04 🏐

6.5K 551 23
                                    

El día del partido contra el Seijoh había llegado. Todavía estábamos en clase, ya que después Takeda-sensei nos llevaría en un autobús hasta el lugar del partido. Estaba ayudando a Ya-chan con algunos métodos de apuntes, hasta que uno de nuestros compañeros se nos acerca.  Me dijo que alguien me estaba buscando, por el tono que usó, debe ser uno de los senpai. La pregunta, ¿quién de todos quería verme ahora? Fui a la puerta, pero no se veía a nadie desde el interior del salón. Cuando crucé el umbral, sentí que alguien me toco el hombro.

   —¿Ya me olvidaste? —cuando lo vi a los ojos, la sonrisa se me salió involuntariamente.
   —¡Yū! —lo abracé, mientras él se carcajeaba—. ¿Cuándo volverás al club? La verdad se nota que faltas.

Yū Nishinoya, un chico de segundo año y mi senpai de la secundaria. Es el libero del equipo, la mayoría piensa que es por su estatura, pero yo sé que le gusta crear el drama en las personas. Es un chico bajito, pero que quiere compensarlo con sus pelos oscuros parados, salvo por un mechón más claro que le cae a la cara, ojos marrones que al principio dan miedo, pero que según su estado de ánimo puede cambiar esa perspectiva.
Nos conocemos porque su casa está unas cuadras antes que la mía, al principio creía que era un busca pleitos tanto fuera como dentro de la escuela. Me demostró todo lo contrario cuando en una ocasión, unos chicos de su curso me molestaban en los recreos. Saltó a defenderme y además, recibió un castigo por parte de los maestros. Yo fui la única que saltó en su defensa.

   —Todavía me faltan unos días para poder volver oficialmente al club —me palmeó la espada, por lo que provocó que soltara una mueca de dolor. Para mi mala suerte, mi senpai lo notó—. ¿Enserio? ¿Otra vez? ¿Por qué no me dijiste nada?
   —¡Basta Yū! —lloriqueé—. ¿De qué me serviría decírtelo? No quiero que vuelvas a tener otra suspensión.
   —Si acaso fue aquel animal, te juro que esta vez no me contendré en mandarlo tras las rejas—estaba por salir corriendo, hasta que lo sujeté del cuello de su uniforme—. Déjame, _______. Le demostraré que mi altura, no es nada en comparación a mi...
   —Bien, si tanto quieres saber... No fue él, Noya-kun —después de decir eso, se quedó quieto y tieso—. Fueron un grupo de chicas, eso es todo lo que diré.
   —¿Y eran de las chicas guapas?
   —¿Es enserio, Noya? —lo miré sin dar crédito a su pregunta—. Para ti, todas las chicas son hermosas. No te preocupes, que sé que Kiyoko-chan es la reina de tu corazón.
   —Está bien. Sí, todas las chicas que se me cruzan son hermosas —dijo serio, mientras silenciosamente me pedía que lo soltara—. Pero Shimizu-san dejó de estar en el puesto número uno de mi corazón, hace algún tiempo —okay, esa información era nueva para mí.
   —Ahora es mi turno, habla —por el color de su rostro decía muchas cosas—. Venga, Noya. Yo te dije parte de la información, lo justo es que tú también digas algo.
   —Es alguien de la escuela, pero la conozco desde antes. Listo, ahí tienes tu información.

Al menos no se quedó callado, como alguien que conocemos cuando le pregunté sobre el repentino color tomate de su rostro. Básicamente, vino a mí preguntando si Nii-chan había dejado algún machete para pasar un examen de literatura contemporánea. El problema es que, cada profesor tiene su forma de enseñar y Onii-chan podía tener problemas en muchas materias, pero en la que me pedía... Digamos que era la única en la cual se la pasaba estudiando. Después de todo, Noya-kun es un energético y concentrado, pero en los estudios era como matarlo mil veces. Se fue con las esperanzas por el piso, justo cuando sonó la campanada anunciado el fin del día.
Agarré mis cosas a las apuradas, Hitoka-chan me miraba nerviosa y curiosa, le expliqué rápidamente lo que sucedía y salí del aula corriendo a la puerta. Ahí, me encontré a Shimizu-senpai haciendo una especie de stock de las toallas, botellas de agua y más. La ayudé con las últimas cosas, antes de que llegaran los chicos y la camioneta que nos llevaría a tener el encuentro. Lo único que rogaba a quien sea que esté allá arriba, es que no me encontrara con alguien molesto. Una vez dentro del autobús, no paraba de cabecear. La noche anterior no había podido dormir del todo bien, debido a que mi madre junto con su pareja vivían discutiendo. Solo que esta vez, parecía que querían ser más famosos en el vecindario.

—_______-chan, ¿te sientes bien? —me preguntó Kiyoko, una vez que el bus se puso en marcha—. No es por criticar, pero te vez terrible.
—Oh, no hay problema —hice seña de restarle importancia—. La verdad no dormí muy bien anoche. Pero si me duermo ahora, probablemente terminé durmiendo durante todo el partido...
—No te preocupes por eso ahora, ______-chan —me dijo la manager del equipo, con una cara preocupada en el rostro—. Intenta dormir algo ahora, yo cuido que no termines dormida en el medio del partido.
—Gracias, Kiyoko-chan —bostecé sin querer, delatando mi gran falta de sueño—. Lo siento, no quería...
—Esta bien, _____-chan —ella estaba sentada en los asientos a uno de mis lados, aunque pretendía pararse para sentarse a mi lado, alguien la detuvo.
—Shimizu-senpai, deja que yo me quede con ella —apareció Yamaguchi, el mejor amigo de Tsukishima—. Además, tú necesitas concentrarte en el juego.
—Te lo agradezco, Yamaguchi-kun —Kiyoko inclinó la cabeza en agradecimiento, mientras Yamaguchi tomaba asiento a mi lado.

Tadashi Yamaguchi es un chico de mi año, solo que está en una clase inferior a la mía. Es alguien amable pero muy tímido, hasta diría que podrían considerarlo el perrito de Tsukishima (porque hace todo lo que le dice, aparte de seguirlo a todas partes). Tiene el cabello corto y negro, ojos marrones y es algo alto. Lo único que no entiendo de él es cómo aguanta al idiota de Tsukishima. Quizás ellos dos tengan una conexión única, no lo sé y tampoco me interesa.
El punto es que, mientras seguía dando cabezazos en el aire, él me miró con una cara que parecía confundida. Luego de unos minutos, sin siquiera decir una sola palabra, sujetó gentilmente de mi cabeza y la movió para que quedara apoyada en su hombro.

—No me molesta —se adelantó a decir, antes de que siquiera arremetiera a quitar mi cabeza. Ahora mismo, acariciaba mi cabello, provocando que me diera más sueño—. Mejor duerme unos minutos, al menos hasta que lleguemos al encuentro.
—Gracias Yamaguchi-kun —después de eso, me desplomé en el sueño, acompañada por las caricias y el hombro de Yamaguchi.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora