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Desperté con un dolor de cabeza inmenso, el cual solo empeoraba las cosas cuando tenía los ojos abiertos. Intenté hacer memoria de lo que pasó antes de que perdiera el conocimiento, entonces recordé que estaba discutiendo con Ya-chan sobre los apuntes y de la nada me desmayé. Solo logré hacer una mueca por dos razones: el dolor de cabeza que me taladraba cada centímetro del cráneo y lo mal que me sentía de tratar horrible a mi amiga. Hice otro esfuerzo por abrir los ojos y me encontré a Shimizu-senpai, sentada a un costado de la camilla.
Quería decir una palabra, pero me costaba formular alguna cosa. Sentí cansancio, dolor en todo el cuerpo y que mi cuerpo se cocinaba a fuego máximo dentro de un volcán y, a los pocos segundos, me encontraba congelándome en uno de los polos terrstres. Hice un último esfuerzo y me moví en dirección a donde estaba Kiyoko-chan.

   —¡Con permiso! —escuché la puerta abrirse y volverse a cerrar—. ¿Cómo está?
—No me han dicho nada, la enfermera fue a buscar a Takeda-sensei —escuché a Kiyoko-chan hablar con alguien—. Esperen... ¿______-chan?
   —Lamento si te hice preocupar, Kiyoko-san —la voz me salía rasposa y bajita, por más que intentara hablar más alto no podía—. Enserio lo siento —sentía las lagrimas correr por mi cara.
   —Shh... Tranquila, no pasa nada. Lo importante es que estás bien —sentía como alguien me acariciaba la cabeza y después pasaba su mano por mi frente. Sabía que no era ella, porque era muy grande—. ¿Puedes abrir los ojos?
   —Intenté abrirlos, pero siento que el dolor de cabeza empeora cuando lo hago —respondí débilmente.
   —Shimizu, ve a esperar a la enfermera afuera. Nosotros nos quedaremos a cuidarla —definitivamente era uno de los chicos del club, aún que ahora me costaba diferenciar quien de todos era—. Asahi vendrá dentro de unos minutos y es mejor que no haga una escena.
   —Pero...
   —Tranquila, sabes que no le haremos nada —ahora era alguien más que estaba hablando—. Si algo malo pasara, nosotros te avisamos. 

Hubo unos minutos de silencio, hasta que se escuchó la puerta abrirse y cerrarse nuevamente. Cuando sentí que el dolor de cabeza se había calmado un poco, de nuevo probé abrir los ojos y me encontré a Suga y Daichi en el puesto de Kiyoko-chan. Quién me acariciaba era Suga, mientras Daichi estaba sentado en la camilla mirando con unos ojos preocupados.
Luego entró Ya-chan, quien tenía la cara peor que si hubiese visto a un muerto. Busqué la forma de acomodarme mejor en la camilla, pero Daichi me lo impidió, diciendo que permaneciera recostada hasta que regresara la enfermera. Ella tenía la cara hecha un desastre, sabía que estuvo llorando un poco. Le pedí disculpas por la manera brusca en la que la traté esta mañana y ella me dejó los apuntes que me había prometido en mi bolso. Dijo que tanto ella como Kiyoko querían hablar conmigo en otra ocasión sobre un asunto que les preocupaba demasiado. Yo accedí sin rechistar, después de todo, había causado tanto revuelo en ellas que era lo mínimo que podía hacer.

   —______-chan, quería preguntarte algo —dijo Daichi, interrumpiendo la charla que tenía con Ya-chan—. ¿Las chicas del club femenino te estuvieron molestando últimamente?
   —Daichi, no es momento —le regrañó Suga—. Hazle la pregunta en otro momento...
   —No, está bien Suga —supongo que no valía la pena seguir ocultándolo—. Me molestan desde hace bastante tiempo, incluso antes de que entrara formalmente a Karasuno.
   —¿Por qué nunca nos lo dijiste ______? —preguntó Daichi preocupado—. Podríamos haberte ayudado...
    —Si se los decía, las chicas me amenazaron con buscar la manera en que no pudiera volver a entrenar o estar cerca de ustedes.
   —Ya decía yo que Michimiya estaba actuando de forma extraña hoy.
   —Aparentemente el subdirector sospechaba y suspendió a todas las chicas del club, no asistirían a la escuela por dos semanas y a los entrenamientos por un mes —me contó Suga—. No sabemos como fue que confesaron, de todos modos lo peor fue como Daichi buscaba explicaciones.
   —Lo hecho, hecho está —dijo Daichi de forma cansada—. Nos dio un susto cuando Yachi-san nos explicó la situación.
—Buenas tardes muchachos —vimos que la enfermera y el profesor Takeda entraron a la habitación—. Necesitamos que nos dejen con Udai-chan a solas unos minutos.
—Después les diremos cuando pueden volver a entrar —dijo Takeda-sensei, haciendo que todo el mundo se retirara—. _______-chan, necesitamos que nos digas la verdad. ¿Fueron las chicas del equipo de volley las únicas qué te hicieron esos moretones?
—No, sensei. Pero me temo que ahí no puedo darle más información —intenté evitar la mirada directa y él no hizo más preguntas—. Los chicos del club no lo hicieron, nunca me lastimarían y usted lo sabe.
—Los chicos del club de volley están fuera de peligro, _______-chan —dijo Takeda-sensei, apoyando su mano en mi hombro—, pero quien sea el que te haya hecho esto, no puede salir exento de pagar las consecuencias de sus actos.
—Lo sé, pero no quiero irme de Miyagi de ser el caso... —incluso si estaba comenzando a ser obvia con lo que decía a continuación, era el momento para sincerarme antes de que me arrepienta—. Si yo denuncio a esta persona, lo más probable sea que tendría que irme a Tokio y no quiero eso.
—De acuerdo, pero piensa bien sobre tus decisiones. Más que nada por tu bienestar —me dedicó una sonrisa algo forzada, yo solo podía mostrar una mueca de vergüenza ante mi postura—. Sé que muchas personas estarían mal si algo te llegase a pasar, incluyéndome. Eres alguien que logra llegar al corazón de la gente con facilidad, _________-chan.

Después de eso, la enfermera prosiguió a hacerme un examen completo. Me dijo que me había pescado un resfriado tan fuerte que, si le incluíamos los golpes que tenía en cada rincón de mi cuerpo, sin saber si tenía algún órgano dañado, podía haber tenido graves consecuencias. Ordenó que me hiciera un análisis médico profundo ni bien saliera de la escuela y me sugirió que estuviera en casa de algún conocido por unos días, al menos hasta que mis heridas se curaran lo suficiente. Ahora, con respecto a la última recomendación estaba en problemas. La única familia que tenía era mi madre y mi hermano.
Ni bien la enfermera pisó un pie fuera de la enfermería, los tres chicos de tercero entraron. Asahi casi se me abalanza a darme un abrazo tan fuerte que me haría escupir los pulmones, incluso Suga se junto con Daichi para separármelo y evitar la tragedia. Mientras comentaban de forma divertida como se la debían estar pasando aquellos cuatro tontos (Nishinoya, Tanaka, Hinata y Kageyama) estudiando para los exámenes, me vino a la mente el día que los conocí. Parecían tener ese mismo entusiasmo y energía, listos para vencer a cualquier rival que tuviesen en frente.

—¿Recuerdan la promesa qué hicimos aquella vez que nos conocimos? —preguntó Asahi de repente—. Que iríamos al torneo nacional de cualquier forma y que lo haríamos juntos.
—Sí, lo recuerdo —dije con una sonrisa ladina—. También recuerdo que Daichi por poco no se larga a llorar como una catarata.
—¡Eso no es cierto! —se quejó, pero Suga, Asahi y yo nos estábamos aguantando las ganas de reírnos—. Qué no fue así, me había entrado una pelusa al ojo.
—Como tu digas, Daichi —comentó Suga, limpiándose las lágrimas que habían salido involuntariamente—, aún que volviendo al punto... Entiendo lo que dices, Asahi. Si alguien te lastima _______, se las verá con todo el equipo. Porque no pensamos ir al torneo de primavera sin ti.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora