Epílogo 3 ❤🏐

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  Tercer año, este año sería momentos para generar momentos de completa nostalgia. Al menos yo lo veía así. En el camino a la escuela, me encontré a Tsukishima caminando solo, con sus auriculares puestos, como de costumbre. Me acerqué a paso rápido y choqué mi puño en su brazo derecho, sacando al rubio de su transe con la música.

   —Hola Kei —saludé con una sonrisa, él solo correspondió con un asentimiento sin mucho ánimo—. ¿No ibas a venir con el nuevo capitán del equipo?
   —Yamaguchi tenía que terminar algunas cosas en su casa, así que me dijo que me adelantara —respondió con su tono monótono característico—. ¿Y tú, __________? No sueles despertarte temprano en los días de escuela, apenas si llegas a tiempo al salón antes de que toque la campana.
   —¡Qué malo eres, Tsukishima! —le recriminé, haciendo un puchero. Solo logre que se burlara en mi cara—. Ahora que lo veo mejor, ¿te dejaste crecer el cabello?
   —¿Qué tiene que ver eso? —preguntó.
   —Oh, bueno. Que ahora si podre llamarte Ken en la realidad —solté unas cuantas carcajadas, a lo que él solo soltó un bufido.
   —¡___________-chan! Buenos días —en la entrada de la preparatoria, nos encontramos a Hinata parado con su bicicleta—. Hola Tsukishima.
   —Vaya, pero el animal si sabe llegar a destino a tiempo. No me esperaba eso —veía como la cara de Hinata se iba desfigurando más y más, hasta que me interpuse entre ambos.
   —Por favor, chicos. Se los suplico, podrían no crear tanta tensión el primer día —les rogué algo cansada de las riñas que existían desde el primer año—. Tenemos que intentar reclutar bastantes estudiantes este año, no quiero que se asusten con verlos a ustedes y Kageyama discutiendo todo el tiempo.
   —De acuerdo, ___________ —respondieron los dos un poco avergonzados.

Cuando Yamaguchi llegó junto a Hitoka, corrí rápidamente hacia mi amiga y la confronté. Hacía apenas unas semanas me contó que comenzó a salir con el pecoso y yo no quería estar afuera de los detalles. Ella me negaba que hayan hecho cosas indecentes, pero yo jamás se lo pregunté explícitamente. Sin duda alguna, este año sería el que todos recordaríamos por el resto de nuestros días.
Horas después, durante el receso, nos acercamos al piso de los de primero, en busca de nuevos integrantes para jugadores y mánagers. Era una pelea entre todos los clubes de la preparatoria, porque obviamente querían llenar sus vacantes con la mayor cantidad de personas posibles. Para ese entonces, Yachi había conseguido ponerse más firme en su postura y no transmitían vibras miedosas como en primer año. A simple vista, había visto a unos cuantos chicos interesantes. Incluso había ido con Kageyama y Tsukishima (claramente, por separado) a los partidos de secundaria a observar posibles rivales o aliados.

Localicé a un posible bloqueador central muy bueno del Chidoriyama, mi secundaria. Se trataba de un chico de aproximadamente 1,78 metros, rubio, ojos azules, tez blanca y unas manos grandes. Quizás sea mestizo como Lev o de ascendencia extranjera. Noté que su mirada se posó en la mía y se acercó con una postura algo altanera, por favor que no se parezca en carácter a Kei.

—Hola, ¿son del equipo de voleibol masculino? —preguntó totalmente tranquilo, con una sonrisa amistosa. Gracias al cielo, pensé en mis adentros—. Estaba a punto de buscar a las managers...
—De hecho, solo hay una manager en el equipo por el momento —señalé a Hitoka-chan quien todavía seguía repartiendo folletos—. Soy Udai ___________, de tercero. Es un placer conocerte.
—Igualmente, es un placer poder conocerte en persona senpai —el chico hizo una reverencia—. Quizás no me recuerda, pero soy uno de los primos de Shinomiya Aki. Soy Shinomiya Izuku, 1-3.
—¡¿Qué?! Pensé que la mayoría de los Shinomiya iban al Shiratorizawa —lo miré sorprendida—, pero te recuerdo del partido del Chidoriyama contra el Kitagawa Daiichi.
—Pasa que... —fue interrumpido por el brazo de Tsukishima que pasaba por mis hombros, de hecho los dos nos sorprendimos.
—Vaya, ___________. Trata de no ser tan obvia, ¿quieres? —miré con mala cara al rubio con anteojos—. ¿Puedo hablar contigo un minuto?
—¿Acaso no ves qué estoy algo ocupada? —pregunté, tragando mis ganas de darle un golpe en las costillas—. Puedes consultarme lo que necesites cuando terminé el receso...
—Am... ____________, yo me hago cargo de ayudarlo en los papeles del registro al club —Ya-chan, ¿por qué conspiras en mi contra con Kei?—. Te veo en clase.
—Pero... —fui arrastrada por Tsukishima por los pasillos a regañadientes, ya que ni siquiera pude decirle una palabra más a Shinomiya-kun—. Ya, ¿feliz? —le pregunté una vez que estábamos en el pasillo externo que llevaba al gimnasio—. ¡¿Qué era aquello tan import...?!

Me dio un beso en los labios, dejándome sorprendida por primera vez en todo el tiempo que nos conocemos. Cuando nos separamos, los dos estábamos completamente rojos. Después de varios minutos de silencio, Tsukishima se me confesó como solo él sabe hacerlo (frases cortas, evitando mirarme a los ojos, en su tono de voz grave). Yo solo permanecía ahí parada sin saber como reaccionar.
No es que no sintiera lo mismo por Kei, pero me había sorprendido la forma en la que reaccionó que apenas si tuve tiempo a poder corresponderle sus sentimientos. Todo quedó en pausa por la maldita campana anunciando el inicio de la siguiente clase. Horas más tarde, le pedí a Yamaguchi (como favor) que nos dejara a Tsukki y a mí ordenar el gimnasio. Él, como buen amigo y cómplice (venganza en parte por la alianza entre mi mejor amiga y Kei) accedió a ayudarme. Ahora los dos estábamos ordenando el gimnasio en un silencio algo incomodo.

—_________, sobre lo que dije esta mañana... No hace falta que... —estábamos quitando la red—. Olvídalo, será mejor si lo olvidamos.
—¿Lo dices enserio? —lo miré algo molesta—. ¿Después de tirarme semejante bomba quieres qué lo olvide? ¡¿De verdad te vale una mierda qué yo siento lo mismo?!
—Es que... —se calló para concentrarse en mis palabras—. Espera, ¿qué dijiste?
—Que yo también siento lo mismo —repetí con una sonrisa.

[...]

Estaba en la cafetería, trabajando junto a Aki-kun, quien no paraba de burlarse de mi por no darme cuenta que su primo quería coquetear conmigo hace unos cinco años atrás. Seguía trabajando en esa cafetearía, solo que ahora era co-dueña junto a Aki-kun. Dejé el equipo olímpico hace cuatro años, pero todavía juego en la liga universitaria mientras estaba estudiando publicidad. Kei está trabajando de encargado en museo de historia local.
Estábamos en un periodo donde no había mucha gente circulando, entonces vimos que la puerta se abrió abruptamente.

—Bienvenidos... —se trataba de Yamaguchi-kun, quien no venía solo.
—Ah... Que suerte que te encuentro, ________-chan. Necesito pedirte un favor —decía el pecoso entre jadeos—. ¿Podrías cuidar a Shōta?
—Yamaguchi-kun, dentro de unos minutos estaremos en hora pico...
—Te lo ruego, solo hasta que Tsukki pueda venir a buscarlo.

Después de varios segundos rogándome que cuidara de su hijo con Hitoka, sí como lo escucharon, hace un año tuvieron un hijo juntos. La paranoia de Yachi jamás estuvo tan alta, ni siquiera en el primer año de preparatoria, cuando se enteró del embarazo.
Kei y yo éramos los padrinos de Shōta, a veces cuando era necesario, cuidábamos de él para que Yamaguchi y Hitoka tuvieran tiempo a solas. El padre me dejo a su hijo a mi cargo y salió corriendo a trabajar, mientras que Aki me recomendaba ponerle una silla adecuada cerca de la barra. Miré la hora y noté que es en este horario en donde mi ahijado tomaba su siesta. Así que lo acomode en el transportador para bebés y cante una canción suave para dormirlo.

—¿Desde cuándo cantas? —escuché la voz de Tsukishima detrás de mí, logré que el bebé se durmiera—. ¿Acaso llegaste a cantar en la escuela?
   —Si te refieras a que si estuve en un coro. No, nunca canté en público —arropé a Shōta y miré a mi novio a los ojos—. Pero tenía un cuarto en donde me ponía a cantar.
   —¿Cerca de los casilleros de las zapatillas? —yo solo asentí, Tsukishima empalideció varios tonos.
   —¿Qué pasa?
   —Los primeros días de clases de primer año, caminaba con Yamaguchi a buscar algo en la oficina del conserje y escuchamos una voz —comenzó a relatar, la imagen del pánico que sentí ese día se me vino a la mente—. Recuerdo que le dije que me pareció...
   —La voz de un ángel —dijimos al unísono. Yo solo le sonreí.
   —Vaya, creo que me enamoré de ti sin conocer tu rostro —expresó él, mientras se sonrojaba.
   —Oigan —entonces, Aki-kun interrumpió el momento—, hay un hotel aquí cerca por si necesitan...
   —¡No seas depravado, Aki-kun! —le reproché a mi compañero de trabajo, mientras mi novio se llevaba a Shōta, quien por suerte todavía seguía dormido.

  Antes de que lo perdiera de vista, le lance un beso al aire y el simuló que lo agarraba.

El arcángel de los cuervos (Haikyuu x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora