Espejito, espejito. ¿Quién es el parásito más bonito?

466 48 3
                                    

—"¡Me envidian por ser tan guapo, doctorcillo!"

—"Ya creo. Quieren tener de ti un único zarcillo."

¿Era realmente necesario pasar por esa peripecia?

Tal vez sí. Por alguien quien —crees— te aprecia.

—¿Empeñaste tus zapatos para invitarnos esta merienda? —Samson, con su sabida falta de modales, fue el primero en romper el hielo pasada una invitación algo cordial a comer en uno de esos sitios estilo "motociclista con peinado pompadour". La verdadera intención, desde luego, era averiguar otra cosa muy distinta. Hasta ahora el agresivo parásito se mostraba abierto a conversar. No podía hablarse así de su anfitriona, que parecía cargar con un enorme peso encima. El motivo se averiguaba solo.

No estaba muy dispuesta a dialogar, y menos contigo. Por otro lado, cualquier aspereza entre ella y tú había quedado limada, si era lo único que expresaba su cara agachada sobre sus brazos cruzados todo el tiempo que duró la reunión, quitando un saludo educadamente indiferente y un par de monosílabos desganados. Notaste que su parásito intentó animarla al inicio, sin lograrlo. Una situación desagradable para tu lado más sensible.

—No. —Respondiste, una vez concluidas tus observaciones— Es una historia sin mucho interés. —Te sacaste una piña seca y algunas agujas de pino de la manga—Quería...

—¡Oh, Doc! Seguro que a mí me chiflaría escucharla. ¿Peleaste con un oso o un alce? ¿Ganaste? ¿Cómo quedó el otro?

—¡No, para nada, señor!

—"¡Señor!" —Se irritó levemente. —¡Ya te he dicho que no me llames así! ¡Arf! Veo que te han enseñado modales de señorito. ¿Querías que te enseñara a ser un verdadero macho? ¡Has caído en buenas manos! —"Múltiples manos" habría sido el término correcto, por otra parte.

—Sí... esto... hay alguien que...

—Ya me la sé. Tienes gustos muy raros, pero los respeto. —No paró de darte codazos bastante fuertes en las costillas además de aplastarte las mejillas. —Con unas copas encima no estaría tan mal. ¡Ya entiendo porque bebes tanto, bribón!

Sintiendo una inmensa incomodidad, soltaste sin aviso la pregunta:

—Se llama Gabbatha.

—¿Gabba-qué? Ni perra idea de qué sea eso... —El adefesio rascó la frente de su hospedera. Gesticuló varias veces antes de cambiar de parecer.

—¡Ah, sí! Ya me parecía haber escuchado el nombre. ¿Puedes decirme qué diablos quieres con esa cosa?

—Saber quién es. ¿Lo conoces?

—¡Já! ¡La pregunta! —Golpeó fuertemente la mesa— Lo primero es que no era "él", era "ella". ¡Si estuviera aquí ya te habría hecho pasar un mal rato! Era divertido molestarla con las tres cosas que más odiaba:

—Eso es muy entendible. —Giraste los ojos hacia el pasillo tras asentir con la cabeza.

El parásito sacó dos pulgares para decir la primera:

— Que era fea como verruga de entrepierna. ¡Chico! El sólo acordarme me ha dejado sin apetito. ¡Barf! —Sus enormes fauces dejaron salir un montón de materia orgánica, mayormente huesos cortos y algo similar a sargazo encima del pasillo. Pasado el mal momento, señaló el techo con dos índices para seguir con la lista:

—Las nenas humanas. La muy presumida decía que no eran dignas de nosotros. Aquí entre nos, les tenía envidia. Siempre prefirió parasitar engendros. Todos feos. "¡Oh, mira! ¡esa medusa tiene una verruga!" "¡No sabía que los trilobites tenían granos! "¡Un bicho gigante con herpes!"

Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora