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  Era de mañana, por lo que estaba yendo a trabajar. La noche anterior me sentía extraña, después de aquel encuentro con el imbécil del ahora ex-novio de mi madre. Aún no estoy del todo segura, si fue por el hecho de que me pidiera ver a mi madre con el pretexto de que está enferma o por sentir que muy en el fondo no mentía con sus palabras. Desperté con un sentimiento de nostalgia en mi corazón, como si algo se removiera luego de sacarle el polvo a una cápsula del tiempo enterada por mi hace muchos años. Sería la metáfora más próxima a lo que siento.
  Antes de ir a trabajar, pasé por la florería a comprarle unas flores a mi padre para visitar su tumba. Compré un pequeño ramo de camelias color rosa pálido, sus favoritas. Nunca antes había ido a la tumba de papá, ni siquiera cuando fue su funeral tengo recuerdos de lo que sucedió. En aquel momento, mi mente divagaba por otros lados. Al ver escrito la placa de mi familia, me encontré con que alguien ya había pasado a poner unas pocas flores y también un incienso. Miré a mi alrededor, pero no había rastros de la persona que pudiese haber venido antes que yo. Sabía que mi padre era muy querido por la comunidad.

  Mi padre era dueño de un pequeña panadería y confitería en medio de la zona comercial de nuestra ciudad. Siempre que volvía a casa, traía consigo alguna invención o una posible receta internacional que podría incorporar en el local. Mi hermano y yo éramos los que normalmente decidíamos si convenía ponerlo en las opciones del negocio o no, obviamente si lo que nos daban a probar nos gustaba. Mi madre, por otro lado, siempre se dedicó a ser ama de casa. En esos tiempos, todo era felicidad y amor. Nos costó creer que alguien tuviese motivos para matarlo, pero lamentablemente así fueron las cosas.
  Una vez que me arrodillé frente a la tumba de mi padre, coloqué las flores en el florero y me detuve unos minutos para rezar. Luego, levanté la vista y dediqué una sonrisa al pedazo de piedra como si tuviese a mi padre cara a cara en vida.

   —Hola papá —dije con alguna que otra lágrima corriéndome por las mejillas—. Espero que estés bien, donde quiera que estés. El equipo de volley pasó al torneo nacional de Tokio y nos iremos dentro de unos días. Pareciera que fue no hace mucho cuando Tenma partió a sus partidos en la cancha naranja —un silencio absoluto que daba miedo, pero yo seguí con mi conversación monótona—. ¿Recuerdas las vacaciones a Brasil? ¿Cuándo nos las pasamos probando dulces con el tío Lucio? ¿Y ustedes no paraban de discutir con la rivalidad de preparatoria? Todavía intercambiamos algún que otro mensaje con él y dice que te extraña. Recuerdo que, cuando fuimos a cenar una noche estaban poniendo una linda canción en portugués.

En mi mente aún se mantenía vivido ese recuerdo. Estábamos nosotros cuatro junto con el tío Lucio, disfrutando la última comida en Río, Brasil. A cierto punto de la cena, mi hermano y yo salimos de la mesa para ver la vista de la playa de Copacabana frente a nosotros en plena noche. La última vez que tuvimos unas vacaciones familiares fuera de Japón. Tendría unos ocho años.
  Con el viento en nuestra espalda y el calor de verano sofocándonos durante el día, le daba un toque de placer al momento. En los altavoces del local sonaba una hermosa canción la cual no pude evitar cantar por fonética. No solo mi hermano quedo algo sorprendido, mis padres, el tío Lucio y algunas personas que pasaban por ahí se me quedaron mirando. Terminando la canción, vi que varios dejaron algunas monedas de reales brasileños.

Canté aquella canción suavemente, la diferencia era que estábamos en invierno, no había viento y era de día. Hoy conozco de que habla la letra de la canción y he estudiado algo de portugués, con la esperanza de que algún día pueda ir a Rio nuevamente. Terminé y escuché a alguien aplaudiendo tranquilamente, sin hacer un ruido estrepitoso.
  Ahora, las palabras de Ya-chan retumbaban en mi cabeza: "Aun que podrías disimularlo un poco más, los chicos dijeron que hace poco escuchaban el canto de un ángel". Me arrepiento de no haberte hecho caso antes, Hitoka.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora