Un rey jodidamente ardiente, sádico, descarado por mucho y con un ego tan elevado como las nubes.
Cruel como un diablo y hermoso como un ángel.
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La mejor forma de liberarse de la oscuridad es caer en ella.
Ese ha sido...
Dedicado a ValeriaAlfa55. Gracias por tanto, hermosa.
Preferí jugar con fuego; valió la pena arder de amor esos días.
—Danns Vega
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Haytan Landec
Una de las peores sensaciones que alguien puede sentir es cuando el mundo se le cae encima, cuando se le desmorona como me estaba sucediendo a mi en ese momento.
Elin estaba muriendo en mis propios brazos y yo no podía hacer nada para evitarlo.
—No me dejes —le rogué inútilmente al cuerpo que poco a poco se iba colocando caliente.
Elin estaba ardiendo en el sentido más literal, algo que no debería pasar.
—Suéltala —pidió mi hermana y me negué a hacerlo —Haytan, esta muriendo.
Ciego por la ira y la desolación que arraigaban en mi pecho la tomé en brazos y crucé todo el maldito campo de batalla bañado en sangre oscura y cadáveres, hasta la primera torre.
Al entrar la dejé sobre el suelo para luego tomar a Hayle de su uniforme táctico.
—Por una vez en tu vida sirve para algo y sálvala, porque si llega a morir sepultaré tu cadáver junto al suyo —la mirada de mi hermana tembló y yo me giré hacia la puerta no queriendo ver a Elin así.
Por todos los dioses, sentía mi pecho contraerse con fuerza y de no estar frente a su hermana, Adrik, la sombra que se hizo aliado de ella y del flacucho de su otro amigo, estuviese llorando.
Maldita sea que si, porque todo lo que sentía me estaba superando. Y no pude evitar sentir rabia porque mientras yo le prometía que volvería y hacia todo lo posible por cumplir con ello, ella se colocaba frente al maldito peligro. Lo hizo sin dudar, sin pensar en las consecuencias y aunque sé que lo hizo con buena intención no podía asimilarlo.
Y en ese momento odié no haberlos quemado a todos, si Elin llegaba a morir yo me quedaría sin nada, arrastrándome en la miseria mientras todos vivían su felices para siempre. Yo no era un puto héroe, tampoco un salvador, sin embargo ahí estaba, arriesgando el pellejo por unos seres que nunca me dieron nada bueno, todo por ella, porque me lo pidió, porque aunque yo no creyera en nadie más que en ella, ella creía en todos ellos y esperaba de verdad que no se hubiese equivocado.
Me di la vuelta para observar a Mails con sus manos sobre la mujer que amaba, lucia concentrado y con varias gotas de sudor bañando su rostro.
—Se detuvo el sangrado —aseguró mi hermana —pero todo dentro de ella se sigue quemando, madre mía no se que hacer, va a morir.
Tragué saliva fuertemente antes de girarme y salir de la fortaleza. Yo no podía seguir ahí, no tenía la fuerza para ver como mi mundo terminaba ardiendo en llamas .
