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Es mi primer día en Karasuno, como estudiante de preparatoria. Tenía los nervios volando por los aires. Había esperando este momento por bastantes años. Después de entrenar con Ukai-sishou por años, sentía que perfeccioné mis habilidades. No creo unirme al equipo femenino de volley, porque conocía a algunas de sus integrantes por diversas casualidades del destino y... Bueno, en pocas palabras, diría que nuestra relación es malísima. No sé si se debía a mi buena relación con los chicos del equipo masculino, pero que se yo. Este es mi primer año, así que buscaré pasarla lo mejor que pueda. Además, sería el ultimo año de ellos.
Había entablado buena relación con los tres chicos que ingresaron al equipo aquel año, en donde tenía que permanecer en el gimnasio por Hidemi-kun. Daichi Sawamura, Azumane Asahi y Kōshi Sugawara. Les prometí que entrenaría con ellos este año, su último año en preparatoria. Ya tenía el permiso en mano, para entregárselo al subdirector y al profesor.
Soy una chica de una estatura promedio, ojos marrones claro, cabello azabache, algo ondulado y de corte medio. Me defino como una chica alegre y con espíritu (al menos según los chicos), salvo en ciertos momentos.

   —¡Con permiso! —me anuncié en al puerta del subdirector, antes de entrar a su oficina.
   —¿En que puedo ayudarla jovencita? —me pregunto el hombre del peluquín.
—Soy _____ Udai, primer año —dije haciendo una reverencia y luego me enderecé—. Vengo a entregarle los permisos y a verificar si lo que mi madre habló con usted, antes de empezar las clases, está resuelto.
—Ah sí, Udai-chan... Aquí está la llave por el asunto que ya discutí con su madre —me extendió una llave, la cual traía la identificación de a que habitación pertenecía—. El lugar esta listo y tal cual como su madre nos informó.
   —¡Se lo agradezco! —hice otra reverencia, mostrando mi gratitud.
—Con respecto al club de voleibol masculino, tendrá que discutirlo con el profesor a cargo, además del capitán del equipo.
—Ya hablé con el capitán y dijo que no habría problema en que entrenara con ellos...
—Muy bien, entonces puede retirarse a su clase.

Le volví a agradecer y salí de la oficina con una bola en la garganta. Apenas si podía creer lo que había dicho el subdirector. Corrí emocionada a mi clase. La 1-5. Una vez adentro, me senté en una de las sillas que daba a la ventana. Me gustaba poder distraerme un rato con la vista al exterior, me ayudaba a despejar mi mente para poder enfocarme en mis estudios. Entonces, una chica de mi estatura, rubia de pelo corto, el cual tenía un mechón atado, se sentaba en el banco delante mío.

—Hola —saludé a la chica, quien se sobresaltó por el hecho de que le hablara—. Tranquila, no te voy a hacer nada. Soy _____, _____ Udai.
   —Me llamo Hitoka Yachi, es un placer.

Después de eso, Ya-chan y yo nos volvimos muy cercanas. Tanto que podría decir que nos estamos empezando a convertir en amigas. Espero que pronto pueda decir mejores amigas. Cuando sonó la campana de receso, fue al gimnasio, donde me esperaría Dachi-senpai junto con los demás integrantes del club. Sin embargo, cuando puse un pie dentro del gimnasio, me encontré a dos chicos que jamás había visto.
Uno era bajito (más que yo, y eso que mido 1,65), delgado, ojos marrones y pelo anaranjado desordenado. Parecía un alumno de secundaria a simple vista. El otro si que causaba más intimidación. Alto, cabello corto azabache y unos ojos azules con una expresión aterradora. Por un momento pensé que lo reconocía de algún lugar, pero en ese preciso instante no sabría decir de donde. En eso, ambos pararon de discutir y me miraron directamente a los ojos. Yo estaba petrificada sin saber que hacer.

  —¿Eres la manager del equipo? —preguntó el chico alto acercándose a mí. Estaba algo nerviosa y asustada al mismo tiempo, así que me alejaba caminando lentamente hacia atrás—. ¿Eres muda o qué? 
   —¡Hey! No tienes porque tratar a una chica así —le recriminó el chico bajito.
   —No soy la manager del equipo —contesté a la pregunta en voz baja. Parecía que el intimidante no estaba satisfecho con mi respuesta.
  —¿Qué dijiste, ni...?
—¿Qué ibas a decir, presumido? —entonces, aparecieron ellos, entrando al gimnasio (uno de ellos con aires de superioridad).
—Na... Na... Nada —parece que la mirada es solo para lucirla, no para demostrar su verdadero carácter.

Eran dos chicos de tercer año y uno de segundo. Yo los conocía a todos perfectamente, aun que presentía que faltaba gente. Kōshi Sugawara, tercer año, un chico de estatura promedio, cabello gris, ojos marrones, el cual el izquierdo era acompañado por un lunar y siempre mostraba una sonrisa. Daichi Sawamura, también de tercer año y el capitán del equipo, alto, corpulento, cabello corto y negro y ojos cafés. Por último, Ryūnosuke Tanaka, segundo año, estatura promedio, ojos azul grisáceos, rapado y siempre se le ocurría alguna cara para aterrar a los demás.

   —Cuidado como tratas a nuestro amuleto, niño.
   —Ya le dije Tananka-senpai, que no me dijera amuleto.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora