Vejez.

35 2 0
                                    

Narra Edward

Carlisle llegó al salón donde estábamos unos con mejores caras que otros y sobre todo Jake quien se sentía algo incómodo pero no le importaba por el hecho de cuidar de Ally todo el tiempo posible. Sus pensamientos eran puro grito.

-Ally no tiene casi veneno en algunas zonas del cuerpo. La sangre de lobo se está comiendo la ponzoña y creo que es por la conversión. Cuántas más veces se convierta menos tendrá. Se está comiendo todo el veneno.

-Se está comiendo su inmortalidad...-dije poniéndome en lo peor. Un dolor me inundó rápidamente. Pensando claro y rápido, si lo que Carlisle decía era así cada vez que se convirtiera era menos vida.

-Detenlo.-dijo Jasper sin pensárselo.

-No hay forma de detener su ser. ¿Acaso podemos nosotros detener nuestra sed? ¿Acaso puede Jake evitar ser lo que es?

Se creó un silencio. El corazón de Jacob se escuchaba en toda la estancia y nuestras caras eran un cuadro.

-Hay que intentarlo.-Dijo Rosalie.

-Es casi imposible evitar algo natural.-dijo Carlisle.

-Es que es antinatural.-Añadió Alice.-¿La inmortalidad es natural? No, y lo somos.

-Haremos lo que podamos.-Dijo de nuevo mi padre con el corazón en un puño por lo que nos estaba diciendo.

-Ella no va a morir.-asumió Jake en voz alta.

-Por supuesto que no.-Dijo Jasper apoyando por primera vez al lobo.

Esto no podía estar pasando. En aquellos momentos era el único consciente que aunque no quería, asumía la situación.

-¿Tendríamos que avisar a Isac?-dijo Esme.

-No, no hay que avisar a Isac para absolutamente nada, Ally está bien, y lo seguirá estando y nadie se va a poner en lo peor.-Dijo de nuevo su hermano.

-Jasper, hay que avisarle, no sabemos que puede pasar.-Dije claro.-Carlisle no es ningún mago, y él no puede hacer ninguna maravilla por ella, ni él ni nadie. ¿Cómo piensas solucionarlo? Se está volviendo humana, su veneno no resiste las transformaciones, las agujas atraviesan su piel cada vez con más facilidad, siente cansancio continuamente, su piel ya no está helada. ¿Qué crees que podemos hacer? Si algo pasa, antes que nadie Isac debe saberlo, es él quien ha estado a su lado toda su vida, y ninguno somos nadie para arrebatarle la verdad.

-¿Pero qué estás diciendo Edward?-Chilló Jasper.- Hablas como si Isac tuviera que despedirse. ¿Insinuas que va a morir? Estás muy equivocado. Ella será tan eterna como nosotros.

Quería tanto como él creer lo que estaba diciendo. Mientras tanto Carlisle se había ido y volvió para decirnos que fuéramos a verla.

-Mirad esto.-dijo abriéndonos paso.

Entramos Jake, Jasper y yo y la vimos tumbada donde yo la había dejado. Estaba atada a la camilla como si fuera un perro, nunca mejor dicho. Moría de pena al verla. Lo increíble es que estaba durmiendo. Me acerqué junto a ellos, las palmas de sus manos estaban abiertas y se mostraban con un tono rosado. La expresión de su cara era de dolor.

-¿Qué le pasa?-dijo Jasper muy alterado.

-Jake, toca su cuello.-Dijo mi padre. El chico obedeció con cara de susto. Con el miedo en el cuerpo acercó lentamente dos de sus dedos al cuello de Ally. Próximo a él los posó y en pocos segundos se apartó sobresaltado.

-¿Qué has sentido?-Le preguntó Carlisle al chico que seguía asustado.

-Un latido.-Dijo el lobo perplejo.

-¿Lo oís?-Nos dijo a nosotros.

Agudizando levemente el oído se podía distinguir dos latidos en la habitación. El de Jacob y el de Ally. Esto era imposible de creer. Jasper no quería creerlo. Y a mí me costaba imaginar que no estaba ocurriendo.

-¿Cómo es esto posible?-Dijo Jasper con la voz rota.

-Como ya os he dicho, el veneno se está disolviendo parte por parte, su corazón late porque ya no hay veneno. ¿Entendéis ahora que es imposible de parar?

-Y si...¿la volvemos a convertir?-Pensó Jasper.

-¡No!-Gritó Jacob negándose.

-A ver, lobito, ¿eres capaz de darte cuenta de que nunca será como tú, y que si finaliza el proceso dejará de ser como tú y como nosotros?

Me llevé las manos a la cabeza y cerré los ojos con intención de intentar evadirme pero me estaba doliendo como si me estuvieran quemando vivo. No quería abrir los ojos y verla ahí tumbada de nuevo. Pero lo hice. Me acerqué a ella y acaricié su mejilla escuchando su corazón latir con más fuerza. Cogí con delicadeza uno de los mechones de su largo cabello rubio que colgaba por la camilla. Lo observé detenidamente y vi en él un destello plateado. Agarré otro mechón y me di cuenta. Su pelo se comenzaba a tornar blanco poco a poco. Vejez.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora