¡Sal de ahí, malvada villana! ¡Puedo saber que sigues escondida!
¡Afuera de una vez, loca insana! ¡Deja de ladrar y dame la mordida!
¿Qué planes tienes en mente? ¿Para quién trabajas?
¡Habla ya, mala demente! ¿Qué tanto barajas?
—¡Qué remedio! —Pensaste en voz alta— ¡¿A dónde iremos ahora?!
—¡A sacar de aquí al viejo! —La de pelo morado te cerró la boca—de la curvilínea se ocuparán los demás.
—¿El viejo? —Su incómoda compañera tomó la palabra— ¿Qué viejo?
—¡Los dos, callados! —Susurró, terriblemente irritada— ¡Ni piensen que voy a mover un dedo si algo les pasa! ¡Miren, allá está una salida!
—¿Y quién cuernos te ha puesto a cargo? —La pequeña princesa no se dejaba dirigir fácilmente. — ¡Yo puedo cuidarme solita! ¡Y esa no es ninguna salida!
—¡¿Es que no te callas?! —Tampoco cedía la adolescente gruñona.
—¡Déjame terminar! —La del impermeable sacó la lengua mientras exponía la parte interna de un párpado. "Akanbe" llaman a ese gesto en otras latitudes.
—¡Que te calles, berrinchuda!
—¡Ya estamos otra vez! —Exclamaste en voz alta, ignorado por ambas. Tratando de ponerte a una distancia prudente, tropezaste con otro Garza Negra inconsciente. No tuviste tiempo de hacer nada, sin embargo, porque entonces fue que todo se puso oscuro; alguien, o algo, cortó la energía de todo el recinto. No se distinguía siquiera una silueta.
—¡Bien hecho! —Más que refunfuñar, la que se supone debía cuidarte zumbaba como moscardón— ¡Lo que nos faltaba! ¡Ahora sí que no saldremos de aquí!
—Si alguna refunfuñona cola de avispa me hubiese dejado terminar les habría dicho dónde está la salida.
—Bueno, dilo ya. ¡No estamos jugando!
—¡Yo tampoco!
—¡¿Eh?! ¿Quién me tocó? ¡Ajá!
La adolescente te propinó un sonoro bofetón.
—¡Si no he sido yo! —Te quejaste. Una risilla infantil lo llenó todo.
—Fui yo. —La niña dijo con cínico orgullo— Quería ver si eso que tienes atrás es de verdad o de metal como el señor alto. ¡Ay! —Aulló de dolor— ¿Quién me tiró del pelo? ¡Toma! —Alcanzó a dejarte marcada la suela de ambas botas en los tobillos.
—¡¡Si no he sido yo, con una...!! —No llegaste a decir el final de la frase: algo parecido a una gran toalla húmeda te dejó empapado de arriba a abajo.
—Toma, para que no te duela, Tragaldabas. —La muy pícara princesa había hecho a su quitasol darte un beso apasionado... cosa que parecía agradarle al mentado objeto. La extraña experiencia se repitió una y otra vez, quizá ya sin control de la portadora.
—Ahora entiendo porque Aesil se fue de aquí... —Murmuraste tras secarte la fría saliva de la cara.
—¡¿Cómo que Aesil?! —Respondió, vivamente alterada— ¡¿De dónde conoces tú ese nombre?!
—Oh, nada, nada. —"¡Yo y mi bocota!"
—¡Ya estás bien de payasadas! ¡Los dos se quedan callados y no se mueven hasta que se los diga! ¿Entendido? —Ciertamente, de los tres era Hive quien tenía más autoridad. O cuanto menos eso parecía hasta que algo pesado aterrizó cerca.
Y fue entonces que sucedió algo que habrías considerado impensable: la gruñona y rebelde Hive corrió a refugiarse detrás de ti, temblorosa y suplicante. Más curioso fue darte cuenta que pasaba lo mismo con la pequeña Umbrella. Lo que se llevó la palma estaba por venir todavía.
Se encendieron las luces del recinto: el objeto pesado que había aterrizado cerca no era otra cosa que el subdirector, escoltado por un verdadero pelotón. Entró en escena la princesa Parasoul, quien parecía algo enfadada. Su hermana menor estaba fuertemente abrazada de Hive, quien a su vez te había sujetado con tenaz insistencia. Hasta la endiablada arma, Ungern, parecía buscar refugio entre tus brazos.
—¿Esta es la emergencia reportada? —Interrogó a sus hombres—Travesuras de tres niños no son para usar fuerza letal. ¡Habrase visto mayor ineptitud!
—¡No fuimos nosotros! —Te sumaste al coro.
—¡Aquí no es seguro! —Balbucearon los tres— ¡Los han dejado anestesiados! ¡Está... esa loca... piensa en que le haga un... yo... luego...! ¡Están inconscientes... ¡Ella!... ¡Ha dicho!... ¡Pero!... ¡Aesil!... ¡Y luego yo...!
—¡Hablen bien! —La pelirroja rugió— Todo lo que veo son tres niños tontos perdiendo el tiempo. ¡Y tú, Umbrella Renoir, ven aquí! ¡Debería darte vergüenza! —Apartó a su pequeña hermana con gran severidad.
—¿Se puede saber qué es todo este galimatías, Sin? —El subdirector contuvo una gran risa al verte lleno de chupetones por toda la cara y cuello. —Vamos por partes.
—¡Esos hombres estaban anestesiados! ¡Y luego hemos escuchado ruidos por arriba! —Intentaste elaborar un relato coherente, sin gran resultado. Quiso la mala suerte que mientras intentabas dar una explicación coherente los anestesiados se levantaran al mismo tiempo, igual que cuando te recuperaste de la horrible resaca.
—¡Es verdad! ¡Yo misma lo vi! —Hive salió en tu defensa— Cortaron la luz cuando estábamos por salir de aquí...
—¡A mí me han tirado de los pelos! ¡Todo es cierto! —La diminuta princesa se sumaba a la discusión.
—No, no, no. ¡Nada claro! —El anciano señaló a los despertados, quejándose de dolor de cuello— Estos jóvenes tienen más bien pinta de haberse quedado insomnes en su trabajo... o tomándose las cosas con toda la calma del mundo ¡Qué anestesia ni que ocho cuartos! Tu semiología deja mucho que desear, Sin Oportunidad.
—Sólo fue un apagón. El encargado de este recinto también debió haberse quedado dormido. ¡Qué negligencia! —La soberana seguía dándole una reprimenda a sus hombres, todos cabizbajos.
—¡Perdone a mis dos elementos, Alteza! —El subdirector se inclinó con el debido protocolo— Yo respondo por sus acciones.
—No será necesario, doctor. Aquí no podemos culpar a nadie de ser precavido en exceso. ¡Han ocurrido tantos incidentes desde lo del año pasado!
—Le pagaremos los daños ocasionados. ¡Ustedes dos, discúlpense ahora! —La sonrisa del doctor parecía ocultar una gran cólera.
—¡Sentimos mucho haber hecho esto! —Tanto tú como la de pelo morado se inclinaron. Ella más bien enfadada.
—Los dos quedan perdonados. A condición de no acercarse a menos de veinte metros de mi hermana de ahora en adelante.
—¡Pero el Tragaldabas dijo que me daría otro helado! —"¡Ay, otra vez con eso!".
—Bueno, bueno. —Repuso— A menos de veinte metros en mi ausencia. Ahora, en consideración a que las funciones de la organización de la que forman parte, quedan formalmente exonerados por esta ocasión. Pueden irse.
—Gracias, Alteza. —El subdirector cerró.
El trayecto de regreso al laboratorio fue verdaderamente incómodo. Tanto tú como la joven tuvieron miedo de verle la cara a su superior. Más todavía, los dos permanecieron en silencio, muy cerca. Lejos de aborrecerte como a un enemigo, la rebelde en el fondo se preocupaba un poco por ti.
"¡Y yo también me preocupo por esos dos que han enviado a defender a los de la expedición!" — Seguías pensando en que tal vez la bochornosa aventura era paranoia, y nada más. —"¿Y si de verdad hubo un intento de asesinar al subdirector?" "No, era un sitio sumamente vigilado. Imaginación, sólo eso, imaginación... aunque sigo pensando que había alguien familiar cerca."
"En cualquier caso, mejor será enfocarnos en nuestra misión. ¿Cómo habrá sido tu día, Carol? ¿No estuviste a punto de ir a una prisión de máxima seguridad?"
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Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)
FanfictionTras la derrota de la Skullgirl nada sería igual en New Meridian. Eso incluye a una pobre inocente usada como arma. ¿Podrá encontrar alivio a su tormento gracias a un sacrificado voluntario? Portada por @Sieben_Wege (NB: Cualquier cosa en esta hist...