Un rey jodidamente ardiente, sádico, descarado por mucho y con un ego tan elevado como las nubes.
Cruel como un diablo y hermoso como un ángel.
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La mejor forma de liberarse de la oscuridad es caer en ella.
Ese ha sido...
Para poder entender la escena central del capítulo deben escuchar la canción y su traducción antes dé.
King of Shadow de Kat Cunning
Está en multimedia.
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Como si no fuese suficiente su desgracia, se enamoró.
—Oscar Wilde
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—Levántate, apúrate —ordenó mi hermana y me negué a hacerlo.
Mi cuerpo dolía levemente por lo que había soportado el día anterior y mis ganas de levantarme eran nulas.
—Hay una gala en el salón de eventos y estamos invitadas —la emoción en la voz de mi hermana no pasó desapercibida para mí —no he ido a uno desde que estábamos en Antoya —definitivamente ella me estaba chantajeando.
—Ve tú, yo ni siquiera tengo fuerzas para pararme —un suspiro se escuchó y luego sentí una aguja clavándose en mi brazo.
—¡Ah! —grité cuando la aguja salió y ella pasó un algodón.
—En diez minutos estarás como nueva —aseguró abriendo las cortinas de mi habitación —sé que lo que pasaste ayer fue difícil, pero has esto por mí, solo te pido esto —retiré las sábanas que me cubrían y me incorporé en mi lugar.
—No tengo nada que ponerme para ir a una gala —ella señaló las cajas sobre la silla de la peinadora y con un suspiro pesado me acerqué al baño para darme una larga ducha y lavar de paso mi cabello.
—¡Depílate! —gritó mi hermana antes de cerrar la puerta de mi habitación.
Una vez terminé salí en bata de baño y me enfundé en una piyama para lacearme el cabello y llevarlo detrás de mis orejas enganchándolo con varias pinzas transparentes. Revisé mis uñas y el gel negro seguía intacto por lo que me dirigí a la cocina observando la hora en el teléfono.
A penas eran las seis de la tarde y probablemente la dicho gala comenzaba a las ocho. Me senté en la mesa del comedor observando la invitación y la tomé en mis manos analizándola. Era de color negro con un listón dorado envuelto alrededor de la misma. Lo desaté leyendo lentamente las letras que invitaban a las hermanas Charbonne a la gala efectuada cada año en la misma fecha y se disculpaban por haber ofrecido dicha invitación tan tardía.
Mi hermana me sirvió un plato repleto de brócoli con salsa de mayonesa y pimienta, amaba en desmedida esa salsa salada que le daba un mejor sabor a los vegetales. Luego de comerlo todo bebí jugo de piña repitiendo dos veces y luego me levanté para irme a cepillar mis dientes.
—Te vamos a maquillar suavecito —avisó abriendo los cajones de mi peinadora en donde Naila había guardado los maquillajes que había traído el día de mi cumpleaños.
