El mismo vacío.

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Narra Ally

Marzo

Un puñado de piedras situadas al lado del camino comenzó a elevarse, mi corazón verdaderamente quería latir y no tenía certeza completa de que no lo fuera a hacer.

-Isac como sigas diciendo esas cosas se me hará imposible dejarte ir. Y no quiero revivir todo lo que siento por ti como antes.

-¿Eso es algo malo?

Negué.-Pero tú tendrás que irte y yo me quedaré aquí con el mismo vacío que me entristecía día sí y día también pensando que habías muerto.

-Ally probablemente sea la última vez que nos veamos... Y puede que tú me hayas olvidado con ese chico, pero yo a ti no, ¿Sabes? Así qué si es la última vez que le podré decir lo que siento a la mujer de mi vida, perdóname, pero lo haré igualmente.

Un estruendo sonó dentro de la casa y miré hacía una de las paredes de cristal dónde una mesa de madera había sido reventada contra el suelo.

¿Acababa de hacer yo eso?

-Y ahora dime, ¿Qué tal con Jasper?-me dijo tras intuir que detras de nosotros habia un estropicio que mis nervios no supieron controlar.

Su mano tocó la mía intentando entrelazarlas pero yo me sobresalté y la aparté.

-Muy bien.-Contesté.-Estoy muy agusto con todos ellos, es bonito el ambiente de esta casa.

-Me alegro mucho, pero por lo que veo no es igual con todos, ¿me equivoco?

-¿Enserio quieres hablar de él?

-No voy a llorar.-dijo irónico.

Reí nerviosa, lo estaba.-Pues si que es una situación rara, es un ni contigo ni sin ti. Es muy diferente a ti y jamás hubiera imaginado que alguien tan distinto a nosotros
pudiera causarme tanto, y la verdad me gusta estar con él.

-Está bien que rehagas tu vida pero ojalá nunca te haga daño.

-Isac, ¿te importaría contarme la historia de cómo te engañaron haciéndote pensar que yo estaba muerta?-La pregunta del millón, desde el momento que lo vi. Tenía claro que no iba a salir de aquí sin darme una explicación y él ya lo sabía.

-Mira, cómo te dije aquel día saldría tarde de una reunión del trabajo y era verdad. De vuelta a casa uno de los Vulturis interrumpió mi camino. Empezó a decirme que Aro planeaba matarte si no me unía a él. Entiende que no me pude negar. Sabía que lo harían, que eran muchos y muy fuertes y por más que yo quisiera no podría protegerte de ellos, aquella era la única forma de mantenerte alejada. Me ví obligado a violar la promesa de no tocar tu cabeza jamás, tuve que hacértelo creer. A veces me imagino cómo habría sido nuestra vida si ellos nunca hubieran aparecido y me da un enorme sentimiento de nostalgia.-dijo la última frase sonriendo.

Yo también sonreí sin poderlo evitar.

-Estaríamos casados y todo.

-¿Aún tienes el anillo?- él sabía que sí, pero de siempre le había gustado hacerme cualquier cuestión a la que su respuesta fuera el porqué de lo mucho que lo quiero.

-¿Crees que lo perdería?-dije enseñándole mi mano derecha.-Normalmente lo tengo bien guardado para que no le pase nada pero desde que supe que estabas vivo no me lo he quitado ni un sólo día.

-Me alegra saber que te acuerdas de mí.

-Supongo que intentaré llevarlo, o al menos tenerlo siempre. De alguna forma me hace sentir que te tengo cerca. Y aunque ahora esté enamorada de otro chico, tú siempre estarás en la mayor parte de mi corazón.-dije sonriendo y él realizó la misma acción al escuchar aquello.-Cien años son demasiados.

-Tú también serás siempre la niña de mis ojos.

-¿Esto es una despedida?

Negó.-Sólo si tú quieres.

-¿Cuánto tiempo puedes quedarte?

-Tenía pensado irme mañana.

-¿Te quedas toda la noche?- Él asintió y yo sonreí.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora