Epílogo 1 ♥️🏐

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El día de la graduación de los de tercero había llegado demasiado pronto, apenas si pude procesar que realmente estábamos en la preparatoria, despidiendo a Kiyoko-san, Daichi, Asahi y Suga. Juro que después de dar cierre a la ceremonia no paraba de llorar, no me refiero a un mar de lágrimas, sino que lloraba de tristeza y alegría al mismo tiempo. No mienten que el mes de marzo suele ser el más sentimental para los japoneses. Además, mi madre falleció justo una semana atrás, quizás era una razón más de mi sensibilidad.
Luego de varios minutos en donde les dábamos las flores y algunos tablones con mensajes, Kiyoko-chan me abrazó con fuerza al mismo tiempo que susurraba en mi oído "Cuida de Hitoka-chan por mí, ¿sí?". La tradición del equipo de voleibol masculino era que, al terminar el año, los de tercero tenían que al menos veinte saques y diez remates cada uno, para ciertos chicos de primero y segundo en preparación a lo que les esperaba dentro de unos meses.

—¡Oigan! No es justo. ¿Por qué _________-chan tiene que colocar para ustedes? —se quejó Tanaka-san, mientras se preparaba para recibir un remate de Asahi.
—Porque no sería justo pedirle a Kageyama que haga los pases y, fue nuestra última petición antes de irnos oficialmente de la escuela —respondió Daichi agarrando un balón, ya que sería el siguiente.
—Pero, lo que digo es que, tienen a Suga para que se las coloque debidamente... —respondió el rapado, ya verá este bocón.
—Asahi-san, haz que le duelan los brazos por dos meses por favor —tanto el rematador como el que recibiría el remate se tensaron ante mi petición.

Duramos en el gimnasio unas dos horas y media, hasta que todo el mundo se marchó para su casa para disfrutar lo poco que nos quedaban de vacaciones antes de comenzar otro ciclo escolar. Caminando a mi departamento, noté que alguien me estaba siguiendo. No podían ser Yamaguchi o Tsukishima, porque los vi seguir su camino antes de irme yo por mi cuenta. Sujeté mi bolso con fuerza, lista para pegarle a quien me estuviese a punto de violar, sentí que me apretaban ligeramente el hombro y, sin dudarlo dos veces, le di con todas mi fuerzas directo a la cara. El individuo cayó al suelo algo aturdido y cuando me di cuenta, se trataba de Suga.

—¡Suga! Lo siento, no pensé que fueras tú —hice varias reverencias, antes de ofrecerle mi ayuda. Estaba peor que avergonzada—. Yo... Este... ¿Necesitas qué te lleve a un médico?
—No, no hace falta. Disculpame tú a mí, ____________-chan —respondió nervioso el recién graduado mientras se levantaba del suelo—. Pasa que me olvidé de entregarte algo, después del rito de cierre de ciclo del club.

Antes de irse corriendo, probablemente rumbo a su casa, me entrego un botón de su uniforme. Estuve algo confundida por varios minutos, preguntándome mentalmente el porqué Suga me entregó un botón. Después caí en la cuenta que me había entregado el segundo botón de su uniforme, logrando que me ruborizase a más no poder.
Pasaría bastante tiempo hasta que nos volviéramos a encontrar. El recuentro con casi todo el equipo fue cuando Hinata y Kageyama tuvieron su tan esperado enfrentamiento en el gimnasio Sendai de Miyagi. Yo estaba como jugadora profesional en un equipo de la prefectura, pero también decidí continuar con el negocio de mi padre. Abrí una panadería, después de casi diez años luego de su muerte. Era un éxito en la zona comercial y me encantaba cocinar en mi tiempo libre (me refiero a cuando no estoy jugando en el equipo). Tuve que dejar el equipo nacional, después de competir en los J.J.O.O de Rio por una lesión que me costaría mi vuelta inmediata a las ligas supremas.

—Vaya, vaya, vaya... Osamu Miya, no creí encontrarte por aquí —dije cuando fue mi turno de pedir en el puesto de oniguiris Miya—. Veo que te fascinaron demasiado los oniguiris de aquella vez.
—Tengo que agradecerte, __________-chan —respondió del otro lado de la caja—. Gracias a tu receta, mi negocio creció bastante. Pero tuve que hacerle algunos cambios.
—No te preocupes, es más, en un futuro podríamos ser socios de negocios —le ofrecí uno de los dango que traía conmigo—. ¿Qué me dices?
—Cuando quieras, toma el especial tres. La casa invita —Osamu me entregó una bolsa de papel.
—Generalmente protestaría, pero haré una excepción como si fuese una oferta de negocios —agarré la bolsa y fui en dirección a las gradas.

Crucé la mirada con un peligris que conocía perfectamente. Traía lentes puestos, esa era la única diferencia desde la última vez que lo vi. Venía con una camisa blanca y chaqueta marrón, una bufanda beige y unos pantalones lisos negros. Estaba acompañado por Asahi y Daichi, con quienes se disculpó antes de reunirse conmigo.

—Hola Suga, ¿cómo has estado? —pregunté lo más casual que pude.
—Bien, trabajando como profesor en una escuela primaria. ¿Y tu?
—Todo en orden, aún estoy dirigiendo el negocio de mi padre —respondí. Los dos teníamos las miradas apoyadas en el otro, ninguno dijo nada hasta que rompí el hielo de la forma más inesperada posible—. Aún sientes lo mismo que aquella vez después de tu graduación —pregunté totalmente sonrojada.
—No he parado de pensar en ti durante años —respondió en un suspiro.
—Entonces, no te enojara que haga esto —lo besé. Luego de al menos seis años separados—. La próxima vez, podrías escribirme un texto o un mail, no fuiste muy claro.
—La verdad, dudo de que haya una próxima vez —volvió a juntar nuestros labios, una vez que declaró esto.

[...]

—¡Cariño! Necesito que me ayudes, estoy teniendo complicaciones aquí.
—¿A qué te refieres? Si se trata de un alumno con un examen desastroso, no es para usar esa exageración.
—Temo que es algo que supera esos límites, ¿puedes subir por favor?

Resoplé ante tener que dejar mi labor de probar una nueva receta para la panadería. Suga podía ser bastante melodramático a veces, pero lo seguía amando de todas formas. Nos habíamos casado un año después del partido de MSBY Black Jackals vs. Schweiden Adlers, me hizo la propuesta a la puerta del templo con los cerezos en flor. Fue uno de los días más felices de mi vida.
Hace dos años, recibimos nuestra bendición más grande. Nuestra hija, Narumi Sugawara. El día que le conté que estaba embarazada, estábamos en la casa de Tanaka y Kiyoko viendo el partido de la selección en donde Hinata y Kageyama estaban enfrentando al equipo argentino con su reciente integrante, Oikawa. El grito de felicidad que pegó, dejo asustado a Daichi y Tanaka ya que Kiyoko sabía el motivo de la emoción. Ahora estábamos esperando a nuestro segunda hija, a quien habíamos decidido ponerle Megumi.

Narumi tenía mi cabello azabache, pero los brillantes ojos marrones de su padre, piel rosada y había comenzado a desarrollar su gusto por los números (gracias a su padre) y por la música (eso se debió a mi influencia) a muy temprana edad. Sin embargo, tenía esa pizca de niña traviesa, que hay veces en donde pienso que Hinata le transmitió de alguna forma.
Nos habíamos mudado a la casa donde crecí, ya que mi hermano no tenía planes de trasladarse a vivir a Miyagi. Suele visitarnos de vez en cuando, más en estos últimos meses debido a que mi segundo embarazo me resultaba más agotador que el primero.

—Kōshi, amor, estoy embarazada de ocho meses y medio... —largué un suspiro algo pesado, ya que mi hija me pateaba desde el interior de mi vientre con mucha fuerza—. No me pidas subir las escaleras cuando me cuesta horrores, dime cual es el problema.
—Narumi está rebelde en querer ponerse la ropa para salir al parque... ¡Princesa! Eso no, por favor...
—Obedece a tu padre, Narumi —me doblé del dolor cuando sentí una punzada—. ¡Agh! Maldición.
—¿Estás bien _________? —escuché los pasos apresurados de mi esposo, bajando las escaleras se detuvo en la puerta de la cocina—. Llamaré a Daichi para que cuide a Narumi, Megumi está en camino.

El viaje al hospital fue bastante insoportable para mí, sinceramente no paraba de gritar a los cuatro vientos a causa del dolor de las contracciones. Suga me contó que sin darme cuenta, había roto fuente y que las patadas de Megumi eran una especie de alerta de que estaba en camino. En el sala de partos, Kōshi llamó a mi hermano y a Yachi para contarle las noticias.

   —¡Vamos _________! —me alentó mi esposo—. No falta nada, en poco tiempo tendremos a nuestro angelito con nosotros.
   —¡¿Sabes lo agotador qué es hacer que un bebé salga de tu interior?! —grite mientras pujaba con todas mis fuerzas. Por suerte, después de dos horas y media de trabajo de parto, se escuchó el llanto del bebé.
—Es un hermoso niño —dijo la doctora, nosotros dos quedamos sorprendidos.
—Nos dijeron que era una niña —respondí asombrada, vi que a mi esposo se emocionó a tal punto de soltar unas cuantas lágrimas—. Creo que tendrás que cambiar toda la ropa y las decoraciones de la habitación del bebé.
—Gracias por este regalo, _________ —besó mi frente algo sudorosa—. Ya que yo elegí el nombre de Narumi, ¿por qué no eliges tú el nombre?
—Creo que sé como llamarlo —me entregaron a mi hijo en brazos, quien tenía el lunar de Suga justo en el mismo lugar—. Genji, como mi padre.
—Bienvenido al mundo, Sugawara Genji —Kōshi beso la cabeza de nuestro hijo y luego levantó la vista hacia mí para darme un beso en los labios—. Te amo, Sugawara __________.
—Yo también te amo, Sugawara Kōshi

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora