El sueño.

60 4 0
                                    

-No lo sé, lo que está claro es que es antinatural.-Carlisle parecía inquieto planteando ideas mentales, porque por su expresión aparentaba estarlo haciendo.

-Bueno, no será ese el problema, ambas partes son antinaturales.

-Ya, pero enemigas.-justificó Edward consciente de a dónde quería llegar su padre.-Enemigas hasta el punto de haber sido creados para destruirnos.-dijo sin atreverse a pronunciar el nombre de la parte antinatural de Jake.

-¿A qué te refieres?

-No sé, pero temo a lo que pueda pasar de ahora en adelante. -Asumió con verdadero miedo en la mirada. Sus dedos jugueteaban inquietos entre sí y paseaba su mano cada cierto tiempo por su pelo de una forma peculiar y característica en él.

-Sea lo que sea, lo mejor es que estemos preparados. -Aportó Jake intentando ser de ayuda.

-¿Estemos? Tú aquí no pintas nada. -Después de fulminar con la mirada a Jasper, el responsable de herir los sentimientos de Jacob, me dispuse a llevarle la contraria como tanto me gustaba a mí hacer. Pero Carlisle se me adelantó rápidamente.

-No, en realidad él también está en esto, es más deberíamos pedirle que, por favor Jacob, nos aportes tu ayuda, nadie más que tú podrá controlar esto.

Él, aludido asintió sin pensárselo demasiado.

-Ayudame.-le susurré con la cabeza baja.

Sonrió, Edward seguía de los nervios y tampoco me era algo gracioso pero realmente no debía hacerle sentir mal. Claramente lo que a Edward le preocupaba ahora que ya no sentía más que cariño por Jacob era que mis sentimientos volvieran a resurgir por pasar tiempo juntos practicando algo que ahora era lo más grande que teníamos en común.

-Por supuesto que te ayudaré a controlarlo. El problema es que si te vuelves a transformar, ¿sufrirás el mismo dolor siempre?

-Habrá que invocar a mi lobo interior para descubrirlo.

-La única que podría hacerlo es Charlotte. -rió Edward entre dientes.

En realidad no le faltaba razón. Era de extrañar que yo me enfadara realmente hasta perder la compostura. A penas habían lívidas peleas entre Isac y yo, y desde que llegué a Forks hace más de medio año nunca nadie me había enfadado más que ella. Su comportamiento, su forma de hablar, sus gestos, e incluso aunque suene agresivo e insuficiente, su cara también me hacía perder los papeles. Y aún a sabiendas de que el carácter de Rosalie a veces es similar, que los tipos de belleza de ambas también lo son, aunque obviamente el de Rosalie bastante más agravado, a pesar de todo ello, y también a pesar de saber que no era la primera chica de aquel tipo con la que me había cruzado sin duda aparente era la que más había crispado mis nervios.

-Ya buscaremos algo para ello sin necesidad de querer arrancarle la cabeza a una indefensa humana.

La palabra indefensa resonó en mi cabeza un par de veces más como si Jasper siguiera repitiéndola. Detuve mi mirada lejana en un punto fijo cuando el recuerdo del dolor sufrido hace un par de días tomaba forma e intensidad en mi cabeza. Como si un rayo hubiera caído de golpe en ella y me hubiera devuelto la realidad de mis lagunas mentales. Entonces mi confusión volvió a arder. Recordé la impaciencia de mi ser cuando no controlaba mis nuevas patas, a penas conseguía tomar decisiones por mi misma, y aunque lo hiciera mi cuerpo no respondía por mí. El momento exacto en el que caí rendida a punto de llegar a mi destino, la casa de Jacob, fue lo que más me llamó la atención.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron agarrotados creyendo que me estaba dando algo ahí mismo. Pero justo entonces me dormí plácidamente sobre la peluda y suave piel de ese lobo de pelaje claro que a penas recordaba ser yo. Un sueño invadió mis pensamientos durante veinte horas de descanso, las cuáles no estaban compensadas con cien años sin pegar ojo.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora