Capítulo 23

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No la juzguen por lanzarse al fuego, necesita que la sangre hierva, necesita sentirse viva.

—David Sant

La primera media hora me la pasé saludando a todas las personas que se acercaban a felicitar al rey por su talento y por la buena elección que había hecho al escogerme como novia

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La primera media hora me la pasé saludando a todas las personas que se acercaban a felicitar al rey por su talento y por la buena elección que había hecho al escogerme como novia. Yo solo pensaba en como eran tan hipócritas, probablemente antes de esto me miraban en las calles y me ignoraban creyendo que si no me observaban por mucho tiempo no existía.

Ahora soltaban cumplidos estúpidos con el fin de caerle bien a su rey.

Luego de un rato cuatro hombres de postura intimidante se acercaron a nosotros y lejos de hacerle una reverencia a Haytan literalmente lo apretujaron entre sus brazos.

—Preciosa, estos son mis amigos más cercanos, pertenecen a los oficiales a cargo de las torres —su boca se acercó a mi oído para susurrarme —verifiqué que sus navajas negras estuviesen e su lugar —yo sonreí disimulando.

—Un placer.

Al observarlos bien a todos mi cuerpo se encogió al percatarme de quien era uno de sus amigos más cercanos. Mi cuerpo sufrió un escalofrío doloroso que intenté disimular, pero había sido evidente para Haytan ya que uno de sus brazos rodeaba mi cintura.

Entre los amigos más cercanos de Haytan se encontraba Él, con una sonrisa reluciente y sus manos dentro de los bolsillos.

Respiré profundo calmándome todo lo que podía.

—Ellos son Liam, Marc, Ashton y Aaron —señaló a cada uno y todos tomaron mi mano dejando un beso en el dorso de esta.

—No pudiste encontrar una mejor – aseguró uno de ellos y yo sonreí para que no notaran lo nerviosa que me encontraba —la pelirroja ya me hastiaba —Ashton percatándose de la indiscreción le pegó un zape en su nuca haciéndolo enojar.

—Oye —se quejó

—Señor rey —comenzó uno de ellos —¿me permitiría una pieza con su acompañante? —Haytan me miró desde arriba.

—¿Tú quieres bailar? —cuestionó y yo solo me encogí de hombros.

El hombre de rizos castaños y piel bronceada tomó la mano que le ofrecí y juntos caminamos hasta el centro del lugar para movernos al compás de la suave música que otras parejas también estaban disfrutando.

Su mano estaba en mi cintura en tanto una de mis manos estaba sobre su hombro y las otras libres se entrelazaban en alto.

—Es cierto lo que dicen —comenzó con su rostro algo cerca del mío.

—¿Qué? —cuestioné al ver el brillo inexplicable en su mirada oscura.

—Que ustedes son adictivas —sonrió —es como si me atrajeras por inercia despertando mis instintos —retiré mi mirada de sus ojos y observé mejor a las demás parejas que bailaban con nosotros.

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