37. El Quisquilloso.

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La noche de ese día, Harry les contó el fiasco que había sido su cita con Cho Chang mientras cenaban. Según él, la chica se comportó extraño luego de que le dijera que tenía que juntarse con Hermione.

—... y entonces —finalizó varios minutos más tarde, mientras el último trozo de pastel desaparecía—, ella dijo: «Nos vemos, Harry», ¡y se marchó! —Bajó la cuchara y miró a Hermione—. Y digo, ¿qué fue todo eso? ¿Qué ocurrió?

Hermione miró sobre su espalda en dirección de Cho y suspiró. Lana intentó no reírse, pero falló, ganándose un golpe por parte de la castaña, que luego volteó a ver a Harry.

—Oh, Harry —murmuró con tristeza—. Lo siento, pero creo que te faltó un poco de tacto.

—¿Me faltó tacto? —repitió Harry, ultrajado—. En un minuto nos estábamos entendiendo y al siguiente me contaba que Roger Davies le había pedido salir y como acostumbraba ir a besuquearse con Cedric a esa estúpida tienda de té... ¿Cómo se supone que debía sentirme respecto a eso?

—¿Besuquearse en una tienda de té? —preguntó Lana, inusualmente interesada—. Deberías darme el nombre de esa tiendita de té, Hermione y yo lo agradecerí...

—Lana —Hermione la interrumpió, dándole una mirada de advertencia.

—Ah no, Harry, era broma, Hermione y yo nunca nos besamos, es algo tan asqueroso y antihigiénico, solo besamos la portada de un libro y luego la otra lo hace. Sí, los besos son...

—Lana —volvió a hablar Hermione.

—Pensé que te molestaba que Harry supiera que nos besuqueamos, discúlpame entonces.

—¡Está deprimido por su cita con Cho Chang, no tienes que presumirle que nos besuqueamos! —gritó, haciendo que todos en el Gran Comedor voltearan a verlas. Harry tosió, intentando ocultar la risa que se le salió, mientras que Hermione se había sonrojado.

—Entonces... —habló Harry luego del incómodo momento—, lo que te había dicho, ¿algún consejo o algo?

—Bueno, verás —dijo Hermione, con el aire paciente de quien le explica a un niño pequeño que uno más uno es igual a dos—, no deberías haberle dicho que querías reunirte conmigo en mitad de su cita.

—Pero, pero —farfulló Harry— pero... me dijiste que me reuniera contigo a las doce para almorzar y la llevara, ¿cómo se supone que lo hiciera si no se lo decía?

—Le ponías una bolsa en la cabeza y... —Lana se interrumpió ante la mirada que Hermione le dio—. Vale, ya me callo.

—Deberías habérselo dicho de una manera diferente —explicó Hermione, aún con ese aire enloquecedoramente paciente—. Deberías haberle explicado que era verdaderamente molesto, pero que yo te había hecho prometer que irías a las Tres Escobas, y que en realidad no deseabas ir sino quedarte el día entero con ella, pero desafortunadamente tenías que reunirte conmigo y le pedías que por favor, por favor fuera contigo, con la esperanza de que así pudieran escaparse más rápidamente. Y también habría sido una buena idea mencionar cuan fea piensas que soy, eso también —agregó Hermione con una idea tardía.

—Potter, si te atreves a decirle a alguien que Hermione es fea, te mataré —advirtió Lana.

—Pero no pienso que seas fea —declaró Harry perplejo.

Hermione rio.

—Harry, eres peor que Ron... bueno, no, realmente no lo eres... —suspiró al tiempo que el aludido entraba en el comedor pisando con fuerza, salpicado de barro y luciendo de muy mal humor—. Mira, enfadaste a Cho cuando le dijiste que tenías que reunirte conmigo, así que intentó ponerte celoso. Fue su manera de tratar de descubrir cuánto te gusta.

Todo por Granger || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora