Una condición.

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Narra Ally

Sentía como si en mi interior se rompiera algo pero esta vez no eran mis huesos. Me incorporé tal y como pude para que él se sentara a mi lado y le cogí la mano. Mirándole a los ojos Jacob me sorprendió por detrás, entrando por la puerta gritando.

-¡Solucionado!-dijo alegre.-Nadie te molestará. Pero nos han puesto una condición.

-¿Cuál?-dije intrigada con el ceño fruncido.

-No puedes salir sola de casa y mucho menos en tierras de lobos.-Dijo mi hermano apareciendo por detrás con un tono algo más calmado.

-Tanpoco tengo fuerzas para ello.-dije con desgana.

-¿Qué ocurre?¿Cómo te encuentras?-Carlisle se unió al grupo de los que entraban sin avisar, solo que con calma y más rápido. Con preocupación en su voz se sentó a mi lado libre y posó su mano en mi frente.-No estás tan fría como deberías.

-Puede que por eso esté tan cansada, ¿no?

-Es posible pero no podemos saberlo con total certeza. Vayamos a mi sala y revisemos tu estado.-dijo mirando a Edward.

-Vamos.-Dije.

Me levanté con dificultad pero mis piernas no lo resistieron. Rapidamente Edward me sujetó y me levantó en brazos para llevarme. Los demás se quedaron abajo y por alguna razón no podía escuchar lo que decían.

Me tumbó de forma delicada en la camilla mientras Carlisle trasteaba sus cajones. Edward no despegaba de mí su mirada y a mi los ojos me pesaban demasiado y tenía la vista algo nublada. Carlisle se acercó a mí y le pidió a Edward que saliera.

-¿Estás seguro? No me quiero despegar de ella.

-Puedes estar tranquilo.-Dijo Carlisle.

Él obedeció y salió apenado de la habitación. Entonces mi padre comenzó a examinar mi estado empezando por intentar extraer sangre de mi cuerpo con una enorme aguja. Cuando la iba a acercando estaba segura de que partiría contra mi piel pero haciendo un poco de presión entró y me miró. Tiró de la jeringuilla hacía arriba y vi como un líquido anaranjado llenaba el depósito. Tras él, un líquido transparente terminada de llenarlo. Me la quitó y la sangre se cortó directamente sin ayuda de presión. Como si no existiera.

-Está bien. Debemos tener precaución Ally, esto demuestra que en cualquier momento podrías convertirte y es posible que el cansancio te lo esté causando tu parte humana.

-¿Crees que me convertire de nuevo?

-Es imposible saberlo, pero Jake permanecerá aquí en todo momento, asi que no hay de que preocuparse. Pero hay que tomar medidas. ¿Estás de acuerdo?-dijo refiriéndose a las cintas de seguridad con las que me ataron anteriormente a la camilla. Asentí sin ver otra opción posible y comenzó a atar mis tobillos, muñecas y torso.

En realidad no servían nada mas que para alargar el proceso de conversión y que a mi cuerpo le costara mínimamente algo más deshacerse del agarre. Unos segundos que serían cruciales si Jake tuviera que hacerse cargo de mí.

Cuando terminó volvió a trastear de un lado hacia otro todos los cajones y armarios y sacó un aparato blanco a medida de una mano con una pantalla, un par de botones y una especie de láser. Carlisle se dio cuenta de mi cara de susto e intentó tranquilizarme.

-Tranquila, no te hará daño. Sólo es un aparato que me mostrará más allá de tu puel como se encuentra tu sangre.

-Está bien.-dije cerrando los ojos.

Presionó el aparato contra mi brazo y después en mi pierna, en mi garganta, en la frente...

-Ahora vuelvo.-Dijo saliendo de allí.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora