29 🏐

2K 216 5
                                    

Estuve esa noche en observación y al día siguiente me dieron de alta. Los chicos del equipo del Karasuno, junto con las managers y el entrenador Ukai me esperaban en la salida del hospital para lanzarse sobre mi en un abrazo (especialmente Noya y Hinata). Daichi y Ennoshita tuvieron que frenarlos antes de que me obligaran a reingresar al hospital por algún accidente. De todas formas, hicimos un abrazo grupal. Como era domingo, los chicos quería aprovechar el día libre. Sin embargo, Daichi ayudaría a Asahi con la preparación de los próximos exámenes, los de segundo ya habían hecho planes y los de primero habían decidido mostrarle a Lev varios sitios de Miyagi antes de que volviera a Tokio. Mi hermano estaba debatiendo unas cosas en la comisaría junto con mi madre, así que Suga se ofreció a hacerme compañía durante todo el día.
No sé exactamente sobre que cosas habrán discutido Tenma y mamá, pero sabía que estaría con mi hermano unos días en un hotel, hasta que encontráramos un lugar para quedarme. Decidimos que sería mejor que yo viviera sola en Miyagi para no perjudicar el trabajo de mi hermano y no tuviese que volver a vivir con mi madre y su pareja (créanlo o no, ella sigue sin querer dejarlo). El incendio de la casa conmigo dentro fue la gota que rebalsó el vaso, de todas formas, mis cosas no fueron destruidas en el fuego.

—Lamento tener que pedirte esto, Suga —íbamos camino a mi casa a recoger mis cosas y, ademas, dejaría la llave de esa casa—. No es el mejor plan para un día libre.
—Está bien __________-chan —respondió restándole importancia—, sabes que cuentas con nosotros para lo que necesites.
—No entiendo como terminé con gente que me aprecia tanto —lo abrace en señal de agradecimiento—. Por suerte, no son muchas cosas. Lo malo será transportarlas hasta el hotel.
—Yo ya me encargué del asunto.

  En menos de dos minutos, tuvimos un auto que se detuvo frente a nosotros. Él había pedido un auto para ir desde mi casa hasta el hotel donde me hospedaba. Durante el camino, hablamos, nos reímos y hasta me pidió que lo acompañara una vez que terminásemos de "desempacar" mis cosas en la habitación donde me hospedaría. Llegamos en menos de diez minutos, abrí la puerta y noté que nadie había vuelto desde el incendio. Subimos las escaleras con cuidado, debido a que algunos escalones estaban muy dañados y no teníamos idea de cuan mal estado estaba. Una vez en mi habitación, había alrededor de seis cajas rotuladas y una carta sobre una de estas.
  Mientras Suga bajaba las cajas, revisé por última vez la habitación para asegurarme que no me faltara nada. Incluso fui a revisar el lugar secreto donde con mi hermano, guardábamos algo de dinero y otras cosas de valor emocional y material, esperando que la pareja de mi madre no nos hubiese robado. Para mi suerte, no lo había descubierto y todo estaba tal y como lo recordaba. Lo último que recorrí de esa casa, fue la habitación de mi hermano, el cual casi no había muchas de sus cosas. A lo sumo, quedó algo de ropa, los materiales con los que empezó a hacer su manga y algunos de sus antiguos apuntes y algunas cosas de cuando estudiaba en la preparatoria. Decidí agarrar estas últimas cosas, porqué quizás hubiera algo que me serviría en un futuro cercano.

   —Esa fue la última —escuché a Suga que volvía a salir de mi cuarto con la última caja en manos—, ¿nos vamos?
   —Sí —salí de la habitación de mi hermano, con una caja con las últimas cosas que había recogido—. Vayámonos antes de que alguno de los dos llegué.

  Dejé la copia de mi llave sobre la mesa cerca de la puerta y nos volvimos a meter al auto. Entonces, durante todo el camino, ninguno de los dos soltó alguna palabra. Una vez en el hotel, fuimos a dejar las cajas en la habitación y luego Suga me sugirió ir a tomar algo en un café. Apenas si me di cuenta que habíamos tardado una hora en sacar las cajas de mi antigua casa y llevarlas al hotel, además tenía algo de hambre por no haber almorzado. Caminamos por la zona comercial, mirando los distintos locales y viendo a cual queríamos ir.
Terminamos eligiendo una cafetería-bar con mesas tanto en el interior como en el exterior. Al principio, le insistí a Suga de sentarnos en las mesas de afuera, pero como empezó a hacer mucho calor optamos por entrar. El problema fue que, ni bien entrabas, una ventisca de aire frío te golpeaba la cara. El interior parecía una combinación entre el estilo japonés tradicional y lo moderno. El piso, las ventanas, las mesas y los asientos le daban un toque de casa de té, pero la parte del mostrador y la cocina estaba más modernizada.

   —Wow, hay una variedad de cosas para elegir —dije mirando el menú—. Nunca pensé que hubiese un lugar como este en la ciudad.
   —Yamaguchi me había comentado sobre este local —me confesó Suga, también observando las opciones de la carta—, recuerdo que dijo que la comida es excelente y que es un espacio muy tranquilo. Le pregunté a los chicos de acompañarme a conocerlo, pero Asahi está teniendo problemas con los últimos exámenes.
   —Respecto a eso, Suga-kun —mi senpai me lanzó una mirada no muy linda—. Bien Suga, ya entendí... ¿Qué harás cuando te gradúes? ¿Cuáles son tus planes?
   —Aún no estoy del todo seguro —desvió la mirada del menú y mis ojos, como si buscara que alguien lo salvase de aquella situación—, creo que lo más probable es estudiar para ser profesor...
   —¡Eso es asombroso! —le dije con una sonrisa—. Además, te sentaría bien tener a raya a los estudiantes.
   —¿Tan malo me ves? —preguntó con un puchero, aún que yo solo podía reírme—. Supongo que tienes razón en algo, me siento cómodo estando rodeado de gente.
   —Quien sabe, hasta podrías ser igual de bueno, o mejor, que Takeda-sensei —vi que comenzaba a sonrojarse—. Lo digo enserio, pero tendrías que decidir que tipo de profesor serías.
   —Lo decidiré más adelante —comentó, viendo por última vez el menú—. ¿Ya sabes qué vas a pedir?
   —Sí, la verdad muero de hambre.
   —Yo también —dijo con una pequeña risa—. ¡Mesero! ¿Nos toma la orden?

Entre conversaciones y risas, Suga y yo compartimos una hora de comida fascinante. Estuvimos casi dos horas en aquella cafetería hasta que nos fuimos. Suga no me dejó pagar ni siquiera las bebidas de lo que consumimos allí, por lo que a pocos metros de donde estábamos, corrí al templo subiendo las escaleras a toda velocidad y le compré un amuleto de felicidad, en agradecimiento por la ayuda y por pagarme la comida. Cuando bajé las escaleras, vi la cara de pánico de Suga (probablemente porque corrí tan rápido al templo que no se dio cuenta de a dónde fui) que cambió al verme. Le entregué el amuleto y él solo pudo agradecerme el gesto.
De vuelta al hotel, nos encontramos con un grupo de gatos que se frotaban en nuestras piernas. Pensé que podrían ser callejeros, pero vi como Suga se arrodillaba a acariciarlos y hasta alguno se quería meter en la bolsa que llevaba consigo. Me explicó que eran de conocidos de su familia que vivían por esta zona y que él también tenía dos gatos en su casa. Por lo que quizás sería la razón de que se le acercaran más a él. Yo no tenía problemas con los gatos, es más, era una escena muy tierna. Disimuladamente, le saqué una foto con mi celular.

   —La verdad me divertí mucho hoy, gracias Suga —dije una vez en la puerta del hotel—. ¿Seguro qué no quieres pasar a esperar a alguno de los chicos?
   —Te lo agradezco, pero le prometí a Asahi y a Daichi que iría a echarles una mano con la preparación de los exámenes —se rascó la nuca con un tono nervioso—. Mejor me voy antes de que comiencen a llamarme para saber dónde estoy —en eso, se escuchó un celular sonar. Revisó en el bolso y sacó su móvil en el cual la pantalla ponía "Llamada entrante de: Barbón Asahi".
   —Que duro eres con él, Suga —me acerqué a su mejilla y deposite un beso—. Saludalos entonces de mi parte.
   —Cla... Cla... Claro __________-chan —tartamudeó con la cara totalmente roja.
   —Nos vemos —saludé y me dirigí a la recepción para recoger la llave de la habitación, para luego dirigirme a esta.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora