¡Me niego!

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Narra Ally

Aporrearon mi puerta sacándome de mis pensamientos. Rápidamente busqué unos guantes de tela y me los puse nerviosa.

-¿Sí?- pregunté.

-Tienes visita Ally.- dijo Emmett.

-Ya vooy...-dije pensando que sería Jacob. Pero para mi sorpresa me encontré con un Isac todo preocupado.

Nada más bajar las escaleras fui corriendo a abrazarme a su cuello. Su olor... era una bomba de recuerdos dentro de mí.

-Isac...-dije con los ojos cerrados, sintiendo el abrazo y disfrutándolo.

-¿Qué ha pasado, pequeña?- me preguntó de la misma manera que yo.

Esperé unos segundos más para contestarle.

-Te echaba de menos.-dije aún a lo mío.

-Y yo mi niña.

Me separé de él para mirarle.

-Tenemos que hablar de varias cosas, pero aquí no.

-Tú mandas.-dijo él.

Avisé en casa de que me iba con Isac y conseguí la aceptación a regañadientes por parte de todos. Claro está, después de un interrogatorio sobre la visita de Isac.

Nos fuimos bosque a dentro y cuando creí estar lo suficientemente lejos como para que nadie me molestara me detuve.

-¿Qué ocurre? Me tienes preocupado Ally.

No sabía como empezar a hablar con él. ¿Cómo le podía explicar la situación?

-¿Te gusta mi nuevo look?- creo que no fue la mejor manera de empezar la conversación pero ya estaba hecho.

-¿Qué pregunta es esa? -Dijo sin entender nada.

-A ver Isac... te has perdido demasiadas cosas en poco tiempo. Y sé que no te va a gustar lo que te voy a pedir pero te lo pido por todo el tiempo que hemos sido tu y yo sólo.

-Explícate por favor.

-Todo empezó cuando te marchaste de aquí la última vez. Tengo un amigo, un muy buen amigo al que quiero mucho, él es un lobo. Cuando te fuiste le mordiste. Y fue mi culpa el no haberte avisado que en estas tierras no se puede cazar porque tenemos un tratado de paz con los lobos. Probablemente cuando viste mis recuerdos no lo viste porque a veces por ejemplo Alice tampoco ve ninguna visión relacionada con ellos.

-¿Eres amiga de unos lobos?-dijo sorprendido.

-Prosigo. Jacob, mi amigo, estuvo a punto de morir, pero le extraje el veneno. Y tanto sufrí al pensar que le perdía que desencadenó en mí una serie de emociones que en vampiros no se desarrollan. Como por ejemplo llorar y otro tipo de cosas como sangrar o que mi corazón tenga latido.

-¿Qué? ¿Qué sentido tiene eso? ¿A caso se puede deshacer la conversión? Es ridículo.

-Que va, la cosa no va por ahí. Extrañados de que me pusiera a llorar tras lo de Jacob lo hablamos toda la familia. Carlisle nos contó lo que pasaba.-Cada palabra que salía por mi boca le dejaba más atónito que la anterior cuando le conté todo lo restante de la historia.-Finalmente un día me convertí y a partir de ahí comenzó a ocurrir en mi cuerpo un tipo de descolonización de unas razas a otras.-Tenia que llegar el momento de contarle la parte que no me gustaba...-Hasta tal punto de envejecer...-me quité los guantes y le mostré mis arrugadas manos y me toqué el pelo.

Él se quedó mirándome fijamente. -Ally, ¿cuál es el favor que quieres pedirme?-dijo con la voz entrecortada y grave.

-Quiero pedirte que les des a Jacob, Jasper y Edward una segunda oportunidad.

-Por favor no, no me pidas lo que creo.

-Isac... ellos me aman, y yo no quiero que sufran, porque ya han pasado por cosas similares. Si yo muero quiero que borres mi existencia de sus vidas.

-No puedes decir eso. Tú no vas a morir. ¿Me oyes? Eso es imposible. No voy a hacer nada porque a ti no te va a pasar nada Ally. No voy a permitir que te pase algo. Esto es una barbaridad, no puede ser real.

Agarré su mano y mirándole a los ojos se lo volví a pedir. -Te pido esto como última voluntad.-Le dije a sabiendas de que la última voluntad de una persona antes de morir debe ser infranqueable.

Mi corazón se partía conforme se lo pedía. Era cruel. Era rastrero. Y era egoísta lo que le estaba pidiendo. Pero no había manera de que si yo moría fuese en paz a sabiendas del sufrimiento que dejaría.

Isac se sentó a los pies de un árbol agarrando su cabeza con ambas manos y apoyando sus codos en sus rodillas. Con sus largos dedos enredados en su pelo moreno.

-Yo no puedo vivir sabiendo que no estás, aunque no seas mía.

Sus palabras me destrozaban. Desde el primer momento pensé que aunque les salvara a ellos Isac siempre llevaría esa carga.

-Tú vas a mantener mi recuerdo vivo.-le dije arrodillándome enfrente de él.-Tú y el resto de mi familia seréis quien me mantengan viva en vuestro recuerdo.

-¡Me niego! ¡Rotundamente me niego a vivir sin ti! No puedes hacerme esto Ally...-me agarró rápidamente y cayendo sobre él me abrazó fuerte. -No me dejes, no podré.

Si el bosque no volaba era porque yo estaba débil, pero me mataba por dentro cada palabra.

-Nunca lo haré.-dije confiada y segura. Aunque no lo estaba. -Escúchame, no te voy a dejar nunca.

-Pues no me pidas eso.-dijo en un hilo de voz y una expresión de sufrimiento.

-No ocurrirá. Pero si alguna vez pasa, por favor, prométeme que lo harás o nunca estaré en paz.

-No quiero asumir eso Ally.

-No pasará, sólo es un trato si llega a pasar.

Suspiró. Confiaría en él. Era lo único que me quedaba. Me aferré nuevamente a él tan sentidamente como siempre para darle un beso en la mejilla. -A nosotros ni la muerte nos separará. -le dije alentándole.

-Claro que no.-admitió sonriendo ahora. Pero su sonrisa era triste. Había conseguido algo que no quería, y era que las miradas y sonrisas de Isac tanto como las de los demás se tornasen tristes. Era desgarrador.

-¿Qué tal tú?-le dije.

-Me alojaré en un apartamento cerca de aquí, había pensado quedarme un tiempo si no te importa ya que la otra vez no pude.

-Me parece genial. Así tendremos tiempo para vernos más a menudo.

Rió débilmente.-Me apetecía la verdad.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora