Capítulo 6

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Tienes que entender la oscuridad para apreciar la luz.

—David Sant

—¿Tu reloj biológico no funciona? —cuestionó Adrik zarandeándome

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—¿Tu reloj biológico no funciona? —cuestionó Adrik zarandeándome.

—Para nada —dije levantándome y caminando hacia el baño.

—Lavé tu ropa anoche, pero la polera no te va a servir de mucho, así que puedes quedarte con la sudadera —asentí cerrando la puerta detrás de mí.

Me duché y cepillé mis dientes con el cepillo nuevo que estaba en un cajón, luego me sequé y me encaminé hasta la habitación para ponerme mis leggins, mis zapatillas de deporte negras y me coloqué la sudadera gris no sin antes ponerme la ropa interior.

Amarré mi cabello en el mismo moño de anoche y salí hacia la cocina encontrándome con dos vasos de la asquerosa sustancia de anoche.

—Todo —indicó mientras dejaba un plato lleno de frutas y sabrá Dios que otra cosa más.

—En las mañanas mi estómago está cerrado —él se encogió de hombros.

—No me importa.

Luego de desayunar y beberme la asquerosa sustancia, Adrik me dejó frente a la puerta de la universidad. Decir que nadie me miró sería una mentira considerando que resalto entre todo el mundo.

Luego de darle las gracias y devolverle el casco que luego se puso me encaminé hacia la entrada y obvie pasar por mi casillero por lo que fui directo a la primera clase, por suerte esta era una de las pocas que no compartía con Neila lo que me daría tiempo antes de tener que verla.

Al llegar la hora del desayuno pensé en no ir a la cafetería, pero Naila se encontraba afuera de mi salón esperándome.

—Hola —saludó antes de entrelazar nuestros brazos.

—Hola —ella acarició mi brazo y en cuanto entramos nos sentamos en nuestra mesa de siempre.

—Entonces —empezó, pero se detuvo al ver a Dorian.

—Me gustaría saber porque mi superior casi me mata a base de entrenamientos después de ver cómo te besaba —miré hacia la mesa y lo sentí sentarse en la mesa.

—¿Coincidencia? —él enarcó una ceja y yo sonreí pareciendo inocente de toda culpa.

—¿Y qué hacías en la fortaleza? Tu no puedes ir ahí según tengo entendido —cuestionó la peliverde.

—Estoy trabajando ahí, en utilería —ambos asintieron.

—¿Sales con alguno de ellos? —preguntó Naila y yo negué.

—No —y era cierto, no había salido con ninguno de los dos.

—¿Y por qué lo ocultaste? —cuestionó Naila y quise cortarle la lengua por tanta preguntadera.

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