Salem.

61 5 0
                                    

Narra Ally

Marzo

-Carlisle, ¿podemos hablar ya?

-Sí.-dijo soltando un suspiro.-Supongo que sí.

-¿Jasper?-Dijo Edward llamando su atención.

-¿Sí?

-¿Puedes venir?-dije.

-Sí, claro, ¿qué pasa?-se levantó del sofá en el que estaba con Alice y se reunió con nosotros.

-Hay que contarle a Ally lo de vuestros padres. A empezado a tener... síntomas.

Mi hermano cambió la expresión de la cara a una muy extraña que me confundió pero mis ganas de enterarme de aquello tan misterioso eran notablemente mayores por lo que no le di demasiada importancia a ese gesto.

-Adelante. Tú te explicas mejor.-dijo él.

Lancé una mirada preocupada hacia mi padre.

-Tranquila, no es nada malo.-le dirigió una mirada a Edward.- Allison puede que creyeras conocer a tus padres, pero no del todo. Resulta... Que tu madre era...-una pausa incomodó a los presentes y a mí me impacientó aún más.

-¿Era cómo nosotros? No, imposible. Eso es una tontería.-dije riendo.

-No, exactamente. Ella era una loba.

-¿Qué? ¿Como Sam, Jake, Leah, Seth...?

-Sí, como todos ellos.

-¿Mi madre era una quileute?-dije atónita y casi gritando.

-¡No!-dijo rápido mi hermano.-Mamá no era quileute, permanecía a otro clan similar pero con otras leyendas. Otra tribu con distintas tradiciones y costumbres.

-¿Qué tribu?-pregunté. Por alguna razón Edward sonrió.

-¿Importa?-preguntó de nuevo el rubio.

Encogí los hombros.-Interesa.-corregí.

-No, en realidad no hace falta que lo sepas.-dijo algo irritado ya.

-Está bien. Mamá era una loba, aún queda por explicar, ¿no?-dije sin estar del todo satisfecha con la información que me habían dado.

-Ella se enamoró de tu padre,-siguió Carlisle.-pero tu abuelo se negaba a que tu madre no se casara con alguien que no perteneciera a la tribu, era bastante grande, podría decirse que una ciudad en la que todos estaban unidos y la mayoría se conocían. Estilo Forks, pero para ellos era más importante que una simple ciudad privada, tenían que mantener sus secretos y leyendas a salvo del resto del mundo.

-¿Así como si de una religión cerrada se tratara?-pregunté.

-Algo así.

-¿Y qué pasó?

-Estaba embarazada.

Mis ojos se abrieron como si de un par de platos se tratase y se dirigieron hacia Jasper.

-¿Qué hizo?

-Bueno, mamá no quería separarse de papá, y mucho menos que el abuelo le hiciera abortar al bebé. Él creía que su raza y la humana no se podían mezclar o su misma raza se extinguiría.

-¿Creía que un humano y una loba no tendrían hijos que pudieran ser lobos también?

-Exacto.-intervino Carlisle.

-Bueno... Entonces tenía razón.

-Deja a Carlisle continuar. Y mejor sientate, que te veo sorprendida de más.

Hice caso y ocupé las piernas de Edward el cuál estaba sentado en la silla más cercana a ellos dos. Supongo que al decir eso, mi hermano, no esperaba esa reacción ya que levantó la ceja pero en gesto de desagrado.

-Continúa Carlisle.-dije cómoda.

-Se escaparon juntos, Ally. Se fueron lejos, dónde su gente no los encontraran y comenzaron una vida juntos. Meses después llegó Jasper y un par de años más tarde tú. Tu padre sabía lo que era ella y hablaban sobre las posibilidades de que lo fuerais vosotros también.

-Nací para ser loba, ¿y me quitaron el privilegio?-dije ofendida y triste.

Los brazos de Edward se ajustaron a mí dándome un achuchón reconfortante.

-El problema fue que no sabían dónde se habían mudado.-prosiguió Jasper dejando a un lado mi escenita con Edward.

-Salem, la ciudad de las brujas. No creas que son las típicas brujas feas, arrugadas y viejas. Son hechiceras. Jóvenes y bellas, capaces de atraer a cualquiera a sus píes, parecen frágiles e inofensivas. Pero no lo son. Cuando tu madre estaba embarazada de ti una de ellas, la cuál la envidiaba, por estar casada con tu padre, pronunció un hechizo a su oído.

-Mamá no creía en esas cosas y le río en la cara.-dijo Jasper sonriendo.

Sonreí nostálgica.-Típico de ella.

-El hechizo no era para ti pero de alguna forma lo a trajiste.

-¿De qué trataba?

-Aquel maleficio mataría a tu madre a los pocos días de tenerte, y era real. Debía de haber pasado. Pero de alguna forma te lo llevaste contigo. No sólo te llevaste el hechizo al nacer. También la raza.

-¿Nací loba?-dije entusiasmada.

-Eres loba.

Ayúdame. (Edward Cullen) Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora