Ansia y agobio.

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Narra Ally

Nada más despertar me encontré en una casa ajena pero que me resultaba familiar. Cuando analicé la habitación en la que me encontraba tuve claro que era la de Jacob pero no entendía que podía hacer allí. Vestía unas ropas algo horteras y eso que yo no era precisamente una amante de la moda. Una camiseta de color caqui cubría hasta mis rodillas cuando me puse en pié. Miré debajo y como era de esperar no llevaba nada puesto. No sabía qué hacía aquí, sola y así vestida pero esperaba que no fuera lo que me estaba imaginando.

Abrí la puerta de la habitación y Jacob estaba ahí de pié. Tenía la cara empapada y se lanzó desesperadamente a abrazarme. Aún sin entender nada le devolví el abrazo. Intenté recordar lo último que aún podía encontrar en mi cabeza y era yo en un prado totalmente precioso con unos magníficos rayos de sol. Edward estaba justo enfrente y ambos sonreímos. Aunque más que un recuerdo parece un sueño.

Jacob aún no se había separado de mí y el llanto había vuelto a apoderarse de él. Nada más abrir la puerta también Jasper y Edward entraron delante de Carlisle. Billy permaneció fuera pero con la misma cara descompuesta de los demás.

Cuando Jacob se separó de mí agarró mi cara con ambas manos y mirándome a los ojos me preguntó repetidas veces con ansia y agobio que cómo estaba.

-Jacob, no la agobies.-dijo mi hermano.

-Ally, ¿puedes sentarte un momento?-preguntó Carlisle.-Debo hacerte unas pruebas y supongo que querrás también saber que ha ocurrido.

Carlisle tenía en su mano su maletín negro de cuero el cuál puso en el suelo cuando me senté en la cama y él se arrodilló en frente de mí. Sacó de él una pequeña lupa y me pidió que abriera exageradamente los ojos así que así hice. Colocó la lupa justo delante de mi ojo derecho examinándolo y luego repitió lo mismo con el izquierdo.

Después delicadamente pasó una de sus manos por mi brazo. Sacó una aguja que hizo que me diera un golpe de dolor repentino en la cabeza al verla y me quejara.

-¿Qué ocurre?-preguntó preocupado.

-No sé, creo que me duele un poco la cabeza.

-Vale, probaré una cosa, no te asustes.

Intentó clavar la aguja suavemente en mi brazo pero éste no cedió.

-Es exactamente lo que yo creía.-dijo orgulloso de su trabajo.

-¿Qué me ocurre?

-Nada, que estás en perfecto estado.

Jacob suspiró aliviado ante ello.

-¿Y qué ha pasado?-pregunté dudosa.

-¿No lo recuerdas?-dijo Edward.

-No.-dije sin saber que tenía que recordar.

-¿Y cuál es el último recuerdo que tienes?

-Un sueño creo.

-¿Puedes contarlo?

-Sí. Se trataba de una pradera llena de flores en la que las flores llegaban a encontrarse con el sol. Edward y yo permanecíamos sentados allí...-opté por suprimir alguna parte innecesaria. No por mi hermano, sino por Jacob. No había necesidad de hacer sentir mal a nadie.

-Eso no fue un sueño.-dijo Edward.

-¿No?-dudé.

-No.-resolvió nuevamente Edward decidido.

-¿Nada más?-dijo Carlisle.

-No.

-Está bien, pues entonces podemos continuar esta conversación en casa.-gruñó Jasper.

-Espera, ¿os vais sin más?-dijo Jacob irritado.

-¿Qué esperabas que la ingresaramos aquí? Ella nunca será de los vuestros, no seas ridículo.-dijo Jasper pretendiendo ofender.

Y por la expresión de Jacob sé que lo hizo.

-Ven a casa conmigo si te apetece.-le propuse.

Él asintió contentado mientras Jasper me mandó una mirada amenazante

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora