mayor, se ofreció a traerme al instituto; creo que involuntariamente le di a entender en su lenguaje con un "Largo" un "Sí, por favor ve a dejarme" y si eso no fuera suficiente en algún punto de la conversación entendió también "Ven a traerme, te estaré esperando".
— ¿Soy tu acto de caridad? —Rezongo antes de bajarme de su automóvil.
—Velo como tu quieras, preciosa.
— ¿Tu universidad?
— ¿Qué?... ¿Te importa?
Un bufido se escapa de mi garganta, mis ojos ruedan al cielo y tengo que morderme la lengua para no espetarle una retahíla de maldiciones.
—Te consume demasiado tiempo, idiota. Faltando a clases esperas graduarte.
—Toda la vida me las he arreglado para salir en limpio...
—Aún hay estúpidas que te hacen la tarea por un beso.
Sonríe arrogante y arquea una ceja; no soy capaz de ignorar la hermosura de hombre por la que antes me sentía atraída—: Lo hacen por menos —me restriega en la cara al patán que tuve por novio.
—Pendejo —lo insulto, aunque al parecer le ha parecido un halago ya que ríe con más fuerza que antes.
Cuando lo abandona su ataque de risa me lanza un beso, hecho que tomo como mi banderazo de salida del auto.
—Vengo por ti a las cuatro, no quiero estarte esperando —sentencia. Su respuesta es mi dedo medio alzado. Lo escucho reír y acto siguiente lo veo irse.
Respiro hondo, una y otra, y después una más luego de la siguiente, hasta que siento que mis pulmones tienen oxígeno necesario. Frente a mí se alzan imponentes las edificaciones del Instituto Westfall; en su enorme patio delantero, peor que una plaga, una horda de adolescentes caminan perdidos en sus cavilaciones, otros muy ensimismados y algunos más cuchicheando indiscretos con los ojos pegados en mí existencia.
Estoy más que segura, gracias a los retazos de conversación que llegan a mis oídos, que ese alboroto no se debe a mi regreso al instituto, sino más bien, al hecho de haberme bajado del automóvil del popular, del ídolo, del dios de Westfall, Harry Davis.
En el clima de hoy se pronostican intensos cuchicheos durante la mañana, calientes suposiciones por la tarde cuando ya medio instituto sepa quien me vino a dejar, y no se descartan las posibilidades de legendarios interrogatorios de mis amigas, por los aclamados detalles.Instituto Westfall, Savannah Holmes está lista para lo que venga.
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—Eres verdaderamente insoportable —chilla Alphonse desabrochando el seguro de los cinturones de seguridad en los asientos del avión que acaba de aterrizar.
—Habiendo más de mil asientos disponibles —digo imitando sus acciones para por fin poner los pies en la sagrada tierra— me va tocando la desgracia de estar al lado tuyo.
—Tú tampoco eres una dicha... —no me importa lo que tenga para decirme lo empujo para poder sacar mi maleta del maletero que está arriba de los asientos—. ¿Para cuántos días empacaste? —Me pregunta viendo mi maleta como si fuera una aberración.
—Para los cuatro días que estaremos acá.
—Y para cuatro días necesitas una maleta de cincuenta libras.
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¿Lo intentamos?
Romance¿Por qué a todas se les alborotan las hormonas, cuando ven a un tipo alto, cabello café claro y ojos negros como ningunos otros, mandíbula fuerte y músculos bien marcados, con una mirada que derrite a cualquiera? Mmmm. Bueno no importa. _________ N...