Capítulo 39

14K 1.4K 750
                                    

Te destruiré de la manera más hermosa posible. Y cuando ya no esté, tal será el desastre que pasarás toda una vida buscando el mismo sabor de mis labios.

David Sant

—¿Es necesario que sea él? ¿No puede ser una mujer? —cuestionó caminando a mi lado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Es necesario que sea él? ¿No puede ser una mujer? —cuestionó caminando a mi lado.

—Me reconoció y no dijo nada, aun cuando tenían todas las de ganar ya que estaba en su territorio —le expliqué jugando con la pequeña bolita de llamas en mi mano derecha.

—Si te toca te juro que lo destrozo —rodé los ojos algo divertida por su posesividad —no creas que no vi como te agarro del brazo, ya no tiene miedo a tocarte y eso deja mucho que decir.

—No seas exagerado —reí.

—¿Cómo es que puedes llamarlo hacia ti? —cuestionó intrigado observando mis dedos.

—¿Has escuchado la frase donde hubo fuego cenizas quedan? —él asintió —básicamente estoy intentando encender las cenizas.

—Interesante.

—Ya viene, vete —le pedí y él subió a un árbol junto a mi sin mucho esfuerzo.

Maldita sea, quiero esas habilidades.

—Me estas lastimando —se quejó el rubio al estar frente a mí.

—No seas mentiroso, solo te estaba llamando —él se detuvo frente a mi adentrando sus manos en sus bolsillos.

—¿Cómo lo haces? —cuestionó intrigado —es como si me hubieses llamado a gritos, fue imposible detener la sensación de querer acercarme

—No lo sé, solo actúo por instinto —expliqué apagando las pequeñas llamas.

—¿Por qué me llamaste? —yo mordí mi labio inferior buscando la forma de empezar.

—No quiero matar a todos los de tu especie —admití.

Una de sus cejas se enarcó sin creerme.

—Sé que parece todo lo contrario, pero anoche, cuando vi lo que había hecho no pude pensar en que ustedes nos hacían lo mismo, mataban tanto a buenos como malos y no quiero convertirme en lo que quiero destruir —sus ojos oscuros me observaron atentos no perdiéndose ningún detalle de mi rostro.

—Lo noté ayer, la forma en la que tu cuerpo se encorvaba cuando veías lo que habías causado, pero no te sientas tan mal, solo nos desestabilizaste, pero sanamos rápido —indicó mostrándome su brazo perfectamente curado.

—Es difícil no sentirse mal al saber que estuviste a punto de matar a una niña —él sonrió.

—Lo mismo piensan mucho de los nuestros.

—No quiero una guerra —admití llevando mis manos hacia los bolsillos de la sudadera.

—¿Y pretendes que yo traicione a los míos? —negué.

Kingdom of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora