27. Umbridge.

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La mañana en la que fueron a King's Cross fue una pesadilla, Lana y Hermione despertaron por los gritos de la señora Black en la planta baja.

Hermione dejó un beso en los labios de Lana antes de irse a su habitación para vestirse. Lana se vistió con rapidez y fue al armario, donde estaba su baúl, lo sacó con rapidez y brusquedad, lo que hizo que algo cayera de un estante del armario.

—¿Qué es esto? —murmuró Lana mirando un pequeño cuaderno de cuero. La italiana le dio un rápido vistazo, dándose cuenta de que era un libro con hechizos y maleficios, lo tiró dentro de su baúl y se apresuró a bajar.

No estaba segura de porqué se estaba llevando un libro potencialmente peligroso de la habitación de una loca que estaba en Azkaban, pero algo dentro de ella, le aseguraba que sería útil.

Fueron a King's Cross caminando, Sirius se había convertido en perro y jugueteaba en el camino, asustando gatos y palomas, haciendo reír a Lana y a Harry. Tardaron veinte minutos en llegar, Lana fue la primera en entrar al andén nueve tres cuartos, los otros no demoraron mucho en llegar, se despidieron y subieron al tren.

—¡Nos vemos! —gritó Harry por la ventana abierta cuando el tren se movió, mientras Ron, Lana, Hermione y Ginny saludaban tras él. Las figuras de Tonks, Lupin, Moody y los Weasley se hicieron pequeñas rápidamente, pero el perro negro seguía al tren, moviendo su cola; La gente borrosa de la plataforma se reía viendo como perseguía al tren, entonces tomaron una curva y Sirius se había ido.

—No debería haber venido con nosotros —dijo Hermione con voz preocupada.

—Oh, anímate —dijo Ron—. El pobre no había visto la luz del sol en meses.

—Bien —habló Fred, dando una palmada—. No queremos tener la misma conversación de siempre, vamos a hablar de negocios con Lee. Luego nos vemos —Y él y George desaparecieron por el pasillo de la derecha. El tren iba cada vez más deprisa, tanto que las casas pasaban como flashes, y se balanceaban cuando estaban de pie.

—¿Qué les parece si vamos a buscar un vagón?

Ron y Hermione intercambiaron miradas, Lana hizo una mueca, claramente Harry no sabía nada sobre prefectos.

—Esto... —intentó decir Ron.

—Nosotros...quiero decir....Ron y yo deberíamos ir al vagón de los prefectos —explicó Hermione con incomodidad.

Ron no miraba a Harry; parecía estar muy interesado en las uñas de su mano izquierda

—Oh —dijo Harry—. Bien, me parece perfecto...

—No creo que tengamos que pasar allí todo el viaje —dijo Hermione rápidamente—. Las cartas decían que recibiríamos instrucciones y patrullaremos los pasillos por turnos.

—Bien —repitió Harry—. Bien, yo... yo los veré luego, entonces.

—Sí, claro —dijo Ron, dedicando una mirada ansiosa a Harry—. Es pesado tener que ir abajo ahora... sabes que preferiría...pero tenemos que....quiero decir, que no me gusta esto. Yo no soy Percy —dijo con tono retador

—Sé que no lo eres —aseguró Harry y él sonrió, pero cuando Hermione y Ron cogieron sus baúles, a Crookshanks, y la jaula de la lechuza de Ron para ir al final del tren, Harry sintió un extraño sentimiento de pérdida. Nunca había viajado en el Expreso de Hogwarts sin Ron.

—Vamos —le dijo Ginny—. Si vamos rápido aún podemos conseguir plazas.

—Concuerdo —dijo Lana algo incómoda por la conversación que habían tenido Ron, Hermione y Harry.

Todo por Granger || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora