Todo por Granger || Hermione Granger

12. La verdad de Sirius Black.

Lana terminó de escribir cada carta que les iba a enviar a sus amigos, en la de Antonella incluyó una descripción detallada e, incluso, exagerada de cómo le pegó a Ron, puede que haya dicho que le había roto la nariz; en la de Aless incluyó unos cuántos hechizos que nunca había escuchado antes y que esperaba le resultaran útiles; por último, en la de Aldo incluyó la foto con el equipo de quidditch cuando levantó la copa, y puede que haya mentido diciendo que le había dicho a todo el equipo sobre su existencia, en su defensa, Lana había estado tan feliz que no había recordado nada sobre su promesa. Además, agregó que el único examen que le había causado problemas fue el de Historia de la Magia. Esperaba que se burlaran de ello.

Miró la foto que Aldo le había enviado, que estaba junto a una réplica exacta de la misma, exceptuando que una era más pequeña. Lana sacó su relicario de uno de sus bolsillos, se lo había quitado hacía unos momentos, lo abrió, sacó la foto de la escoba, terminando por poner la foto de sus amigos en su lugar. Se dio por satisfecha con el resultado, y se lo colgó otra vez en el cuello.

Consideraba que el año escolar no podría haberle ido mejor, considerando que había llegado a Hogwarts apenas ese año. Estaba segura de que aprobaría todos sus exámenes, incluso Historia de la Magia, aunque fuera con una nota mediocre. En su defensa, Binns no era tan divertido de ver como Griemer.

Lana se dirigió a la Casa de los Gritos con una gran sonrisa, dispuesta a contarle a Sirius sobre su rendimiento en los exámenes, pero su sonrisa se borró al verlo totalmente serio.

—¿Todo bien, pulgoso? —preguntó acercándose a él.

—No —Negó de inmediato y se puso de pie—. Hoy es el día.

—Hoy... ¿hoy?

—Hoy.

—Pettigrew morirá esta noche —dijo Lana con aspecto sombrío. Sirius asintió, con el mismo aspecto.

—De esta noche no pasará —Sirius se acercó a Lana—. No tienes que estar si no quieres.

Lana negó de inmediato.

—No te voy a dejar solo, imbécil —Ella sonrió—. Eres como mi padre, Sirius.

El hombre se mostró sorprendido ante la declaración, pero también sonrió y le acarició la mejilla a Lana.

—Tú eres como mi hija, Lana, es mutuo —le aseguró y le dio un beso en la frente—. Espérame en la habitación de arriba.

—¿La que tengo perfectamente arreglada? —preguntó y Sirius negó.

—La otra.

—¿La sucia? ¿Vamos a matar a Pettigrew ahí? Bueno, supongo que es lo que merece —dijo Lana mientras subía las escaleras. Sirius sonrió antes de salir por el túnel, era el momento.

★★★

—¡Ron!, ¿te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro —gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes—. Harry, esto es una trampa...

—¿Qué...?

—Él es el perro. Es un animago...

Ron miraba por encima del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos. Y Lana se acercó, mostrando una sonrisa les apuntó con su varita.

—¡Expelliarmus! —Las varitas de Hermione y Harry volaron de sus manos a la de Lana, ella se las entregó a Sirius que las recibió sin mucho ánimo.

—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo —dijo Sirius con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera empleado en mucho tiempo, pero lo cierto era que, la había empleado esa misma noche—. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Habéis sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...