Todo por Granger || Hermione Granger

14. La Madriguera.

Lana había llegado a La Madriguera.

Sus padres habían conseguido las entradas para el mundial, Lana tenía la suya guardada en su baúl. Su padre la había dejado ir porque reconoció el apellido «Weasley» de la lista de los sagrados veintiocho, para suerte de Lana, aún no se había enterado de su estatus de traidores a la sangre.

—¡Bienvenida! —exclamó una mujer de cabello rojo—. Ron nos ha hablado de ti.

—¿Ah sí? —preguntó dirigiendo una mirada hacia Ron, que se puso rojo y desvió la mirada.

—Sí —respondió la mujer por él—. Soy Molly Weasley.

—Lana Salvatore —se presentó con su exquisito acento italiano, a pesar de haber estado casi un año en Inglaterra su acento permanecía—. ¿Harry y Hermione ya están aquí?—se dirigió a Ron.

—Hermione sí, iremos a buscar a Harry a las cinco, ¿quieres venir?

—Estaré encantada —respondió Lana con una sonrisa.

Molly Weasley le indicó donde dormiría, en la habitación de Ginny, junto a ella y Hermione. Lana llegó a la habitación dejó su baúl al lado de la puerta y miró a Ginny que estaba recostada en su cama, leyendo una revista.

—Lana, ¿cierto? —preguntó la pelirroja, dirigiéndole una rápida mirada antes de volver a leer la revista que tenía en sus manos.

—Así es —respondió la italiana, mirando la habitación con atención, tenía varios posters de Gryffindor en las paredes—. ¿Eres de Gryffindor?

—Sí, supongo que no me habías notado antes —Lana negó con la cabeza—. Yo sí te noté a ti, todos los chicos hablan de ti.

—¿De verdad? —preguntó Lana con curiosidad.

—Claro —Ginny dejó la revista de lado para prestarle atención—. Todos hablan de lo guapa que eres.

—Oh —Lana sonrió, un poco avergonzada, sabía perfectamente que era guapa, pero no pensó que era para que las personas hablaran de ello—. Vaya, no me lo esperaba.

Lana suspiró, su mano se coló en el bolsillo de su abrigo y con sus dedos acarició el pergamino que estaba dentro, era una carta de Sirius, la más sentimental que le había enviado hasta la fecha. Lana seguía llorando cada vez que la leía.

—Parece que ya hay un chico en tu corazón —dijo Ginny con diversión al notar que Lana estaba distraída—. ¿Cómo se llama? —preguntó la pelirroja acercándose a ella.

—No hay ningún chico —dijo Lana con firmeza, le sonrió a Ginny—. No hay nadie que me interese.

Ginny no parecía muy convencida, pero asintió. Lana suspiró cuando la pelirroja abandonó la habitación, la italiana se acercó a su baúl y revolvió entre sus cosas, hasta que encontró su libro de magia antigua, cerró el baúl y se sentó sobre él, luego se puso a leer.

★★★

—Ya vamos a buscar a Harry —le avisó Ron asomando su cabeza por la puerta de la habitación, Lana cerró su libro y lo guardó en el baúl—. ¿Cómo ha sido tu verano hasta ahora? —preguntó el pelirrojo con nerviosismo, nunca había estado a solas con Lana hasta ese momento.

—No ha sido la gran cosa —respondió luego de meditar su respuesta—. El tuyo seguro ha sido genial, debes de jugar mucho al quidditch con los gemelos.

—Sí, soy un excelente guardián —aseguró Ron con una gran sonrisa, se sentía seguro hablando sobre quidditch. Lana sonrió y le guiñó un ojo.

—Seguro lo eres.