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Pasamos a la segunda ronda, luego de vencer a la Academia Tsubakihara. No voy a mentir, hubo momentos en donde no estaba segura de que lográsemos ganar uno de los sets, pero luego los chicos me demostraron que me estaba preocupando demasiado y que además no eran necesario.
Al salir de la cancha, mi cara no tenía precio. Vi que Kurokawa y Tashiro estaban esperándonos en las puertas, quería escapar pero tanto Sawamura como Sugawara me lo impidieron. Estupendo, el evento de las cataratas de Karasuno, versión Torneo de Primavera en Tokio daban inicio. Tashiro mantuvo alguna que otra palabra con Daichi, mientras que a mí me aplastaba contra su pecho con alguna que otra lágrima cayéndole sobre mi cabeza.

—Vaya Sawamura, te ves más grande de cerca —comentó Hidemi.
—¡¿Acaso estoy más gordo?! —quise reírme ante la respuesta del actual capitán, pero el de hace dos años me tapó la boca. Daichi reaccionaba peor que una mujer.
—Me refiero en general —dijo nervioso el ex-alumno, después me libero un poco, para sujetarme de los hombros—. Tú, la maldita mocosa que venía a los entrenamiento... Parece como si fueses vidente. ¡Eres el amuleto mágico de Karasuno!
—¡Dejame Hidemi-kun! Luces como un loco que quiere aprovecharse de mí —dije en tono molesto—. ¿Dónde quedó tu baja autoestima? ¿La qué no quería ni tocarme por miedo a mi hermano?
—Suéltala de una vez, Tashiro —intervino Kurokawa, quién había terminado su saludo con los de segundo.
—Él si que sabe como tratar a las chicas, ¿no, Hiroki-senpai? —sonreí al momento que el ruloso me liberaba de su agarre—. Por eso de ustedes dos, siempre pensé que Kurokawa-senpai era el mejor.
—No seas desagradecida __________, Tashiro siempre te acompañó a casa después de nuestros entrenamientos —me reprendió el capitán del año pasado—. Deberías ser más amable con él, no quisiera aguantar sus lloriqueos luego.
—Es que no sabes lo feo que comentaba de mí, durante la vuelta a casa —murmuré lo suficientemente alto como para que ambos me escucharan—. Pues, te lo prometí, Tashiro-san. El equipo está en las nacionales.
—¡Yamaguchi, Hinata acérquense un minuto! —Daichi comenzó a llamar a los de primero—. ¡También ustedes dos! —refiriéndose a Tsukishima y Kageyama.

Daichi presentó a todos, mientras que Tashiro se impresionó tanto por la altura como por la habilidad de los de primero. Cuando la mayoría nos retiramos, tanto para recoger las cosas o para descansar luego, Hiroki-senpai sobaba mi cabeza felicitándome por no perder las esperanzas en el equipo. También me dio un amuleto para que lo usara cuando jugase para el equipo nacional, ya que se había enterado que había entrado al equipo sub-19.
Miré el reloj del celular para estar segura de que llegaría a tiempo al partido del Nekoma, ya que había quedado con Alisa-chan de verla en la tribuna junto con la hermana de Taketora-kun. Los chicos me alcanzarían después de recoger los almuerzos, por lo que me adelanté corriendo por miedo a no llegar a tiempo. Encontré la pancarta colgada del Nekoma y fui directo a la zona de la hinchada de los representantes de Tokio.

—¡Hola chicas, tiempo sin verlas! —dije una vez que estaba a su lado. Ambas voltearon a verme con una sonrisa en el rostro.
—________-chan, llegas en el momento justo —dijo Akane-chan, la hermana menor de Yamamoto, entregándome el megáfono—. A los chicos del equipo les vendrá bien escuchar tu voz, en forma de alentarlos.
—Pero... —en eso, el silbato anunció que el Kiyokawa había anotado otro punto—. ¿Es un chiste? Necesitaré eso, gracias —le quité gentilmente el megáfono a mi kohai y lo dirigí a la cancha—. ¡Vamos Nekoma! ¡Dejen de estar durmiendo y despierten que están en un partido!
—Wow _________-chan, nunca imaginé que fueses tan agresiva en los deportes —opinó Alisa, mientras le seguía dando ánimos a su hermano—. Creo que Lyovochka me había dicho algo, pero supongo que me costaba creerle.
—No soy la más agresiva de mi equipo, pero sí me siento competitiva —admití y festejé al momento en que el Nekoma anotó un punto junto al resto de la gente a mi alrededor—. Supongo que ese es mi estilo y no me siento mal en demostrarlo o admitirlo frente a otros.

El Nekoma también había logrado pasar a la segunda ronda, por lo que ahora si estábamos en camino a tener una batalla del basurero en la cancha naranja. Cuando volvíamos para ver que hacíamos a continuación, recordé que tenía que ver el partido de Saito-senpai y fui lo más rápido posible a la cancha en donde se realizaría el partido.
  Al volver a la posada, Kageyama me dejo los saludos de Hoshiumi. Parece ser que él y Hinata se encontraron cara a cara, conociéndolos a ambos probablemente hayan sentido lo mismo: "Quisiera poder derrotar a este tipo en un partido". Esa noche, las únicas chicas habíamos tenido una especie de reunión durante el baño en donde charlamos de distintas cosas. Después de eso, los chicos comenzaron su junta con el entrenador para crear una estrategia al enfrentarnos de mañana contra los representantes de Hyogo, Inarizaki. Después de cenar, la mayoría se fue a dormir salvo por el entrenador Ukai y yo, el primero porque necesitaba consultarme sobre algunas ideas de jugadas, en cambio yo decidí preparar el almuerzo de los chicos.

  Me habré tardado casi tres horas en hacer bentos completos, incluso la cantidad que hice les daba la posibilidad de que ellos repitiesen o darles algunos al Nekoma. Fui a dormir aún que sea por cuatro horas, de verdad había terminado tarde en armar todos los bentos. Kiyoko-san tuvo problemas en despertarme y casi nos retrasamos en llegar al gimnasio por mi culpa.
  Fui rápidamente a agarrar todos los bentos que había hecho y los metí en distintas heladeras portátiles en donde poníamos las aguas, me disculpé con el resto debido a que yo fui la razón de la demora en salir. Llegamos y vimos el horario estimado del partido, así que los chicos fueron a cambiarse (para comenzar a calentar y prepararse para el partido), las chicas fueron a revisar por última vez antes de comenzar el partido y yo intenté hacer algo de tiempo.

  Paseaba por los distintos pasillos, averiguando si jugaremos en un tiempo similar al del Nekoma o Kamomedai (mujeres). En eso un grupo de chicos, no estaba segura si estaba con algún equipo porque no usaban chaquetas o uniforme de alguna escuela, se me acercaron con un aura algo mala para mi percepción.

—¡Vaya, vaya, vaya! Pero si no es la chica que aparece en las revistas como el diamante en bruto del equipo sub-19 de mujeres —dijo uno poniendo su cara muy cerca de la mía, por lo que intenté alejarme lo suficiente—. Las fotos no son nada en comparación a la realidad.
—¿Gracias? Supongo —realmente no estaba segura de que responder ante esa declaración. Sentí que mi celular vibró, un mensaje de Yamaguchi diciendo que habían ido a la sub-arena—. Lo siento, tengo que irme...
—Ah, pero si apenas comenzábamos a conocernos —se acercó uno de sus amigos. De acuerdo, esto ya no era lindo para nada. Retrocedía a paso lento y sin ver a quién o qué tenía detrás de mí—. ¿Por qué no te acompañamos hasta dónde tengas que ir?
—Me alagan, pero ya hay alguien esperándome —inventaba la primera excusa que se me cruzaba por la cabeza, para evadir a estos tipos, pero nada daba resultado. Desearía que Hinata estuviese aquí para ahuyentarlos—. ¡Ya me voy!
—¡Un momento! —estaba por bajar las escaleras, pero uno de estos tontos me sujetó muy fuerte el brazo, haciendo que diera un paso en falso en el escalón y me torciera el pie. En menos de un segundo, aquel imbécil me dejaba caer por la escalera, mejor dicho... Hubiese terminado así, de no ser por un chico que estaba sentado cerca, quien terminó por atajarme—. Lo lamento, no quise...
—¿Acaso no escucharon qué ella les decía que no? —su voz parecía amenazadora, lo que aportó a hacer que los otros salieran corriendo—. ¿Te encuentras bien?
—Sí, perdón por las molestias y gracias por ayudarme —hice una reverencia en cuando pude estar derecha—. Tengo que irme... —pisé con el pie que tropecé y tuve que aguantarme un grito.
—No creo que puedas ir a ninguna parte con el pie así —dijo el chico, levanté la vista—, dejame ayudarte. Probablemente vayamos al mismo lugar, soy Miya Osamu.
—Sé quién eres, en cierta forma no sabría que decir... Lo siento si te ofendo, pero lamentablemente conozco a tu gemelo del campamento juvenil —dije desviando la mira—. Soy ________ Udai, es un placer.
—Tranquila —escuché que el chico comenzaba a reírse—. Será mi hermano, pero es un tonto, tirano e hipócrita.

  Osamu Miya terminó por llevarme a la sub-arena cargada en sus brazos, al menos hasta la puerta del gimnasio. Cuando llegamos, su hermano estaba hablando con Kageyama. No quiero describir lo que fue la reacción de la mayoría, cuando me vieron entrar en los brazos de uno de los gemelos.
Agradeciéndole por lo que hizo, le entregue uno de los bentos que me sobraban a Osamu. Tenía pequeñas bolas de sushi (tres en total), dos oniguiris rellenos de salmón y atún, finalmente dos mochis con anko.

—Para que sea de almuerzo después del partido —dije volviendo a hacer una reverencia—, aún que teniendo en cuenta que somos rivales...
—La verdad, creo que comeré algo ahora —respondió con una sonrisa ladina—. Gracias, Udai-chan.
—¿No hay uno para mí? —preguntó su gemelo, apareciendo con cara suplicante.
—No —dijimos ambos a la vez, con una mirada seria.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora