05 🏐

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Habré dormido como una hora máximo, hasta que Kiyoko me despertó para bajar las cosas. Aún si dormí un poco, la ayude a bajar todo de la camioneta con más energía que antes de irnos de la escuela. Supongo que, incluso si fue una hora solamente, basto para restaurar mis energías. Estábamos por entrar todo, hasta que algunos chicos del equipo contrario se nos acercaron, probablemente para pedirnos los números de teléfono.
En esta ocasión, fue Kiyoko quien intervino, alejándolos de nosotras. Fuimos directamente al gimnasio, donde los chicos habían empezado a calentar. Takeda-sensei estaba haciendo una revisión rápida de la información básica del voleibol y Shimizu-senpai fue a llenar las botellas de agua para después.

—¿Hago de réferi? —le pregunté a Takeda-sensei, mientras veía a los del Seijoh llegar a la cancha—. ¿O necesita qué lo ayude en la organización?
—El Seijoh ya se encargo del arbitraje —me informó el profesor, levantando la vista de la revista—. La verdad, me vendría bien tu asesoramiento en lo que desconozca. ¡Cuento contigo, _______-chan!
—No hace falta que se incline, sensei —me puse nerviosa ante la reacción de Takeda, hasta los del Seijoh nos miraban con ojos curiosos—. Será un honor poder ayudar al equipo en cualquier cosa.
—¡Oye, ______-chan! —me llamó Daichi, después de que todos calentaran—. ¿Podrías darnos una mano con la preparación?
—Claro, dame cinco minutos para calentar y los ayudo con las recepciones —dije mientras me quitaba la chaqueta del club, la apoyaba en la banca y me ponía a calentar—. De mientras, vayan practicando los remates.

Al calentar, oía a gente comentando desde lo alto de la cancha como espectadores. Todos eran del Seijoh, la mayoría chicas de todos los años. Preguntándose dónde estaba el armador titular del equipo, por lo que decidí echar un vistazo rápido al equipo en sí.
Yo no veo que sean malos jugando, sino no tendrían porque haber una cantidad justa de jugadores en aquel lado de la cancha. Pero vaya a saber si alguno de ellos era titular en todos los partidos o no. Cuando acabe de calentar, busqué una de nuestras pelotas y comenzamos con los ejercicios de defensa.

   —¿Van a hacer que una chica haga los remates? —escuché a alguien de la tribuna decirlo en voz alta —. Pero serán cosquillas a comparación de los saques de un chico...
   —¿Con qué ellos piensan que mis remates y saques son débiles? —dije con un tono fastidioso. Los chicos del equipo parecían percibir mis emociones, por lo que más de uno mostraba algo de miedo—. Demostrémosles a estos presumidos de lo que estamos hechos, ¿no, Daichi-senpai?
   —Cuando estés lista, ______-chan —dijo el capitán, poniéndose en posición para recibir.

Lancé la pelota al aire e hice un saque con salto tan fuerte, que el sonido hacía eco en todo el gimnasio. Hasta Dacihi perdió el equilibrio al recibir mi saque. Yo seguía haciendo remates para que los demás también pudieran hacer recepciones. Algunos tenían más problemas que otros, no sé si era por algo relacionado a que no habíamos tenido muchos días para practicar las distintas bases del volley. Cuando iba a comenzar el partido, me senté junto a Takeda-sensei quien me dedicaba una mirada algo preocupada.
Pensé que quizás era porque no contábamos con un entrenador capacitado, para poder guiar a los chicos con más técnica y conocimientos. Pero, después me di cuenta que la mirada estaba dirigida hacia mí. Concretamente, hacia mis brazos. Demonios, había olvidado ponerme las mangas de protección antes de entrar al gimnasio.

   —Oye ______-chan, ¿no te duelen los brazos cuándo los mueves? —me preguntó sujetandome el antebrazo. Obviamente no pude evitar poner una cara de molestia.
   —La verdad es que sí, pero la práctica valió la pena —dije disimulando una sonrisa, mientras me volvía a poner la chaqueta—. Después de todo, sin sacrificio no se llega al éxito.
   —Tienes razón, pero de todas formas, hay que curarte esos moretones.
   —Dejemelo a mí, sensei—dijo Suga-kun con los vendajes ya en mano—. Usted mire cómo progresa el partido.

Luego de eso, medio a la fuerza, Suga me obligó a sacarme la chaqueta y extender los brazos. Claro que al principio, cuando los vio más de cerca se percató que muchos no eran de practicar al volley. Sin embargo, no hizo preguntas en ningún momento, solo se dedicó a curar lo mejor posible los morados de mis brazos. Agradecía internamente, que no podían ver aquellas cosas que también tenía en gran parte del torso (en ambos lados). Cada cierto momento, cuando había alguna posibilidad, Takeda-sensei nos consultaba por ciertas acciones de nuestro equipo al igual que del contrario. Por supuesto, se la respondíamos al toque. Lo peor fue cuando estábamos por terminar el partido, no porque estuviéramos perdiendo (de hecho estábamos ganando). Pero se empezaron a escuchar gritos y chillidos por todo el lugar, aún que la razón de esos chillidos fue lo que me dejó congelada...

   —Oikawa, ¿cómo está tu tobillo? —preguntó el entrenador del Seijoh.
   —Fue solo un pequeño esguince, no hay problema para que juegue —dijo con su sonrisa socarona de siempre.

Oikawa Tōru es un chico de tercer año, que por desgracia conozco muy bien. Es un completo idiota de cabello marrón chocolate, ojos marrones y siempre mostrando una sonríe muy fingida. Genial, no pensé que él sería el armador oficial del Seijoh. Lo conozco porque una vez había ido a Lil Tykes, a ver como se entrenaba en otros lugares. Como armador no lo cuestiono, su personalidad es lo qu tanto me molesta: arrogante, bipolar e infantil.
Creí que podría evitar tener alguna especie de conversación o siquiera no cruzar una sola palabra con él. Para mi mala suerte, logró verme entre todos los chicos, durante el tiempo fuera.

   —¡Hola, Tobio-can! —saludó Oikawa, para pasar de mirar con una sonrisa falsa a Kageyama, dirigiéndose a mí con un tono seductor y coqueto—

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—¡Hola, Tobio-can! —saludó Oikawa, para pasar de mirar con una sonrisa falsa a Kageyama, dirigiéndose a mí con un tono seductor y coqueto—. Ah, ______-chan. Sabes, justo sentía los labios un poco secos... Quizás tu podrías, ya sabes —lanzó un beso al aire—, ser mi bálsamo labial.
—¡¿Quién te crees que eres para...?! —gritó Tanaka a los cuatro vientos (quien tuvo que ser sujetado por Daichi, aunqu él tampoco tenía buena cara), mientras las chicas reclamaban por el armador. Más de uno quería molerlo a golpes, hasta Suga (quien suele ser el más tranquilo de todos los del equipo) quería mandarlo a volar. Apoyé una mano en el hombro de Tanaka, marcando que me encargaría del asunto.
—La verdad, Oikawa-kun —hasta ese momento, tenía los ojos cerrados. Pero al abrirlos, dejé al armador del Seijoh temblando de miedo—. Es que no tienes el mínimo coraje, para venir a reclamar algo conmigo. Recuerda lo que paso hace menos de seis meses... —ahora sí lo había dejado al punto en que podría mojarse los pantalones—. Concéntrate en perder este partido, en vez de andar diciendo estupideces.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora