Que te quiero.

43 2 0
                                    

Narra ally

Desperté sin saber que había pasado y encontré a Jacob sentado junto a mí, en un lado de la camilla apoyado con ambos brazos y en ellos su cabeza escondida. Mi cuerpo estaba tieso y neceistaba estirarme para recuperar la movilidad.

-Jake.-Dije con un tono de voz suave.

Él se sobresaltó y levantó la cabeza. Su cara estaba empapada y su expresión era de total tristeza.-¡Ally!

-Hey, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?-El chico no respondió se quedó atónito mirándome.

-Tranquilo ¿Vale? Me he pegado una siesta-Dije irónica para intentar que se despreocupara de alguna forma.-¿Por qué tienes esa cara?

-Tu siesta a sido demasiado larga y no he podido despegar el ojo de ti.

-¿Cómo que larga? ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

-Cuatro días.-aclaró.

-¿Qué?-dije sorprendida.

-Como lo oyes... no me he despegado de ti en ningún momento, estaba muy preocupado. No entiendo nada y esta situación me está consumiendo.

Era notable que Jacob no estaba en su mejor momento y saber que yo era en su mayoría la culpable de ese sufrimiento me hacía pensar que tenía la culpa de todo, a pesar de saber que no podía evitar lo que estaba pasando. Y realmente sentía impotencia.-Jake tranquilo, Carlisle lo va a solucionar, confiemos en él. Es lo único que nos queda.-dije anclada a la camilla y con el tono bajo.

-Oye puedes llamar a Carlisle, necesito moverme.

-Por supuesto.-Salió corriendo de allí a buscarle y con él no sólo vino Carlisle, también Jasper y Edward.

-¿Cómo estás?-Dijo mi hermano intentando sin éxito encubrir su alteración.

-Bien. ¿Por qué no iba a estarlo? Únicamente me duele el pecho.

Mientras Carlisle me desataba con ayuda de Edward me explicó que estuve dos días enteros sin abrir ni un solo ojo.

-¿Cómo sabías que no estaba muerta?-Creía que había hecho una pregunta obvia hasta que los cuatro empezaron a mirarse entre ellos. No entendía absolutamente nada y Carlisle dio paso a explicármelo. Una vez desatada me levanté con dificultad pero con ganas de caminar.

-A ver Ally, no te asustes.-comenzó.- El veneno de tu cuerpo se está desintegrando a causa de tu propio ser. Unas zonas antes que otras. Toca tu pecho con mucha calma.-Carlisle se motraba nervioso aunque lo intentaba ocultar. Hice lo que me pidió y dirigí mi mano hacia mi pecho donde encontré algo realmente aterrorizante. Mi corazón latía. Me asusté y cerré los ojos. Lo sentía, y era muy extraño. Por ello no quería revolucionar la habitación con objetos volando.

-¡Eh!-grité dándome cuenta en lo que acababa de pensar.-¿Y mi don?

-Prueba. Puede que aún siga ahí.

Me concentré en los objetos que había en un carrito a mi lado y los vi levitar levemente y como tal, caer.

-No funciona.-dije agobiada.

-Cálmate. Seguro que es porque no has podido usarlo estos días.-Dijo Edward acariciando mi mano.

-Voy afuera un momento.-Dijo Carlilse haciendo una seña a Jasper y a Jacob. El primero reaccionó y obedeció pero el segundo no se movió hasta que Edward lo fulminó con la mirada.

-Jacob vamos. Ahora hablarás con ella.-Carlisle le convenció para que saliera junto a ellos.

-¿Qué tal estás?-Dijo Edward mirándome a los ojos y acariciando aún mi mano.

-Me encuentro bien... Solo que es demasiado en muy poco tiempo.

-Lo sé, mi vida.

-¿Qué has dicho?-dije atónita.

Edward sin pensárselo me abrazó y le devolví el abrazo tan sentido que creo que estaba esperando. Cerré los ojos y simplemente lo disfruté. Acaricié su pelo mientras lo escuchaba.

-He dicho, Allison, que te quiero, y que siento en lo más profundo de mi ser haber sido un idiota.-Dijo casi susurrando.-Siento que todo haya pasado así, siento todas las veces que te he rechazado, te aseguro que estarías al tanto de lo mucho que siento por ti si tuvieras mi don. Yo he sido afortunado de poder esconder lo que quisiera y aún así saberlo todo de ti. Pero a ti nunca te he dado el placer de saber lo que yo pienso y no quiero decir. Y hasta que no se me ha venido todo encima no he tenido el valor de abrirme de esta manera. Lo siento de verdad por no haberte dicho antes que te quiero, que he conocido el amor de una forma diferente y mucho más sana de la que yo creía, y que apartarte hacia Jake no ha sido nunca la solución para enterrar todo esto. Que sé que siempre has tenido las cosas claras y he sido yo el que te ha hecho dudar, y ponerte en situaciones de tener que elegir. Te pido perdón de corazón por no ser sincero contigo.- Se apartó sin despegarse apenas de mi para agarrar suavemente mi mano y posarla sobre su pecho donde aún me hallaba escondida.- Gracias Allison por acercarte a mí aunque yo te evitara, por plantarme cara, hacer que me descubra y haberme dado lo que necesitaba de esta manera.- Ahora sí, él se retiró para mirarme.

Cuando abrí los ojos media habitación cayó en picado hacia el suelo. Todo estaba volando. Mi don aún estaba conmigo. Algo más complicado de controlar que antes pero ahí seguía. Le miré y sus ojos detonaban tanta pero tanta sinceridad... solo recuerdo haber visto a Edward tan vulnerable en el prado.

-No sientas nada.-sonreí.-Todo ha pasado así por algo. Aún así te agradezco que seas sincero conmigo después de todo porque tu sabes todo lo que siento por ti.- Él me observaba espectante y era extraño. Después de esto sólo quería una única cosa y no me iba a permitir perder un valioso tiempo que no sabía si tenía. Acaricié su nuca acercándome a sus labios, notando su aliento en mis labios y el fuerte deseo que sentía hacia él me dio el impulso para hacer desaparecer el espacio.

Después de todo necesitaba esto, lo anhelaba y ansiaba. Porque tenía miedo y por un rato estaba sintiendo únicamente paz infinita. Dejó de besarme y deslizó su mano delicada por mi mejilla.

-Ven conmigo.-Dijo entrelazando su mano con la mía, la noté mucho mas helada de lo normal, pero creo que la que la que había cambiado su temperatura era yo. Le seguí hasta que se detuvo delante un espejo y me dio un flojo tiron del brazo para que me pusiera donde él, quedando así detrás mío. Agarró mi cintura rodeandome, acto que en otro momento hubiera hecho volar la casa por los aires. Pero ahora no. Me observé minuciosamente.

-¿Qué opinas?-Dijo él. Ahora entendía porqué espectante.

-Estaba acostumbrada a mi rubio... Pero no está nada mal.-Dije sonriendo.-Es más me gusta.

Mi pelo se veía blanco con un tono plateado, envejecia, y no podía hacer otra cosa que estar feliz el tiempo que me quedara en lugar de entristecer a todos.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora