16. Draco Malfoy, el increíble hurón botador.

10.8K 879 412
                                    

Aunque al principio el plan era dormir en la tienda de los Weasley, Lana terminó en la tienda de Aless, tomando té con Angella.

—Ya es muy tarde para salir —dijo la mujer cuando Lana se puso de pie—. Deberías quedarte, es posible que te pierdas.

Lana sabía que no era muy tarde, el sol se acababa de ocultar, pero no puso mucha resistencia y asintió.

—Claro.

Angella le sonrió, y ambas hablaron otro rato, hasta que Aless salió de su habitación.

—Encontré un juego de ajedrez mágico —dijo, mirando a Lana—. ¿Quieres jugar?

—Seguro.

Lana se puso de pie y lo siguió por la lujosa tienda, que tenía piso de mármol, y un candelabro de oro en medio. Entró a una habitación, encontrándose con que era exactamente igual a la de Aless, con las paredes azules, sus posters de equipos de quidditch y cosas muggles que Lana no conocía.

—Tú eres las blancas —Aless señaló el tablero que estaba sobre su cama.

—Como sea —Lana se encogió de hombros y se sentó en la cama. Aless hizo lo mismo y comenzaron el juego.

Jugaron al menos dos partidas antes de que Lana se quedara dormida. Aless sonrió levemente y guardó el ajedrez en una caja, entonces se acostó a su lado y cerró los ojos.

Aless no tardó mucho en dormirse. El cansancio y la comodidad de su cama fueron la perfecta combinación para un sueño rápido. Durmió sin soñar, casi sin moverse, hasta que sintió dolor en su nariz. Abrió los ojos y se hizo hacia atrás, llevándose su mano a la nariz. Entonces fijó su atención en Lana.

Lana se removía entre sueños, murmurando cosas y moviendo sus manos hacia todos lados, como si quisiera tocar algo.

—Lana —susurró Aless, moviéndola suavemente.

—No, no, no... —decía entre sueños—. Camille no...

—¡Lana! —Aless la movió con más fuerza, entonces ella abrió los ojos y se sentó de golpe.

—¿Qué pasa? —preguntó, tratando de pretender que no estaba toda sudorosa y con lágrimas corriendo por sus mejillas.

—Pasa que estabas teniendo una pesadilla —respondió—. ¿Estás bien?

—¿Ah? Sí, sí, seguro —Lana asintió, pensando en cómo limpiarse las lágrimas sin que Aless se diera cuenta—. Todo está bien.

Aless se inclinó hacia su mesita de noche y tomó un pañuelo, entonces se lo extendió a Lana.

—Límpiate las lágrimas.

Ella frunció el entrecejo, recibiendo el pañuelo. Había pensado que Aless no se había dado cuenta.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó él—. Leí por ahí que hablar de este tipo de cosas ayuda.

—No fue una pesadilla —masculló Lana de mala gana—. Fue un recuerdo, lo cual es peor.

Aless se quedó en silencio.

—¿Y quieres hablar de eso?

—No es nada importante —mintió. Aless se quedó en silencio, y Lana se sintió presionada—. Solo veo cómo mi prima es asesinada mientras yo estoy encerrada en un armario y no puedo hacer nada —Rio sin gracia—. Nada importante.

—Es importante si te afecta —dijo Aless, conteniéndose de decir cuán terrible era que tuviera que ver eso—. Si necesitas hablar de eso, recuerda que somos amigos.

Todo por Granger || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora