Intrusos

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Narra Ally

Me dormí durante horas ya que últimamente me sentía demasiado agotada, como si me estuviera volviendo todo el sueño de cien años de golpe. Y me despertaba y me volvía a dormir. Así una y otra vez. En todas ellas Edward estaba a mi lado recostado adaptándose a cada postura en la que me quedaba. Cuando por fin me harté de dormir tenía la vista borrosa y me restregué los ojos. Me estiré. Siento todo de una manera tan extraña que ni lo entiendo, estos gestos son tan humanos... y no hace tanto deseaba esto.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?-pregunté algo aturdida.

-Bastantes horas. ¿Te encuentras mejor?-Pronunció Edward cerrando un libro que se había dedicado a leer en lo que yo dormía.

-Sí. Pero quiero levantarme.- Me acerqué al espejo y mi propia imagen me desagradó. Nunca me había gustado preocuparme demasiado, es decir, lo de ser coqueta no iba mucho conmigo. Aún así me apetecía hacer algo conmigo o verme diferente. Él me miraba expectante como observaba cada ángulo de mi cuerpo pensando en cambiar una cosa u otra.

-¿Por qué quieres hacerte cualquier cosa? Eres perfecta tal y como eres.

Le miré por el reflejo del espejo y sonreí como una niña de quince años. Así que borré de mi cabeza todas las tontas ideas y me propuse recogerme el pelo. Simple, pero siempre lo llevaba suelto. Agarré una goma y comencé a peinar mi pelo con las manos haciéndome una coleta alta. Me volví a mirar de todas las formas en el espejo y me gustaba como me quedaba. Verme tan despejada era diferente.

-¿Me queda bien?- Dije girándome sobre mis talones.

Él sonrió. -¿Qué puede quedarte mal Allison?

Ese tipo de comentarios me iban a hacer llorar. No porque me conmoviera que Edward me dijera esas cosas si no porque estaba envejeciendo y después de cien años viéndome joven era triste.

Me acerqué a él para darle un corto beso.-Voy a bajar, quiero hacer algo. Luego nos vemos-Agarré mi estuche del instituto el cual también me dio nostalgia y bajé a la entrada de la casa yo sola. Harta de darle explicaciones a todo el mundo me fui bosque adentro buscando el lugar perfecto y como no había ninguno que me convenciera subí al claro.

Una vez allí abrí el estuche y sobre una roca dejé dos bolis y un lápiz. Lo demás se quedó dentro del estuche abierto.

Me coloqué a unos metros de la roca y comencé a entrenar mi don. No quería perderlo. Sentía que si perdía eso me perdería a mí, y lo perdería todo.

Levanté con algo de dificultad uno de los bolis, pero tan solo unos centímetros, y como tal volvió a caer. Intenté elevarlo como poco un metro y durante muchos intentos fallidos me frustré. Pero no me iba a rendir.

Me concentré de nuevo en ese bolígrafo y cerré los ojos visualizándome sola en un lugar prácticamente oscuro y sin absolutamente nada a mi alrededor. Sólo ese boli.

Los abrí sin despegarle la mirada y comenzó a volar por encima de mí, seguí subiendo la mirada y el boli con ella. Salté de la emoción y volvió a caer al suelo, pero ya había avanzado y estaba entusiasmada.

Ahora le sumaría algo más. Coloqué el boli encima de la roca de nuevo sin tocarlo, punto para mí. Quería probar con al menos dos objetos. El lápiz y el boli estaban el uno junto al otro, no debía costarme tanto. Pero de nuevo tras varios intentos no podía con los dos a la vez. Intenté otra vez concentrarme cerrando los ojos y lo logré. Ambos se levantaron, aunque a poca distancia.

Vale, ya tenía el truco para empezar de cero. Antes de todo tenía que cerrar los ojos para no volarlo todo por los aires, para que Edward y yo no nos estrellásemos con un coche, o para no hacer volar todo el salón de casa. Sin embargo ahora debo hacerlo para hacer funcionar mi don. Esto era muy irónico.

Cerré los ojos y me concentré, los mantuve cerrados durante un rato y me propuse hacerlo mejor al abrirlos, de la manera que fuera.

-¿Qué tal lo llevas?-Escuché delante de mí.

Me sobresalté y abrí los ojos repentinamente. Entonces plantas, piedras, hojas, ramas y entre todos los objetos mi estuche, los bolígrafos y el lápiz cayeron en picado sobre el claro desde una distancia bastante alta.

Vi a Jacob a la entrada del claro expectante. Aunque yo estaba mucho más asombrada. Todo lo que acababa de caer lo había hecho volar con los ojos cerrados. Si había conseguido hacer eso podría hacer cualquier cosa venga ya.

-Me has asustado.-Dije con el ceño fruncido. -Y también me has desconcentrado.

-Estabas intentando mover un simple bolígrafo y has volado medio bosque. ¿Piensas enserio que tu don ha desaparecido?

-Tenía que probar, pero ya veo que sigue conmigo.-Dije sonriendo, ilusionada, estaba que no cabía en mí de la felicidad. Quería saltar por todo el bosque de alegría. Me senté en el centro y le dije que me acompañara.

Jake se acercó y también se sentó a mi lado.

-¿Cómo crees que te sentirías si te levantaras una mañana sin poder transformarte?

-No me sentiría yo, me faltaría una parte muy grande de mí.

-Pues es más o menos lo mismo que me pasa.-dije tumbándome. -Es como si no estuvieras completo del todo y fueras a todas partes sin un trozo. Me siento apagada... bueno ahora estoy feliz.

Él me imitó y se acostó. Era extraño. Ese lugar era de Edward, ni si quiera yo me consideraba invitada a entrar por mi propio pie sin él y que me encontrase allí con Jacob era muy raro, sentía que éramos dos intrusos. Ambos estábamos en silencio mirando al cielo, él cuál también se apagaba poco a poco con la puesta de sol. Los árboles estaban tranquilos, el viento era escaso y las flores me daban paz. Cerré los ojos acariciando esas flores y agarré su mano disfrutando del momento. Si tuviera que elegir donde morir, estaba en el sitio perfecto.

-¡Ally!-Gritó Jake.

Le miré instantáneamente. Se había sobresaltado porque nos estaban cayendo hojas de los árboles, los cuáles sin querer estaba azotando entre sí. Definitivamente mi don seguía estando. Me reí viendo como se quitaba hojas del pelo y él imitó mi anterior gesto y frunció el ceño.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora