Un rey jodidamente ardiente, sádico, descarado por mucho y con un ego tan elevado como las nubes.
Cruel como un diablo y hermoso como un ángel.
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La mejor forma de liberarse de la oscuridad es caer en ella.
Ese ha sido...
Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo.
—Hermann Hesse
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—¿Entonces solo tengo que multiplicar el resultado y dividirlo por el número inicial? —cuestioné mientras seguía a Naila a la salida.
—Exacto, así obtienes el resultado exacto, si lo haces de la otra forma casi todos los resultados serán con decimales y tendrás que redondear —asentí entendiendo el proceso.
—Odio cuando nos dan la forma más difícil —iba a continuar, pero el asombro de ella me detuvo.
—Oh por Dios —la miré con el ceño fruncido —el rey está aquí —mi corazón comenzó a latir con violencia al escuchar sus palabras y de inmediato miré hacia donde ella lo hacía encontrándome con la entrada llena de personas curiosas.
Naila tomó mi mano y comenzó a arrastrarme hacia la salida.
—Solo lo había tenido tan de cerca una vez —dijo maravillada mientras que mi estómago se revolvía con solo pensar en acercarme con tantas personas alrededor.
—Ve tú, yo mejor espero a que se vaya —susurré mientras me zafaba de su agarre, pero ella me volvió a sostener.
—Debes acompañarme, moriré de euforia si me acerco sola.
Ambas terminamos detrás de las personas que intentaban verlo disimuladamente, pero era obvio que se acercaban como polillas al fuego.
Naila sin querer disimular se escurrió entre las personas conmigo detrás y la imagen que observé me dejó levemente estupefacta.
Haytan sostenía la muñeca de un chico que parecía más feliz que adolorido. El sonido de su muñeca siendo rota hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
—Es tan sádico —susurró Naila maravillada mientras terminaba de colocarse al frente.
—No me vuelvas a tocar —ordenó el pelinegro al chico rubio que se encontraba mordiendo su labio inferior conteniendo el grito de dolor que quería escapársele.
—Si, lo siento señor, es solo que me emocioné —comentó el chico mientras giraba su muñeca de un lado a otro dejando que su oscuridad recompusiera su muñeca en segundos.
Si tan solo yo pudiese hacer eso.
—¿Me respondes o le pregunto a alguien más?
—No sé de quién me habla —contestó el chico sincero.
Segundos después sentí la mirada del pelinegro sobre mi como si tuviese un radar que le indicaba que yo estaba cerca y quise desaparecer en ese instante.
—Tengo media hora esperándote —dijo en mi dirección —sube, preciosa, tenemos asuntos que atender hoy —abrió la puerta del auto que se encontraba detrás de él y sin pensarlo dos veces me solté del agarre de Naila y caminé despacio hacia la persona que todos veían como su rey.
