09 🏐

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Tener la mirada de todos los chicos del Nekoma me hizo sentirme algo incomoda, probablemente porque no me gustaba ser el centro de atención. Había distintos tipos de chicos, al menos hablando de apariencia. Quién me dio la impresión de capitán, se me acercó a paso lento, pero Daichi-kun lo detuvo en el medio del camino. Sentí que alguien me jalaba del brazo rumbo a la camioneta que nos había traído. Era Kiyoko-chan.

   —Perdón por la brusquedad, ________-chan —se disculpó con una reverencia—. Pero el ambiente ya se estaba poniendo demasiado tenso antes del partido.
   —No te preocupes, Kiyoko-chan. Y gracias.

La ayudé a bajar los bolsos que necesitábamos para el partido y fuimos a la entrada. En un momento, uno de los chicos del Nekoma nos miraba fijamente. Un chico alto, con una cresta rubia en su cabeza y ojos marrones. Por suerte, sus ojos estaban puestos en Kiyoko-chan antes que en mí. Había tres chicos detrás de él. Uno de la altura de Hinata, cabello negro con mechones rubios, parecía que le gustaba encorvarse y además hubiese sido la mascota perfecta para el equipo por sus ojos bien de gato. Los otros dos, parecían de primero: uno de ellos, también algo bajo, de ojos oscuros, cabello negro y de cejas gruesas; por otro lado, estaba el otro chico, un poco más alto, cabello castaño (parados como si fuese un puercoespín), ojos marrones y con una sonrisa.
Entonces recordé, que Lev me pidió que le entregara su pedido a uno de los chicos de primero. Volví a mirar el celular para ver que estuviera en lo correcto. "Aún que muchos te digan que somos amigos desde hace mucho tiempo, no les hagas caso. Busca a los de primero y pregunta por Sō Inuoka". ¿Por qué Lev a veces me complica las cosas a tal escala, que debo preguntar a cada uno de los miembros del Nekoma por un tal Sō Inuoka. La aseguré a Shimizu-senpai que estaría bien y decidí acercarme al par de chicos que celebraban por algún motivo.

   —Perdonen, ¿alguno de ustedes es Sō Inuoka? —pregunté algo insegura. Entre ellos se miraron sonrojados y el de pelo de puercoespín dio un paso al frente.
   —Soy yo —dijo algo tímido, queriendo evitar mirarme directamente a los ojos—. Ah, espera.  ¿Eres ________ Udai? Lev me dijo que te buscara, es un gusto conocerte —hizo una reverencia a la cual correspondí.
   —El placer es mío —saqué la caja envuelta en un pañuelo con bordados hechos a mano por mí—. Lamento que sea de esta forma, juro que castigaré a Lev la próxima vez que lo vea.
   —Creo que los senpais lo castigan lo suficiente —comentó riéndose de mi comentario—. Él es Yūki Shibayama, también de primer año —señaló al chico que estaba a su lado y el nombrado hizo una reverencia—. ¿Te importaría qué viera el interior? —señaló la caja que él ahora tenía en su poder.
   —Por favor, después de todo, te lo estoy encargando —le dije despreocupada—. Solo te aviso una cosa. Lev sabe la cantidad exacta de eso... Conociendo lo loco que se pone cuando hablamos de esas cosas, les recomiendo que no falte ninguna, porque pensará que se las comieron. Y créanme cuando les digo, no querrán verlo enojado.

Ambos chicos tragaron grueso y no los culpo. Si ven por primera vez a Lev, cualquiera pensaría que es un chico intimidante y malvado, pero a decir verdad, es totalmente lo contrario. Salvo, cuando hablamos de mis dulces. No me pregunten porqué, pero se volvió loco con ellos y cada vez que voy a Tokio a visitar a mi hermano, siempre me pide rogando que le lleve alguno de los dulce. Le he dicho que podría dejarle la receta para que los hiciera en casa, pero se negó rotundamente, con las excusa de que no sabrían igual a como los preparaba yo. Eso, por lo que Lev enloquece tanto, era una cantidad variada de mochis sin relleno, taiyaki rellenos de chocolate (en vez de anko) y bochan dango. Al abrir la caja, no solo los dos de primero, sino que algunos chicos del Karasuno comenzaron a querer molerse a golpes por el paquete.
Después de que los entrenadores pusieran en su lugar a los chicos, Ukai-kun me pidió que me acercara un segundo. Estaban él, Takeda-sensei, el entrenador del Nekoma (quién aparentemente tenía una rivalidad con Ukai-kun) y Nekomata-sensei. Un hombre de casi mi estatura, pelo grisáceo-blanquecino, ojos bien estirados horizontalmente y una sonrisa un poco arrogante. Esa era la misma expresión que mostraba hacia el entrenador Ukai durante los partidos de práctica de aquel entonces.

   —Es un placer y gran honor, poder presentarme ante usted —hice una reverencia hacia ambos entrenadores—. Soy ________ Udai, primer año.
   —Sí, algo me ha comentado Keishin —dijo Nekomata-sensei—. También creo haber oído hablar de ti del viejo cascarrabias.
   —Probablemente sea como piense. El antiguo entrenador Ukai sigue entrenando, pero no a estas escalas —miré al hombre directamente a los ojos, pero no con cualquier mirada. La misma que suele tener mi hermano cuando se desafía a sí mismo o a otros—. Estaré complacida de mostrarle todo lo que he aprendido con él durante los últimos años.
   —Vaya que sí eres alguien interesante —el rival de los Ukai soltó una carcajada —. Tengo curiosidad de lo que te ha enseñado ese viejo, considerando que el equipo nacional te tiene en la mira. ¿Qué te parece si me demuestras ahora de qué estás hecha jovencita?
   —¿Bajo qué términos? —parecía más una afirmación que una pregunta, el entrenador logró comprender mi indirecta.
   —Un tres contra tres. Tú y otros dos chicos que estén en la banca durante el partido contra tres de mis muchachos de la banca —decretó con firmeza—. Un partido de un solo set a quince puntos, antes de empezar con el partido de los chicos solamente. Si ganas, discutiré unos términos con ellos, los mismos que le pediste a uno de nuestros novatos que me notificara. ¿Comenzamos? —extendió su mano hacia mí y yo la acepté sin dudarlo.

Por el Nekoma irían Shibayama y otros dos chicos, mientras que por mi lado elegí a Sugawara y a Yamaguchi. No es por ninguna preferencia, pero si ellos iban a tener a un líbero, yo quise recurrir a un armador experimentado. Mientras los demás calentaban al otro lado de la cancha, nosotros tuvimos nuestro pequeño partido. Al principio nos costó poder ganar los puntos, para que se den una idea de la situación el marcador era: Nekoma 09 y nosotros 02. Busqué una forma de levantar la moral y después de esos nueve puntos, había visto un hueco en su defensa. Por lo que nos fue fácil dejar la balanza a nuestro favor, terminando el partido en un final de Nekoma 11 y nosotros 15. Festejamos nuestra victoria, aunque Yamaguchi se lamentaba demasiado por los puntos que perdimos a causa de sus malas recepciones o saques. Tanto Suga como yo logramos que se olvidara un poco de esa culpa, haciendo que Yamaguchi pusiera una gran sonrisa acompañada de un sonrojo.
Después de unos diez minutos, el partido de práctica oficial comenzó. La batalla del basurero resurgió de nuevo, luego de al menos cuatro años. Algunas veces, los jugadores del Nekoma se impresionaban por nuestra ofensiva. Pero, desafortunadamente, nuestra racha no duró mucho tiempo. El Nekoma nos ganó los dos sets. Sin embrago, ambos bandos querían seguir jugando y los entrenadores se lo permitieron, al menos hasta que no podían más del cansancio (salvo Hinata, él único con energía pura e inagotable). Cuando nos estábamos despidiendo, Nekomata-sensei se me acercó y me sonrió.

   —Te veré dentro de unas semanas en Tokio, puedes venir a practicar con nosotros cuando estés allá.
   —¡Muchas gracias, Nekomata-sensei! —hice una reverencia y me fui a reunir con los demás.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora