Todo por Granger || Hermione Granger

63. Las reliquias de la muerte.

Los cuatro caminaban por la ladera ventosa hacia la que se desaparecieron la mañana siguiente, desde ahí tenían una perfecta vista del pueblo de Ottery St. Catchpole. Desde su ventajosa posición elevada, el pueblo parecía una colección de casas de juguete dentro de los grandes rayos de luz inclinados que se extendían desde los espacios entre las nubes hasta la tierra.

Se quedaron parados un minuto o dos mirando a la Madriguera, protegiéndose los ojos del sol con las manos, pero todo lo que fueron capaces de distinguir fueron los altos setos y árboles del huerto, que proporcionaban a la pequeña casa torcida protección a ojos muggles.

—Es raro, estar tan cerca, pero no hacer una visita —dijo Ron, con expresión melancólica.

—Bueno, no es como si no los acabases de ver. Estuviste aquí en Navidad —dijo Hermione fríamente.

Entonces Ron y Lana se rieron, apoyándose en el otro, mientras que Hermione los miraba confundida.

—¡No fui a La Madriguera! —exclamó Ron cuando dejó de reír—. ¿Crees que sería capaz de ir y decirles que salí corriendo? Sí, quizás Fred y George se lo tomarían bien. Y Ginny sería compresiva.

—Totalmente de acuerdo —Lana asintió, recordando lo comprensiva que había sido la pelirroja con ella después de varias explicaciones.

—¿En dónde estuviste entonces? —preguntó Hermione, mirando a Lana durante un segundo, como si esperara que ella le respondiera.

—Estuvo en casa de Fleur, yo llegué después —respondió la italiana.

—Sí, tienen una nueva casa, en Shell Cottage. Bill siempre ha sido decente conmigo. No... no se quedó impresionado cuando escuchó lo que había hecho, pero no insistió en ello. Sabía que yo realmente lo sentía. Nadie del resto de la familia sabe que estuve allí. Bill le dijo a mamá que él y Fleur no iban a ir a casa por Navidad porque querían estar solos. Ya sabes, las primeras vacaciones después de casarse. No creo que a Fleur le importase. Ya sabes lo mucho que odia a Celestina Warbeck.

—Y que lo digas —agregó Lana alegremente—. ¡La última vez que bromeé sobre que deberíamos escucharla me lanzó un zapato a la cara!

Ron y Lana rieron por la anécdota mientras le daban la espalda a La Madriguera. Hermione sonrió mirando a Lana, tenía el presentimiento de que había hecho esa broma justo en ese momento para que Ron no se sintiera triste por no poder ir a hacerle una visita a su familia.

—Probemos por aquí —Ron los dirigió, liderando el recorrido sobre la cima de la colina.

Caminaron durante unas pocas horas, Harry oculto bajo la capa de Invisibilidad ante la insistencia de Hermione. El grupo de colinas bajas parecía estar deshabitado, salvo por una pequeña casa de campo, que parecía abandonada.

—¿Crees que es de ellos, y que se han marchado durante las Navidades? —preguntó Hermione, mirando a través de la ventana a una pequeña cocina ordenada con geranios en el alféizar. Ron resopló.

—Escucha, presiento que serías capaz de saber quién vive ahí si mirases a través de la ventana de los Lovegood. Probemos el siguiente grupo de colinas.

—Sí, seguro tendrían algo colorido y loco —Lana asintió.

Así que se desaparecieron unos pocos kilómetros más al norte.

—¡Ajá! —gritó Ron, mientras el viento les azotaba el cabello y las ropas.

Ron estaba apuntando hacia arriba, hacia la cima de la colina en la que habían aparecido, donde una casa con aspecto de lo más extraño se erguía hacia el cielo, con un gran cilindro negro que tenía una luna fantasmagórica colgando por detrás bajo el cielo de la tarde