45. Smells Like Teen Spirit.

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Antonella miró con aburrimiento las cortinas de su cama que estaban corridas, dándole una especie de privacidad, no es como si importase, de todas formas todas sus compañeras de habitación habían salido ya.

Habían días como ese en el que le costaba levantarse de la cama. ¿Qué sentido tenía? Frunció el entrecejo, pensando. Cuando se había ido a dormir todo había estado bien, ¿por qué ahora parecía que nada de lo que hacía tenía sentido? Otros días simplemente quería huir, ¿acaso importaba realmente si simplemente robaba la escoba de Aldo y se iba volando?

De repente, una ira intensa la inundó. ¿Qué demonios se suponía que estaba haciendo? Había estado haciendo todo lo que sus padres le habían pedido. «Ayuda a Edgard Salvatore a regresar a Lana a casa», «Desprecia a los sangre sucia», «Comprométete con Coppola».

Los odiaba.

Si tan solo los tuviera en frente...

Se enojó tanto que tomó su varita, que estaba junto a su mano y quemó las cortinas. Salió de su cama a través de la parte de las cortinas que aún no estaba en fuego, se desvistió con rapidez y tiró la ropa a la cama, bostezando.

¿Por qué sus emociones a veces cambiaban tan de golpe? Frunció el entrecejo, ¿era normal o no? Quizás debería preguntarle a Aldo... o no, quizás pensaría que estaba loca y la abandonaría como Lana. Su cuerpo tuvo un escalofrío ante ese pensamiento.

No podía permitirse que alguien más la abandonara. Lana, luego Aless simplemente había comenzado a ignorarla... solo estaba Aldo, quien, a pesar de haber expresado deseos de que arreglaran todo con sus otros amigos, Antonella había sabido exactamente qué decir para mantenerlo a su lado.

«¿Lana vino a buscarte? No, así que deja de ser tan patético. » Había sido una de las cosas que había dicho una de las veces que Aldo se notó triste por Lana.

Antonella se puso el uniforme, pensativamente, ignorando por completo el ardor en su nariz por el olor a madera quemada que venía de su cama. Ella no tenía que preocuparse por ello, el colegio se encargaría.

Acomodó la corbata amarilla con rayas negras con un hechizo, considerando que sería bastante patético hacerlo del modo muggle. Se sintió asqueada consigo misma cuando pensó que lo había estado haciendo de esa forma.

—¡Caruso, Coppola me envió a buscarte! —gritó una voz femenina desde el otro lado de la puerta, golpeando la madera—. ¿Huele a quemado?

—¡Seguro es Aldo que estuvo pensando! —respondió Antonella, sintiéndose satisfecha con lo cruel que sonó—. ¡Dile que ya bajo!

Esperó hasta que escuchó sus pasos alejarse, entonces abrió la puerta y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella, poco preocupada por su cama, que ardía en llamas dentro del lugar.

★★★

—¿De verdad quieres estar conmigo?

Lana miró a Hermione con confusión. Estaban acostadas en su cama, Lana la abrazaba mientras la castaña leía un libro.

—¿Por qué lo preguntas? —preguntó la italiana con el entrecejo fruncido.

—Bueno... —Hermione dejó el libro de lado—, soy una... sangre sucia y tú...

—No vuelvas a llamarte así —pidió Lana, interrumpiéndola—. ¿Y por qué piensas eso? Sabes que no me importa. Eres Hermione Granger, la bruja más inteligente de nuestra generación, la misma que me ama, ¿por qué no quisiera estar contigo? —Lana suspiró—. Mírate, eres maravillosa.

—¿De verdad? —Hermione se volteó a verla—. ¿Piensas eso?

—Solo pienso lo mejor de ti —dijo Lana con suavidad, alzando una de sus manos para acariciarle la mejilla—. Mi percepción de ti es solo la mejor, te lo aseguro, Hermione, a mis ojos eres la persona más increíble e interesante del mundo.

Todo por Granger || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora