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Mantuve mi estatus de joven internacional en secreto por poco tiempo, al momento que los entrenadores dieron permiso a los chicos para atacar la carne o cualquier cosa asada, algunos chicos del Nekoma se me acercaron a felicitarme por mis logros. Hasta Kuroo quiso intentar persuadirme para que me transfiriera a Tokio, específicamente al Nekoma para tener algo de reconocimiento (sin mencionar que tendrían los dulces a un alcance más fácil). Ni siquiera hablemos cuando Daichi escuchó eso, quería meter al capitán de los gatos en una guillotina. Pero para ser sinceros, no era el único. Vi a lo lejos, como Suga hablando con Yaku y otro chico de tercero del Nekoma hablaban animadamente mientras me miraban, haciendo que mi senpai se pusiera rojo y mirara con mala cara a ambos chicos. También vi a Hinata hablando con Bokuto, quién me señalaba con una gran sonrisa, haciendo que el pequeño bloqueador del Karasuno saltara como loco. Una clara señal de su molestia hacia el comentario de la estrella del Fukurōdani.
Seguí inspeccionando las parrillas, en busca de algo para comer. Hasta ahora, solo había conseguido ingerir arroz (o los oniguiris) o verduras sueltas asadas. Caminando vi a Ya-chan, temblando de miedo, viendo una de las parrillas donde estaban los del Ubugawa y el Fukurōdani que eran bastante altos, probablemente estuviese intentando de alcanzar un poco de carne. Conociendo a mi amiga, estaba pensando que le harían alguna maldad o que la matarían por ser una chica pequeña y temerosa intentando comerse la comida de los gigantes. Me acerqué cuando ya había una montaña de chicos encima de ella, pidiéndoles permiso para tomar algo de carne y vegetales, además de un vaso de agua para Ya-chan que se comió algo carbonizado.

—Tienes un serio problema de confianza, Hitoka-chan —miré preocupada a mi amiga, quien se estaba tomando el agua como una loca—. No sé que harás cuando estemos en el Interhigh dentro de unos días.
—No me lo recuerdes, probablemente haya chicos bastante altos allá y... —comenzaba a hiperventilarse. La tomé de los hombros y la miré directamente a los ojos.
—¡Oye! Estoy contigo, no importa qué —la animé, dándole una palmada en la espalda—. Vamos, mejor vayamos a relajarnos con las demás.
   —¡Ahí están! —Kiyoko-chan nos hizo señas, para que nos fuéramos con las chicas—. Me comenzaba a preocupar que Yachi-san tuviera un inconveniente con alguno de los chicos.
   —Por eso me quedé cerca de ella, por poco no se atraganta con algo en una de las parrillas —señalé a mi amiga, quien volvió a toser—. Recuérdame de darte una mano con respecto a tus relaciones con los chicos del vóley.
   —Ah, ________-chan. Shimizu-san nos contó todo, felicitaciones por entrar en los jóvenes internacionales —me dijo la manager del Shinzen.
   —Gracias chicas, la verdad me costó mucho conseguirlo —sonreí y miré al celular para verificar si tenía mensajes o llamadas de mi hermano, pero cuando vi la hora, mis ojos se abrieron como platos—. ¡Dios! ¿El tiempo pasó tan rápido?

Corrí hasta el interior del Shinzen, entré a la cocina y verifiqué que la manager del Fukurōdani no se haya terminado los dulces. Al ver todo en orden, pedí ayuda a los entrenadores y profesores para que me dieran una mano para llevar las cosas al patio. Cuando llegamos, los chicos del Karasuno y del Nekoma se les iban los ojos de sus cabezas. Veía que amenazaban a saltar hacia las bandejas, al igual que la manager del Fukurōdani listos para devorar los dulces de las bandejas.
Les explique al resto de los equipos, que además de las sandías que habían dejado la Asociación de padres del Shinzen, decidí hacer unos dulces recompensando su semana llena de esfuerzo. Algunos de los chicos de los otros equipos fueron los primeros en probarlos y después comenzó la cacería entre todos los demás. Sabiendo que algo así sucedería, decidí reservar unos dulces para Ya-chan y las demás managers de los otros equipos. Al final del día, los chicos me dieron las gracias y me felicitaron por haberme tomado las molestias por hacer los dulces.

Algunos días después, nos preparamos día y noche para el Interhigh de Miyagi. Ayudé en lo que pude y aconsejé a los de primero para que se pudieran habituar a los tiempos y manías (este último caso, más que nada para Kageyama) de los de segundo y tercero. Estábamos listos para enfrentar las eliminatorias de la prefectura, el problema surgió en la entrada porque nos esperaba el equipo con quien jugaríamos primero, la peor casualidad era que uno de ellos fue quien nos había acorralado a Kiyoko-san y a mi, en la primera etapa de las preliminares de Miyagi.

   —¡Oh, la hermosa de lentes! —exclamó el chico, corriéndole la cabeza a Hinata—. ¡Y también la bella musa de la otra vez! ¿Ahora si me darán sus números? —Shimizu evadió mirarlo a los ojos, mientras yo bufaba al aire. Creo que ambas nos habíamos acostumbrado a que los chicos de otros equipos nos vieran con intensiones amorosas, que no sabíamos como reaccionar ahora—. Ah, adoro cuando se ponen así... 

Los típicos revoltosos de segundo se lanzaron como si fuesen el diablo ante aquel chico, listos para despedazarlo, hasta que la manager se interpuso disculpándose por el comportamiento de los jugadores. Mientras entrabamos al interior del gimnasio municipal de Sendai, sentía la presencia de alguien a mis espaldas. No sabía si prestarle atención o no. Hasta que me llegó un mensaje al celular de un número desconocido "Te veo en la sala común del gimnasio cerca de la salida oeste en 10 min. No te tardes, hay algo que quiero discutir urgente. UW."
Solo pude enarcar una ceja ante estas palabras, ya que no recordaba darle a alguien mi celular y tampoco sabía de quien podrían ser esas iniciales. Dejé las cosas con los demás y le avisé a Ya-chan en caso de que no regresara para el comienzo del primer partido. Caminé por toda la instalación hasta llegar al lugar acordado. Me senté en uno de los sillones cercanos a las ventanas y eché un vistazo al diagrama de los partidos de la prefectura.

Noté que, si lográbamos vencer a los dos equipos que nos tocaría enfrentar ahora, podríamos jugar contra el Seijoh de nuevo. Recosté la espalda con el respaldo de aquel duro sillón, cerrando los ojos con la mente en otra dimensión.

   —Veo que lograron aceptarte en el grupo de elite, sin nuestra influencia —escuché la voz de un chico, de quien quería evitar a toda costa—. Aunque posiblemente hubiese sido más rápido si fueras al Shiratorizawa. Felicitaciones.
—¿Qué haces aquí Ushijima? —me levanté, para encararlo con una cara no muy amigable—. Creí que habías dejado en claro la última vez, que tanto Oikawa como yo éramos unos incompetentes al momento de pensar en el futuro. ¿Podrías ponerte de acuerdo? 

Wakatoshi Ushijima era a quien Hinata llamaba "JAPAN", un estudiante de tercer año de preparatoria del Shiratorizawa (la cual ahora está en la cima de la prefectura en los equipos de vóley). Un chico de contextura bastante robusta, alto, de cabello marrón oscuro y sus ojos verde aceituna. Normalmente, en su rostro tiene una expresión estoica, la cual mostraría una postura intimidante ante cualquiera. Sin embargo, ahora tenía una sonrisa, que muchos pensarían que se burlaba de mí pero, ambos sabemos que estaba realmente feliz.
Entonces, para no empeorar la situación, Oikawa hizo su entrada dramática. Que bien, algo tendría que estar inquietando a este par de tontos para que me hicieran reunirme con ambos el día de hoy.

   —Vaya, Oikawa. No esperaba verte ahora —dijo Ushijima, ante la presencia del capitán del Seijoh, volviendo a su expresión facial habitual—. Pensé que probablemente tendrías a tu club de fans persiguiéndote en estos momentos.
   —Así era, hasta que Iwa-chan las espantó a todas —caminó lentamente hasta donde estaba, pasando un brazo por detrás de mis hombros—. Yo solo necesito ver a esta hermosura, para considerarla mi diosa y mi futura esposa.
   —Sigue soñando Oikawa, porque eso no va a ocurrir —me quité su brazo con brusquedad y me encaminé de nuevo a donde estarían entrenando los chicos del Karasuno—. Si ya terminaste Ushijima, tengo que volver antes de que los chicos se preocupen y hagan un revuelo por todo el gimnasio.
   —Una cosa más, Udai-chan —apoyó su mano con suavidad en mi hombro, obligandome voltear a verlo a los ojos—. La propuesta aún está en pie, además, tendrás más oportunidades si tomas la decisión correcta ahora y no cuando sea demasiado tarde.
   —Sabes, hay algo que me rondó por la cabeza estos días —seguí mi camino, pero en un momento paré en seco—. ¿No habrás sido tú el qué interfirió en mi solicitud de jóvenes internacionales?
   —No —fue su respuesta—. Solo comenté con la entrenadora del equipo femenino que investigara más a fondo en la prefectura.
   —Te lo diré solo una vez, Wakatoshi-kun. No vuelvas a usar tus influencias para facilitarme las cosas, puedo hacerme notar por mis propios medios.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora