Lana se mantuvo ansiosa los días que faltaban para que fuera al colegio mágico, Everore. A momentos se preguntaba de dónde había salido el nombre, quizás simplemente habían elegido palabras al azar. A Lana le gustaba preguntarse el origen de las cosas cuando no tenía nada que hacer.
—Ahora que se va podríamos tratar de tener un heredero —Lana escuchó a su padre una tarde en la que intentaba escabullirse al jardín—. Al menos ese podría servir para mantener mi apellido.
—Cuando Lana se case puede hacer que su pareja tenga su apellido —respondió su madre—. No tiene por qué renunciar al Salvatore.
—¡Eso sería una deshonra! —exclamó él—. Es tradición que la mujer tome el apellido de su esposo.
Lana se asomó a tiempo para ver una mueca de fastidio en el rostro de Bianca.
—Sí, bueno, algunas tradiciones están hechas para romperse.
Edgard negó con la cabeza.
—De todos modos, necesitamos al heredero para que el apellido no desaparezca —Él siguió con el tema—. No queremos que suceda lo mismo que pasó con tu apellido... ya sabes, cuando tu querida sobrina decidió morirse.
Lana contuvo la respiración.
—Oh, claro, es que ella decidió morir por gusto —respondió Bianca sarcásticamente—. Sabes perfectamente que sucedió, Edgard, me parece insensible de tu parte...
—Además, era una decepción —dijo, interrumpiéndola—. Era amante de esos asquerosos sangre sucias —Bianca respiró profundamente, ese término le desagradaba y Edgard no solía usarlo, pero ese día parecía decidido a sacarla de sus casillas—. Mientras Lana no termine siendo tan estúpida y...
—¡Camille no era estúpida! —exclamó ella, olvidando el hecho de que estaba escuchando a escondidas—. ¡No tienes el derecho de llamarla así!
Edgard la miró con el entrecejo fruncido.
—La puedo llamar como a mí se me dé la gana —respondió—. Y ve a esperar a tu habitación, te mereces un castigo por haber estado escuchando a escondidas, además de hablarme de esa forma.
Lo dijo con tanta tranquilidad que Lana sintió un escalofrío. Usualmente, la tranquilidad de Edgard la asustaba más que su ira. Se le hacía más impredecible cuando se comportaba así.
—Yo me encargo esta vez —Bianca intervino—. Tú tienes mucho que hacer.
Lana se sintió aliviada. Al menos sabía que su madre no usaría magia, al contrario de su padre.
—Claro —aceptó con facilidad—. Vete —gruñó, mirando a Lana, quien se apresuró en obedecer, temiendo que si se quedaba más tiempo, sería peor.
Los días pasaron y su madre parecía haber olvidado que debía castigarla, cosa que a Lana la tranquilizaba. Pronto llegó el trece de septiembre, el día en el que iría a Everore.
Para cuando llegó el trece de septiembre, Lana ya tenía su baúl listo, tal como se le había indicado. Bianca la llevó al patio delantero de la mansión, donde debían recogerla para ir a Everore.
—Según tu padre, no deben tardar en venir.
Bianca miraba impacientemente el reloj de plata que tenía en su muñeca izquierda. Tenía el entrecejo fruncido y no apartaba la mirada de él. Lana se sintió triste al pensar que no podía esperar para deshacerse de ella.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un ruido llegó a sus oídos, y pronto una especie de carruaje aterrizó a unos metros de ambas. Parecía estar hecho de madera oscura, y tenía detalles por todos lados, Lana leyó «Transporte oficial del colegio Everore» tallado en la puerta. Además, era tirado por caballos negros que cada vez que resoplaban, salía fuego de sus narices.
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Todo por Granger || Hermione Granger
Fanfic«Te protegeré de todo, Granger. Cueste lo que cueste.» Hermione Granger x Fem!oc Universo y personajes de J.K. Rowling, a excepción de Lana y otros personajes que no reconozcan, la historia de dichos personajes es de mi autoría. Prisoner of Azkaban...