Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2

Líquido viscoso.

Narra Ally

En menos de dos minutos me encontré de camino a casa y a punto de llegar en los brazos de Edward.

Con un terrible miedo porque me estuviera pasando algo grave entraba en casa y Edward me dejaba como si de un frágil cristal se tratara en el sofá del salón.

Nadie sabía que me pasaba así que todos, mirándome extrañados, preguntaban repetidamente lo mismo. Qué me pasaba.

-¿Dónde está Carlisle?

-Edward, ¿qué ocurre?-dijo nuestro padre respondiendo a su llamada, llegando desde arriba.

-Estábamos en el prado de la montaña y de repente ha comenzado a gritar y a retorcerse de dolor, sin parar. No sé que le pasa pero solucionalo Carlisle.-dijo con agobio y preocupación.

-Ten por claro que haré todo lo que esté en mi mano.-dijo él levantándome igual que Edward antes.

En décimas de segundo me encontraba tumbada en la camilla de su despacho.

-Ally, necesito que me describas que sientes.

Mis gritos apenas cesaban y me costaba articular si quiera una palabra.

-Si-siento... Dolor.-Otro fuerte grito me hizo pensar que si fuera humana después de esto me quedaría afónica.

Agarré con grave fuerza la sábana que cubría la camilla y quebré el interior de mi mano apretando mis puños. Pero por alguna razón unas pocas gotas de sangre salieron de las grietas.

En pocos segundos las grietas se cerraron y la sangre desapareció pero tanto Carlisle como yo nos quedamos extrañados mirando mi mano.

Tragando los gritos que por fin conseguí tapar.

-¿Te encuentras mejor?

-Un poco.

-Ally creo que sé que pasa aquí.-dijo sacando una aguja de un cajón metálico.

-¿Y qué es?-dije tragando gritos mientras él desinfectaba la aguja.

-Observalo tú misma.-dijo clavándola en mi brazo, cosa que no debería ocurrir. La aguja se tendría que haber partido ante la presión contra mi brazo.

Preocupada pensando que el veneno que me mantenía viva tenía algún tipo de virus vi como un viscoso líquido rojo comenzó a llenar la jeringuilla.

Mi cuerpo se destensó. Los gritos ya ni si quiera se resistían contra mí. Mis puños permanecían flácidos y sin ningún tipo de fuerza. Tenía miedo.